El piano de Bruno Anguera y Marta Maribona y el violonchelo de Luisa Gutiérrez triunfan en Madrid

El piano de Bruno Anguera y Marta Maribona y el violonchelo de Luisa Gutiérrez triunfan en Madrid
El piano de Bruno Anguera y Marta Maribona y el violonchelo de Luisa Gutiérrez triunfan en Madrid

El pasado sábado 5 de marzo, asistimos al concierto organizado por Aeterna Música en el Auditorio de Espacio Ronda de Madrid. «Pájaros en libertad» se titulaba. Bruno Anguera (piano) y Luisa Gutiérrez (violonchelo), dos jóvenes en busca de público, compartieron su tiempo para ser escuchados.

En primer lugar actuó Bruno Anguera, estudiante de Grado Superior en el Conservatorio del Liceu de Barcelona en las especialidades de canto y piano. Bruno es un pianista que canta o un cantante que toca el piano. Desde que salió al escenario ya nos dimos cuenta de que había asumido esa doble faceta en su personalidad artística. Durante el recital oímos esa voz que canta entre las cuerdas del piano, desmidiendo a veces el tiempo para expresar un texto imaginado por el pianista que, en sus gestos, articula como cantante.

La elección del programa es original y elegante. Música escrita entre 1903 y 1909: Claude Debussy, Sergei Rachmaninov e Isaac Albeniz; y en los extremos cronológicos, 1742 y 1997: Johann Sebastian Bach y Xavier Montsalvatge.

Empezar por un «Preludio y fuga» de El Clave Bien Temperado de J. S. Bach es obligado en exámenes de conservatorio y concursos, pues exige del intérprete tal capacidad de concentración que es ahí donde es posible evaluar al estudiante. En concierto, la obra de Bach se puede situar en cualquier momento; su belleza sigue siendo actual y a un público no examinador le va a gustar siempre, esté donde esté.
De las Estampas, de Debussy, Bruno eligió «Pagodas». Una pieza en la que el autor evoca la sonoridad de la orquesta javanesa de gamelán que pudo escuchar en la Exposición Universal de Paris en 1889. Pero en realidad puede Debussy intentar esas sonoridades en el nuevo piano de la época, en el que la sustitución del armazón de madera por un armazón metálico permite una mayor tensión de las cuerdas y la homogeneidad tímbrica en todos los registros. La pieza fue compuesta en 1903 y estrenada un año después en la parisina sala Erard por el pianista catalán Ricardo Viñes.

A continuación, Bruno Anguera nos regaló el Preludio Op. 23, nº 4, compuesto por Rachmaninov en 1901. En esta magistral obra, nuestro pianista resolvió dificultades pianísticas de altura igual que en su interpretación de «El Puerto», de la Suite Iberia de Albéniz, obra cumbre del pianismo español compuesta entre 1905 y 1909.

Especialmente bella y atrevida fue la interpretación de Bruno sobre Cinco pájaros en libertad, del también catalán Xavier Montsalvatge. Esta colección de piezas, escrita por el autor en 1997, está inspirada seguramente en los Cantos de los pájaros de Olivier Messiaen. En un principio Montsalvatge les puso el título de Pájaros enjaulados, pero más tarde los dejó libres, pues debió de pensar que no le convenían “jaulas” a la música. Dedicó cada una de las piezas a uno de sus nietos y la última, «El cuclillo», a sus dos perros. Música, familia, pájaros y perros son el caldo de cultivo de estas deliciosas piezas compuestas en la última etapa de su vida.

Bruno recogió los merecidos aplausos de su público, y de propina nos dejó la última de las Escenas románticas de Enrique Granados, «Epílogo», una pieza intimista y delicada que tocó de manera muy sentida, hasta emocionarnos.

El piano de Bruno Anguera y Marta Maribona y el violonchelo de Luisa Gutiérrez triunfan en Madrid
El piano de Bruno Anguera y Marta Maribona y el violonchelo de Luisa Gutiérrez triunfan en Madrid

La segunda parte del concierto estuvo a cargo de la violonchelista segoviana Luisa Gutiérrez acompañada al piano por la profesora Marta Maribona.

Luisa Gutiérrez tiene una amplia experiencia como músico de orquesta y su repertorio abarca desde la música medieval hasta la contemporánea. Como miembro del grupo Algarabía explora la música sefardí, y como miembro del Taller de Música Contemporánea de Segovia es dedicataria de obras como uno de los Tangos para cello y piano de la joven compositora madrileña Sonia Megías.

Para este concierto eligió dos composiciones escritas originariamente para otros instrumentos: la Sonata en la menor Arpeggione D. 821 de Franz Schubert está pensada para un instrumento híbrido, una especie de guitarra-violonchelo «guitarra de amor», construido por J. G. Stauffer en 1823. Al siguiente año de la construcción del arpeggione, Schubert compuso esta sonata que no se editó hasta después de la muerte del compositor. Con esta obra se recuerda este instrumento, que no se volvió a usar.

La segunda obra que interpreta Luisa son las Piezas de Fantasía op. 73 para clarinete y piano de Robert Schumann, compuesta en 1845. Una pieza que explora las posibilidades cantábiles del clarinete, aunque el autor también pensaba para esta obra en las sonoridades de la viola o violonchelo.

Luisa Gutiérrez toca con aplomo, con oficio, con saber estar y ser protagonista en un escenario. Hace dúo con la pianista Marta Maribona, pendientes la una de la otra en todo momento, lo que transmite una idea equilibrada de la música que fluye en toda su exuberancia, ahora con toques de melancolía, luego con vertiginosa alegría o con repentinos cambios de humor tan característicos del ideal romántico de Schubert y Schumann. Para tranquilizar los ánimos una breve propina, obra de E. Bloch, Oración.

Aunque los protagonistas absolutos del concierto fueron los dos jóvenes intérpretes, Bruno Anguera y Luisa Gutiérrez, no queremos dejar de hacer una mención a la pianista Marta Maribona. Ella mejora todo lo que toca. En sus manos el sonido del instrumento se transforma. En sus manos mejora también la música escrita por Schubert y Schumann. Ellos no tienen escapatoria; Marta abrió todas sus puertas hasta encontrarles en esa habitación donde se guardan para sufrir, pensar, amar, sentir intensamente. Ella los encuentra y nos los trae así, como son. Todos los requisitos del pianista: técnica, fraseo, matices, contrastes, pedalización, quedan ocultos. Solo suena la música en su estado más puro que nos arrastra a un mundo intraducible. En manos de Marta la música es sensación, inteligencia, relato apasionante. ¡Qué viaje!

Sol Bordas