Philippe Herreweghe dirige Vespro della Beata Vergine de Monteverdi en el Palau de la Música de Barcelona

Philippe Herreweghe dirige Vespro della Beata Vergine de Monteverdi en el Palau de la Música de Barcelona
Philippe Herreweghe dirige Vespro della Beata Vergine de Monteverdi en el Palau de la Música de Barcelona

Dentro del ciclo Palau 100 se pudo escuchar una versión muy severa de la obra Vespro della Beata Vergine de Claudio Monteverdi en el 550 aniversario de su nacimiento.

Ocho solistas junto con el grupo titular de Philippe Herreweghe, Collegium Vocale Gent nos ofrecieron un bálsamo de belleza y espiritualidad en la bisagra temporal del tardo renacimiento y primer barroco.

A veces uno se pregunta cómo es posible que los programadores de una ciudad no puedan reunirse e intentar ceder propuestas para que no suceda la repetición de una sinfonía en la misma semana o cómo en este caso la obra monteverdiana que nos ocupa y que es tan rara de escuchar por la complejidad de la misma y los efectivos que necesita se ofrezca con pocos días de margen en dos de los auditorios de la ciudad, primero en la versión de Savall con sus agrupaciones en una versión exultante y mediterránea absolutamente veneciana, y a los pocos días la que nos ocupa de Herreweghe más luterana y severa.

Sea como sea fue un privilegio poder escuchar las dos versiones de esta obra culmen de la literatura musical europea.

 Afrontar esta obra exige tomar muchas decisiones de estilo, tímbrica, distribución de números ya que las diferentes ediciones lo permiten, de ahí que la versión de los belgas fuera mucho más ascética que mística, más de la reforma que de la contrareforma, más del norte que del sur pecando si es que se puede hablar de pecar en esta obra sacrosanta de rigidez y monotonía que de teatralidad que le es más propia.

Todo estaba en su sitio, todo mesurado, pero careció de sangre, de contrastes propios de ese primer barroco prefiriéndo la estética de la prima prattica sobre la seconda.

Los diversos solistas que se encargaron de los números a solo, dúos, tríos y cuartetos fueron adecuados y en su mayoría bastante expresivos, a diferencia de un coro limpio y perfectamente ensamblado pero con poca paleta dinámica y tímbrica. Igual se podía decir de una corta plantilla instrumental, correcta pero no especialmente dúctil.

En general la valoración fue positiva más si tenemos en cuenta que el público de este ciclo no está acostumbrado a este tipo de repertorio sino más bien al gran repertorio sinfónico del XIX, por lo que escuchar al arcaizante Monteverdi se convirtió en una experiencia absolutamente novedosa e interesante.

Esperemos que se siga en este línea ya que público existe para estas propuestas aunque con una mejor operación de marqueting se llenarían más butacas de las que se ocuparon en esta gran cita musical.

Robert Benito