
Después de un exitoso concierto la temporada pasada en el Coliseo de las Ramblas con música de Farinelli-Pórpora y otro esta misma temporada con un éxito mucho más grande en el Auditori con composiciones de Vivaldi el sopranista francés Philippe Jauroussky ha ofrecido un tíbio recital de mélodie française acompañado magnificamente por el pianista Jérôme Ducros.
Con motivo de su lanzamiento de su segunda incursión a un repertorio más allá del barroco en el que tantos éxitos ha tenido este sopranista francés de carrera afianzada por sus interpretaciones en vivo y grabaciones exitosas con los más reconocidos directores actuales de música histórica, el Gran Teatro del Liceu ha programado un recital con una amplia selección del contenido de su doble cd “Green”.
En el 2009 salió al mercado un cd titulado “Opium” en el que Philippe Jaurossky se arriesgaba a traspasar la frontera de la literatura musical escrita para su cuerda de contratenor y adentrarse en partituras claramente escritas para otro tipo de vocalidad. Fue un éxito relativo pero lo suficiente para que su casa discográfica Erato-Warner le permitiera este año 2015 grabar un doble cd con partituras de diversos compositores alrededor de la poesía de Paul Verlaine. Las ventas no han sido tan poco muy buenas y las críticas de la grabación tampoco han supuesto un giro de tuerca en la carrrera musical del sopranista, más bien al contrario.
La grabación consta de cuarenta y tres piezas acompañadas por un cuarteto y un pianista.
La propuesta del Liceu se ha visto reducida a una selección del disco de ventiocho canciones más cuatro intervenciones de piano solo, sin la riqueza tímbrica del Quatuor Ebène.
Bastante público llenaban los diferentes pisos del teatro, muchos de ellos todavía con el eco de sus recientes intervenciones en nuestra ciudad y esperando otra noche mágica de buena música y maestria en la vocalidad.

Pero no fue así.
La mélodie française necesita una voz diferente a la de este sopranista. Muchos intérpretes que han cantado este repertorio de una cuerda cercana a la suya como Victoria de los Angeles, Felicitty Lott, Elly Ameling, o en voces masculinas como los barítonos van Dam, Souzay, etc…han hecho versiones magistrales de algunas de las piezas del concierto.
La voz de Jaurrosky sonó estridente en los agudos con algún apuro tanto en afinación como en apoyo, si bien su siempre capacidad musical le salvó de una quema segura en un repertorio que le sobrepasa por sus exigencias vocales y estilísticas.
Todo cantante que tiene voz puede cantar lo que quiera, pero el problema es donde, cómo y cuándo lo ha de hacer, y es lo que el señor Jaurossky no ha resuelto bien. Tal vez en una fiesta de amigos, como bs al final de un recital, o en un programa de televisión francesa sería admisible pero todo un recital de más de dos horas con partituras de los grandes genios de la música francesa del XIX y XX ha sido un error.
Es una muy buena tradición de algunos cantastes ofrecer a su público nuevos horizontes más allá de las arias trilladas, como en su momento ha hecho la mezzo romana Cecilia Bartoli con sus diferentes proyectos discográficos, por eso se ha de valorar el trabajo de investigación, recopilación y grabación de Jaurossky. Pero eso no le asegura una corrección estilística de cara a un recital en directo donde muchos aspectos vocales y musicales no han satisfecho a un público que aplaudió al final de las dos largas partes más por respeto y admiración de ocasiones pasadas que por entusiasmo ante el producto ofrecido.
Uno de los méritos de la grabación y del recital fue poder escuchar las versiones que diferentes compositores han realizado del mismo poema de Verlaine.
Partituras de compositores de primera linea como Poulenc, Fauré, Debussy, Saint-Saents, Chausson, Chabrier, Honegger, Séverac, se combinaban con versiones de otros no tan conocidos como Hahn, Poldowski, Ferré, Trenet, Caplet o Szulc.
Sería injusto no destacar en un concierto como este la labor verdaderamente magistral del pianista Jérome Ducros, tanto en su faceta de solista como de acompañante, que debutaba en el Liceu y del cual no sabemos nada ya que ni en la web del teatro ni en el programa de mano se nos ha ofrecido la mínima información.
Es este un aspecto preocupante de la nueva linea editorial del teatro en la que en este tipo de conciertos ni se ofrece curriculum de los intérpretes, ni unas notas informativas al programa, ni los textos originales y traducidos para que la gente pueda apreciar lo que en este género es tan substancial que es el perfecto maridaje entre texto y música, poesía y sonido musicado. Triste pero cierto…un concierto es una experiencia musical que ha de comenzar antes de ir al teatro y se ha de prolongar con unos ecos y reflexiones que van más allá del último aplauso y para lo cual ayuda un progrma de mano más elaborado aunque sea menos estético y con menos patrocinadores…que nadie lee ni se fija.
Tras acabar la última pieza del programa y no sabemos si para ganarse facilmente al público liceista (como ya hizo en su anterior recital poniéndose una bufanda del Barça) el sopranista comenzó a leer un papel escrito en catalán para presentar los tres bises de una velada en la que planeó la sombra y el homenaje a los dos cantantes fallecidos en el accidente aéreo de la semana pasada.
Esperemos que en las próximas citas de esta gran voz le podamos escuchar en su contexto y ambiente más natural, un recital de música barroca o una ópera de este periódo.
Robert Benito