Pavel Kogan. Director Orq. B. Aires

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Función de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Dirección Mtro. Pavel Kogan
Solista Matías Hernán Sagreras, órgano

Función del 10 de Octubre de 2013
Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires

Una  encuesta realizada por la BBC londinense incluyó al Mtro. Pavel Kogan entre los diez mejores directores del Siglo XX y si su trayectoria profesional podría indicarnos algo del por qué de ese destacado lugar, su labor al frente de la Filarmónica de Buenos Aires, no hizo más que ratificar su merecida inclusión.
El programa presentó en su primera parte la Música para Ballet de la ópera Faust de Charles Gounod, ejecutada con elegancia y precisión. Una lectura matizada, algo temperamental por momentos, pero que supo poner en realce la bella línea y la elegancia de los siete números que integran este ballet. Contrastes, exotismo, fuerza, lirismo… todo estuvo presente en esta inspirada interpretación.
La primera parte se completó con la Suite N°1 de La Arlesiana de Georges Bizet en la que la sutileza resultó más patente entregándonos una encantadora y evocadora versión de esta obra tan presente entre los amantes de la música.
Para la segunda parte se ofreció la Sinfonía N° 3 en Do menor, Op. 78 «con órgano» de Camille Saint-Saëns. La monumental obra, poco frecuentada en nuestro medio, tuvo en la batuta del Mtro Kogan y en la actuación solista de Matías Hernán Sagreras dos excepcionales intérpretes. Kogan condujo con autoridad e ideas claras, haciendo valer su carismática personalidad   supo sacar de la Filarmónica porteña mucho de lo mejor que tiene, mientras que Sagreras dio cuenta de talento y calidad en la ejecución sin fisuras del órgano que se mixtura con el tejido orquestal ocupando un primer lugar en la pieza aunque no tenga asignado ningún pasaje plenamente solista.

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El primer movimiento, el más conocido fragmento de esta sinfonía, ya anticipó el criterio general de la versión plena de majestad, a la par que de una precisa lectura en la que la visión de conjunto de la obra quedaba siempre clara y fresca. El segundo movimiento, el pasaje más lírico de la obra, resultó de una belleza exquisita y conmovedora. La inolvidable línea de Saint-Saëns fue desarrollándose, envolviéndose y desenvolviéndose en la masa orquestal con la maestría que sólo un compositor de fuste podría lograr. El Tercer movimiento, algo ampuloso, tuvo una precisa ejecución con lucimiento de los vientos. El último movimiento, impresionante, cerró como una apoteosis una obra que tiene mucho de lo mejor del compositor galo.
El público que colmó la espléndida sala del Teatro Colón ovacionó a los intérpretes en una noche para recordar.

Prof. Christian Lauria