Los Teatros del Canal, junto con el Teatro Real, ofrecen el estreno de esta ópera de Juan J. Colomer, que es su primera obra en este campo, aunque lleva una larga experiencia en otros, particularmente en el cine y en arreglos. Musicalmente, la ópera resulta correcta, aunque no es una obra muy brillante, resultando algo monótona. No parece que su autor escribe muy bien para las voces, al menos para las que había en esta ocasión en el escenario.
Lo más interesante de esta ópera es el libreto, cuyo autor es Albert Boadella, hasta hace un par de años director de los Teatros del Canal. El Pintor no es otro que Pablo Picasso, narrándose su trayectoria desde su llegada a París y su dificultad para triunfar, haciendo un pacto con Mefistófeles, cual si fuera Fausto, para poder alcanzar la gloria y el dinero. En el último acto (el menos interesante de la ópera) asistimos a un encuentro de Velázquez y Picasso, terminando la obra nuevamente con el pintor joven, que parece haber tenido un sueño.
La producción escénica se debe al mismo Albert Boadella y resulta para mi gusto lo mejor de la representación. Estamos ante un escenario único y casi vació (Ricardo Sánchez Cuerda), con algunos elementos de atrezzo y la presencia de una pantalla donde se proyectan los trabajos del pintor, como si fueran hechos sobre la marcha. El vestuario resulta adecuado, sin mayor brillo, siendo obra de Mercè Paloma, contando con una buena iluminación por parte de Bernat Jansà. Albert Boadella narra francamente bien la trama y hace un estupendo uso de coreografía (Blanca Li) y de proyecciones de obras de arte La producción funciona bien en su simplicidad .contando con una buena dirección de actores, y moviendo bien al coro.
La dirección musical estuvo encomendada a Manuel Coves, que ha vuelto a ofrecer una dirección muy solvente, aunque uno no puede juzgar demasiado al no conocer la obra previamente. Sacó un buen partido de la Orquesta del Teatro Real, complementada con la buena actuación de Coro de la Comunidad de Madrid.
El reparto vocal era bastante modesto prácticamente en todos los casos. El protagonista fue interpretado por el tenor cántabro Alejandro del Cerro, cuya voz no tiene mucho atractivo y está apretado por la tesitura de la partitura. Lo hizo bien en escena. Mefistófeles era el barítono valenciano Josep Miquel Ramón, cuya voz me resultó ligera para este maquiavélico personaje, ofreciendo también tiranteces. La soprano Belén Roig fue Fernande, la modelo y enamorada del pintor, que ofreció una voz un tanto destemplada, siendo mejor como intérprete escénica. Toni Comas dobló como Apollinaire y Velázquez y ofreció voz de poco atractivo. Correcta la mezzo-soprano Cristina Faus como Gertrude Stein, la marchante de Picasso, Finalmente, Iván García estuvo bien en el episódico personaje del jefe de la tribu, que no se sabe bien qué hace por ahí.
La Sala Roja de los Teatros del Canal ofrecía algunos huecos, aunque se había anunciado que las entradas estaban agotadas. El público se mostró cálido con los artistas, siendo los mayores aplausos para Albert Boadella.
La representación comenzó con 7 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 45 minutos, incluyendo dos intermedios. No se entiende bien la necesidad de dos descansos, visto lo que el escenario ofrecía y tampoco se entiende bien que se inicie la representación a 20,30. Duración musical de 1 hora y 59 minuto. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 22 euros, costando 17 euros la más barata. Fotos: J. Villanueva
José M. Irurzun