“Pasionaria” de La Veronal, una coreografía dominada por el frío emocional

Pasionaria ©La Veronal
Pasionaria ©La Veronal

Cristina Marinero

Marcos Morau y sus colaboradores han incluido en el programa de mano de este estreno absoluto los distintos significados que el Diccionario de la Real Academica de la Lengua Española da a “pasión” y a “pasionaria”.  Y ahí se puede ver que cuatro de los cinco primeros dados a “pasión”, término que siempre unimos a la expresión más acalorada y urgente de la primera etapa del enamoramiento, encajan perfectamente con este mundo aséptico y frío que han creado. “Acción de padecer”, “lo contrario de la acción”, “estado pasivo del sujeto” y “perturbación o afecto desordenado del ánimo”.

Es sorprendente cómo un mismo término puede contener al mismo tiempo el significado de acción y “lo contrario a la acción”. Quizás en ese punto medio, en el que acción e inacción enfrentadas puede dejar sin emociones al individuo, es donde se encuentra el meollo de este montaje que levantó los más “apasionados” –así fueron- aplausos del público.

Porque es cierto que «Pasionaria», creación coreográfica presentada por primera vez el 2 de junio en los Teatros del Canal de Madrid, está expresada con el movimiento robótico y desarticulado de Morau y La Veronal, y que  los bailarines no paran, pero, en realidad, la sensación final es que en el núcleo de cada variación en solitario que interpretan los protagonistas sólo hay vacío. Eso, y la impresión que supone ver cómo van saliendo bebés, de lo que es una hierática sala de maternidad, y cómo son casi ninguneados, o escondidos, por quienes les recogen.

La compañía Premio Nacional de Danza 2013 es una de las más eminentes de nuestro país por seguir afín a una personalidad propia y mostrar en cada nuevo montaje un trabajado mundo en el que la calidad de los bailarines es eminente –ellos son Lorena Nogal, Ángela Boix, Chey Jurado, Ariadna Montfort, Núria Navarra, Shay Partush, Marina Rodríguez y Sau Ching Wong- y sus espacios escénicos distintivos.

Por supuesto que nos recuerda a la estética de Peeping Tom, pero La Veronal es pura danza y si tuviésemos que nombrar, en el caso de “Pasionaria”, algún referente más allá de este arte y el teatro, sin duda el primero que nos vino a la cabeza nada más empezar la representación es el director de cine Wes Anderson. Aunque todo mucho más extremo.

Digamos que el mundo creado en «Pasionaria», cuya dramaturgia está firmada por Roberto Fratini y Celso Giménez, nos recuerda al autor de “Isla de perros” por la fuerte presencia de lo oriental, la sensación de orden y geometría del diseño de escenografía y vestuario, de Max Glaenzel y Silvia Delagneau,  y lo aséptico de las acciones de los intérpretes. Esa pulcritud, las referencias iconográficas vintage-futuristas y  el estilo entrecortado de movimiento de articulaciones, torso y cabeza, parecen, en muchos momentos, escenas de un filme de terror. Y así, encabezando el programa de mano, reina una cita de “Sumisión”, de Michel Houellebecq: “quien controla a los niños, controla el futuro”. Toda una predicción a tener en cuenta para los procelosos tiempos que vivimos.