Piotr Beczala triunfa en el Werther del Liceu

Piotr Beczala triunfa en el Werther del Liceu
Piotr Beczala triunfa en el Werther del Liceu. Foto: A. Bofill

Vuelve Werther al Liceu después de una ausencia de 25 años. En aquella ocasión fue Alfredo Kraus su protagonista, que ya lo había cantado en dos ocasiones anteriores en el mismo teatro. La vuelta de la ópera de Massenet se ha saldado con un buen éxito, debido especialmente a la actuación de Piotr Beczala en el rol protagonista.

Al frente de la dirección musical ha estado el francés Alain Altinoglu, que hacía su debut en el Liceu de Barcelona. Estamos ante uno de los nuevos valores consolidados de la dirección, que a sus 41 años puede presumir de haber dirigido en los principales coliseos operísticos y de ser actualmente el director musical de un teatro de prestigio, como es el de La Monnaie de Bruselas. Su lectura ha sido particularmente convincente en la segunda parte de la ópera, en la que el dramatismo está especialmente presente. Hoy en día es una de las mejores realidades francesas en la dirección musical y así lo ha demostrado. Ha sabido controlar perfectamente el sonido del foso, lo que podría haber sido un problema, ya que las voces del escenario no eran excesivas en cuanto a volumen se refiere. He vuelto a encontrar mejorada a la Orquesta del Liceu, confirmando lo que ha venido ocurriendo en los últimos meses.

En esta ópera, como en pocas otras, la figura del protagonista es fundamental. Por bien que funcione todo, un Werther mediocre lleva a la ópera al fracaso. En cambio un protagonista de excepción puede hacer que una representación sea recordada por mucho tiempo. En el Liceu hemos podido disfrutar de un Werther excepcional en la persona del tenor polaco Piotr Beczala, que vivió el personaje con gran intensidad y dio todo un curso de bien cantar de principio a fin. Hace 9 años tuve la suerte de verle en el personaje en Munich y entonces dije que era el mejor Werther que había visto desde la desaparición de Alfredo Kraus. Ahora puedo decir lo mismo. Para mí se trata del mejor Werther de la actualidad, incluyendo al mismo Jonas Kaufmann. Piotr Beczala ha obtenido un merecido triunfo con su Werther y me sumo a la exclamación de un espectador: ¡Eres el mejor del mundo! Su interpretación de la siempre esperada Pourquoi me reveiller fue magnífica, viéndose obligado a bisarla ante las aclamaciones del público.

Charlotte era la italiana Anna Caterina Antonacci, que sigue siendo una gran artista, aunque en declive vocal. Su composición del personaje fue plenamente convincente, como no puede ser de otra manera tratándose de ella. Vocalmente, hay claros signo de fatiga en las notas altas y su voz es más reducida que la de hace unos años.

Piotr Beczala triunfa en el Werther del Liceu. Foto: A. Bofill
Piotr Beczala triunfa en el Werther del Liceu. Foto: A. Bofill

Debutaba en el Liceu la soprano donostiarra Elena Sancho Pereg, que hizo una intachable Sophie. La voz es atractiva y está muy bien manejada, mostrando además buenas cualidades escénicas y una figura muy adecuada. Esperemos volver a verla pronto en cualquier otro teatro del país.

En la parte de Albert el barítono catalán Joan Martín Royo sustituyó al canadiense Etienne Dupuis y su actuación fue convincente en todos los sentidos. El personaje no tiene una gran relevancia, pero Martín Royo lo cubrió a plena satisfacción.

En cuanto a los personajes secundarios, Stefano Palatchi fue un más bien modesto Bailli en términos vocales. Johann y Schmidt tienen aquí una relevancia escénica considerable y fueron bien cubiertos por Marc Canturri y Antoni Comas, respectivamente.

La producción escénica lleva la firma de Willy Decker y aparece anunciada como procedente de la Opera de Frankfurt, habiéndose visto anteriormente en varias capitales europeas, así como en el Teatro Real de Madrid hace 6 años. La escenografía es única y minimalista (Wolfgang Gussmann) y ofrece la contraposición entre el ambiente de interiores, donde los personajes viven su drama, y el mundo exterior al fondo de la escena. El vestuario del mismo Wolfgang Gussmann ofrece el contraste entre el azul oscuro de todos los personajes y el amarillo de Werther, y parece ubicarse en el siglo XIX. La iluminación la ha realizado en esta ocasión Hans Toelstede y funciona muy bien.

En este tipo de producciones minimalistas la dirección escénica cobra una importancia enorme, especialmente en este caso, ya que el libreto marca perfectamente las ambientaciones de los distintos actos y hace falta una gran dirección para meternos en el drama en una ambientación que poco tiene que ver con la que marca el libreto. En este sentido la producción de Willy Decker hizo agua en Madrid, mientras que en Barcelona las cosas han mejorado, aunque posiblemente la diferencia se haya debido a la mejor habilidad escénica de los protagonistas en esta ocasión. Los personajes de Johann y Schmidt resultan bastante absurdos en la concepción de Willy Decker, especialmente en el arranque del segundo acto.

El teatro ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. El público mostró su entusiasmo tras el aria de Werther, con ovaciones muy prolongadas. En los saludos finales el triunfador indiscutible fue Piotr Beczala.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 44 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 9 minutos, incluyendo el bis de Pourquoi me reveiller. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 279 euros, habiendo butacas de platea desde 154 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 37 euros.

José M. Irurzun