El formato ágil, de alto nivel musical y divertido de la microópera en lugares no convencionales es el escogido por Ópera Quanta, —uno de los varios proyectos que la empresa El Club de Música— para sus espectáculos que ya son parte de la industria creativa bogotana.
En la tradicional noche de las velitas, toda la ciudad se engalanó con fuegos artificiales, candelas y fogatas, y mucha música: La Orquesta Filarmónica de Bogotá realizó su Maratón de conciertos en el Parkway con sus agrupaciones Juvenil de Cámara, Juvenil, Coro, Prejuvenil e Infantil y la titular; la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y el Coro de la Ópera de Colombia tocó su concierto navideño en la Iglesia de San Ignacio y Ópera Quanta puso en escena —en el Centro Comercial Hayuelos— su versión de Carmen, la dramática gitana que desafió las convenciones para arder en el altar de la libertad.
Paola Leguizamón encarnó con salero, drama y picardía a la fogosa sevillana. Sus dos colegas, Manuela Angulo (Frasquita) y Nancy Huérfano (Mercedes), no se quedaron atrás tanto vocal como actoralmente. A Herman Rosso (Dancairo) se le ve su ya sólida formación profesional y el tenor venezolano Miguel Cabrera (El Remendado) le acompañó con un ímpetu tanto vocal como actoral que el público agradeció. En el acto III, por ejemplo, Rosso y Cabrera supieron capturar la atención gracias a una muy interesante propuesta dramática de la dirección escénica que evitó cierto languidecer que suele acompañar la noche en la montaña. En este acto también Rocío Quintero destacó con una conmovedora, firme y dulce Micaela. El barítono John Zapata compensó ciertos problemas vocales con su imponente presencia escénica pero el Don José, del tenor Danilo Jiménez, lució desconcentrado y perdido tanto en la música como en su pronunciación del francés que martirizaría al propio Mérimée. No supo captar al inexperto y atormentado cabo del ejército.
La pequeña orquesta conformada para esta presentación estuvo dirigida sabiamente por Luis Fernando Pérez, pese a algún desliz de los vientos. La dirección escénica de Adriana Rojas logró una atmósfera adecuada y correcta en cada momento, teniendo en cuenta la dificultad del montaje en un sitio tan complicado. La proyección del subtitulaje le jugó una mala pasada, grave si se tiene en cuenta el acento pedagógico del proyecto.
El presentador y narrador —el reconocido periodista cultural y musicólogo José Daniel Ramírez Combariza— coloreó de intriga y misterio los parlamentos-puente entre los actos. La dirección actoral corrió a cargo del tenor y joven director Leandro Carvajal quien este año ya había hecho la asistencia de dirección de Gianni Schicchi con la Ópera Nacional de México. Su labor fue titánica ya que pudo sacar lo mejor de este grupo músico-teatral: El formato microoperístico está diseñado para que los cantantes participen tanto como solistas como formando coro; Ópera Quanta brinda la oportunidad a estos jóvenes profesionales para debutar en estos papeles y aquí radican los aciertos y las falencias de esta atractiva puesta en escena: a pesar de los esfuerzos de Rojas y Carvajal fue una desafortunada decisión asignar el papel de don José a Danilo Jiménez, rol que no está hecho para su tesitura vocal y al cual pareciera que no se entregó con la pasión y el estudio de los demás participantes.
El Club de Música —con sus proyectos innovadores Súbito Lírico, Ópera Quanta y Jazz Empresarial así como con la Academia Musical Tempo— está logrando hacer accesible al público colombiano música clásica, ópera y jazz del más alto nivel, de una manera divertida y muy cuidada, yendo a los lugares donde la gente se reúne. Esta función de Carmen terminó con unos imponentes fuegos artificiales que fueron broche de oro para esta primera noche de festejos decembrinos.
Juan de Gira