Magnífico Simon Boccanegra en el Festival de Verano de Baden-Baden, con Plácido Domingo de protagonista y con producción del Teatro Mariinsky.
Lo más inexplicable y sorprendente del Simon Boccanegra representado hace unos días en el Festival de Verano de Baden-Baden es cómo un señor de 78 años es capaz de interpretar a Simon con esa fuerza, por mucho que se llame Plácido Domingo y haya tenido una fulgurante carrera en la ópera. La decisión que tomó hace algunos años de pasar de un registro tenor a uno barítono, el cual ya había experimentado en su juventud, fue no sólo sabia, sino necesaria. La edad no perdona, y menos en la voz. Pretender seguir como tenor sólo habría conseguido continuar desluciendo su carrera después de alguna que otra interpretación dificultosa. Cierto es que a Domingo se le ve incómodo en los tonos más graves, pero lo compensa con creces con su contenido y precioso fraseo, colocando las notas en su sitio con una precisión digna de su veteranía. Conmueve su forma de interpretar a Boccanegra, el dogo de Génova, un papel que conoce muy bien. Lo borda tanto cuando se muestra pesaroso por las maquinaciones de su corte como cuando se enfrenta a ellas con el coraje de un hombre que ha sido corsario y no teme a nada, y menos a la muerte. Porque la potencia de su instrumento en estos momentos de furia tampoco decepciona, y es quizás lo que más sorprende dada su edad. Y sí, su voz no es joven, pero es difícil imaginar una tesitura mejor que la suya para interpretar a un Boccanegra ya viejo.
Su interpretación se complementa con un reparto excepcional. Destaca sobre todo Ferruccio Furlanetto (Fiesco), también septuagenario desde hace unos meses, con su voz impresionante y profunda, adecuada para uno de los mayores enemigos de Boccanegra. La emoción que expresa en su primera aria, “Il lacerato spirito”, pone los pelos de punta, sobre todo en el perfecto desvanecimiento de la última nota. Es cierto que cuando canta a dúo con Domingo en la reconciliación del tercer acto su potencia desluce en parte al ahora barítono español, algo que choca dada la diferencia de edad de los personajes pero que se entiende vista la continua trayectoria de Furlanetto como bajo. Pero Domingo conserva bien su timbre, y ambos nos ofrecen en esta escena unos de los momentos más conmovedores de la velada, la confrontación de dos artistas que siguen impresionando en el escenario a pesar de su edad.
El resto de las voces graves, Roman Burdenko (Paolo) y Gleb Peryazev (Pietro) acompañan correctamente al elenco, pero la tercera estrella es sin duda Otar Jorjikia, que interpreta al único personaje tenor de la ópera, Gabriele Adorno, contrincante confuso de Boccanegra y enamorado de su hija. Su voz es brillante y de trino limpio, llena de la pasión que requiere el personaje. Su prometida, Maria, es interpretada por la rusa Tatiana Serjan, que canta con una fuerza impresionante, en menoscabo de los matices de ciertos pasajes.
Rusa es también la producción de esta ópera, a cargo del Teatro Mariinski de San Petersburgo, que ha desplazado a sus magníficos coro y orquesta para esta representación de una noche. La calidad de la dirección musical está asegurada por el reputado Valery Gergiev, que dirige la música de Verdi con una intensidad favorecida por la magnífica acústica de la Festspielhaus. La puesta en escena, de Andrea de Rosa, es sobria y contenida. Hay poca interacción entre los intérpretes y la escena, algo que se explica por la falta de sesiones de ensayo, obligada por el calibre de las estrellas protagonistas. Aún así, de Rosa compensa esto con un fondo en vídeo de atardeceres costeros muy a tono con la obra. El vídeo se proyecta al fondo de la escena tras una estructura negra que va cambiando en cada acto. El vestuario es de época, diseñado por Alessandro Lai, y en él destaca el fastuoso traje de corte del dogo, que realza su presencia en escena.
Vemos que este año la Festspielhaus de Baden-Baden ha apostado por Verdi. Este Simon Boccanegra ha seguido al fantástico Otelo del Festival de Pascua. Su apuesta por intérpretes reputados y orquestas de calidad está asegurando el éxito de estas citas en el que es el teatro de ópera más grande de Alemania, con capacidad para 2500 espectadores. Confiamos en que sigan así y que Plácido Domingo continúe aún en su senda de barítono muchos años más.
Julio Navarro