Por una ópera mejor.

El presidente de Buenos Aires Lírica habla sobre la gala que la compañía dará hoy a las 19 en la Embajada de Chile.

Frank Marmorek es un ingeniero electromecánico que hace algo más de una década le vendió a su socio su parte de una próspera empresa de productos y servicios para consagrarse por entero a su gran pasión: la ópera. No como cantante o como director de escena, sino como principal factótum de Buenos Aires Lírica, que este año celebra su primera década y que se ha convertido en la asociación privada de ópera artísticamente más sólida del país. El presidente de Buenos Aires Lírica recibe a Clarín en sus oficinas, conversa sobre los principales lineamientos de la asociación y da algunos detalles de la gala que la compañía dará hoy a las 19 en la Embajada de Chile.

“Siempre quisimos hacer las cosas con la mejor calidad posible -resume Marmorek-, pero es no es suficiente. No sólo hay que hacer buenos espectáculos, sino llegar a la gente, hacerlo fácil. Recordemos lo que era sacar un abono de ópera en el Colón hasta hace unos años: imposible, casi hereditario. Uno ve cómo es ir a la ópera en otras partes del mundo: casi como ir al cine, aunque un poco más caro. Y entonces dijimos ¿por qué no se puede disfrutar de eso en Buenos Aires? Si, además, los genes de la ópera están en nuestros genes.” Además de la calidad del espectáculo y del intento de llegar a la gente, hay una cierta exigencia en materia de repertorio. Este año cerrarán la temporada con una ópera nada fácil: “Jenufa”, de Leos Janacek.

 

Salirse de Puccini y Donizetti es todo un trabajo; un verdadero trabajo conceptual, porque generalmente el hombre elige la ley del menor esfuerzo.

¿Cómo se discuten los repertorios?

 

Es una combinación. Primero tenemos una idea básica. Partamos de la base de cinco producciones, que estos dos últimos años vienen siendo cuatro por razones presupuestarias, pero nuestra idea es volver a cinco. Sobre cinco, queremos hacer una o dos que pertenezcan al top ten, que la gente diga “qué bueno, van a dar Traviata ”, o “van a dar Carmen ”. Después pensamos en unos dos títulos menos conocidos de autores importantes. Y por fin otra ópera que sea muy jugada, como Jenufa, o en temporadas anteriores algunos autores barrocos o Rake’s Progress de Stravinski.

En los programas de Buenos Aires Lírica usted aparece como “mecenas”. ¿Qué significa?

 

Alguien lo quiso poner así, seguramente porque me vio muy dedicado a la asociación. Yo contribuyo personalmente, pero lo determinante es la base de los socios, el círculo de amigos, los sponsors.

¿Cuánto significan esos aportes en el costo de una producción?

 

Aproximadamente la mitad. Los números de la ópera están muy estudiados. Está lo que se llama el modelo alemán y el modelo americano. El alemán es el del Colón, es decir el Estado. Nosotros, lógicamente, tomamos el modelo americano, que es una proporción entre ingresos por venta de entradas e ingreso por contribuciones. La proporción mágica es 50 y 50. Nosotros trabajamos aproximadamente con esa proporción. Si esto fuera una compañía comercial, estaríamos diciendo que un 50 por ciento entra por la venta y el otro 50 por los accionistas. Acá el accionista es el amigo, o el sponsor, que no obtiene dividendos pero sí otra clase de satisfacciones.