Prima Donna de Rufus Wainwright en el Teatro Colón de Buenos Aires

Prima Donna de Rufus Wainwright en el Teatro Colón de Buenos Aires
Prima Donna de Rufus Wainwright en el Teatro Colón de Buenos Aires

En las noches del 19 y 20 de febrero, un público numeroso se dio cita en el Teatro Colón de Buenos Aires. El compositor Rufus Wainwright presentó allí a Prima Donna, en un concierto denominado sinfónico-visual.

La orquesta dirigida por Bernardo Teruggi se ubicó en el escenario inmenso con sus telones de boca recogidos. Allí se colocaron también los tres cantantes solistas. Al fondo, una pantalla gigante anunciaba que sería la encargada de brindar imágenes. El espectáculo presentado como concierto sinfónico-visual tenía como finalidad la interpretación de algunos fragmentos de la ópera de Wainwrigth. Fueron tres los atletas del canto que ahondaron en los personajes de la obra. Una iluminación precisa los acompañó en sus momentos de canto.

La escritura musical de las partes interpretadas es complicada y, al mismo tiempo muy clásica. La melodía surge con cierta facilidad aunque los cantantes deban librar una batalla continua entre agudos de gran extensión. Guadalupe Barrientos, mezzosoprano, cantó con aplomo y excelente escuela. Su fraseo fue nítido y convincente. La soprano Oriana Favero mantuvo una exquisita línea de canto y dio con intensidad los agudos requeridos. El tenor Carlos Ullán supo mantener un diálogo con una línea de canto precisa. Los textos, en excelente francés aparecían también en nuestro idioma. Es menester recordar que fueron solamente partes de la ópera Prima Donna y, por eso describiré brevemente el argumento.

Wainwright concibió su presentación como un concierto sinfónico visual. Los cantantes deben meterse totalmente en tres personajes del drama. Una cantante llamada Regine Saint Laurent lucha para volver a los escenarios con el papel de Leonor de Aquitania. La gran pantalla muestra escenas de una película donde aparece aquella soprano. Es una mujer mayor que lucha entre sus ansias artísticas y la belleza perdida. El compositor pensó todo como un homenaje a María Callas. Aparecen algunas fotografías suyas pero sabemos bien que Callas se retiró de los escenarios con gloria. Su dedicación a la enseñanza del canto fue un dechado de virtuosismo y supo trasmitir con fidelidad, lo aprendido de la gran Elvira de Hidalgo junto a sus propias geniales intuiciones.

Después del concierto sinfónico visual, Wainwrigth ejecutó en piano y cantó algunas canciones propias. Se revistió para ello con una gran capa operística con vivos dorados. La música pop invadió así la augusta sala del Colón. El público al parecer, mostró mayor entusiasmo con estas obras. En mi opinión, no llegó a juzgar a la orquesta y a los tres cantantes sobresalientes que dieron vida a las pocas escenas de la ópera Prima Donna.

Los ecos de este concierto sinfónico—visual que han aparecido en los medios de comunicación mencionan especialmente su segunda parte. Debo recordar que el Metropolitan de New York no aceptó a Prima Donna. Al parecer, la objeción vino a causa del francés. De todas maneras y en pleno verano porteño, fueron muchos los que se dieron cita en el Colón.

Roberto Sebastián Cava