“Prokofiev for two”: cuestión de entendimiento

Prokofiev for two
Prokofiev for two

“Prokofiev for two” es el título del particular álbum que los pianistas Martha Argerich y Sergei Babayan presentan conjuntamente en el sello Deutsche Grammophon con una serie de transcripciones para piano a cuatro manos de obras de Sergei Prokofiev. El propio Babayan ha sido el encargado de realizar estos arreglos, que dedica a la pianista argentina como prueba del profundo afecto y la grandísima amistad que los une durante décadas.

Las muestras del entendimiento entre estos dos colosos del piano actual son totales en este recital, grabado en Schloss Elmau en noviembre de 2017, y que arranca con una amplia selección del ballet Romeo y Julieta op. 64, una colección de 12 piezas en las que la esencia de la partitura original para orquesta se mantiene intacta en la transposición pianística de Babayan, un intérprete que ha estudiado profundamente los entresijos de la instrumentación, el lenguaje y la técnica compositiva de Prokofiev, algo que se manifiesta ampliamente en estas geniales transcripciones de su propia autoría. Su compañera no le va a la zaga, ya que Argerich ha interpretado en infinidad de ocasiones las sonatas o los conciertos del compositor soviético, erigiéndose en una de las grandes expertas de la actualidad en su obra.

Desde los macizos y turbulentos acordes al unísono del Prólogo, asistimos a un caleidoscopio musical que nos hace transitar por algunos de los más significativos fragmentos individuales del ballet, que Babayan ha reordenado y en los que abundan las páginas de gran componente rítmico, auténtica piedra de toque en este ejercicio maestro de coordinación, como la insoslayable Danza de los caballeros, la Danza matutina, la Gavota (cuyo material está en el tercer movimiento de la Sinfonía clásica), la Danza popular, la Danza con mandolinas, la Serenata matutina (ambas con mandolina en el original) o la Danza de las cinco parejas. 

Extractos que explotan todas las posibilidades armónicas y rítmicas del instrumento y que adquieren nuevos mimbres sonoros por medio de una compenetración absoluta entre ambos artistas a la hora de extraer sonoridades y tímbricas sumamente variadas de un mismo teclado, en el que aúnan un despliegue técnico en ocasiones electrizante, de una limpieza colosal, y con una digitación tan marmórea como cristalina. La espectacular experiencia sonora se corona con una vertiginosa lectura de “La muerte de Tebaldo” a cargo de Romeo y su posterior cortejo fúnebre, de un vigor absolutamente único. Previamente se inserta el movimiento más extenso de esta suite improvisada, “Romeo y Julieta antes de partir”, que aquí en las cuatro manos sigue siendo un dechado de delicada poesía y apasionado lirismo, y que define la intención de Babayan de equilibrar la continuidad discursiva tras todas las animadas piezas de danza y justo antes de la trepidante y dramática pieza final con que remata el ciclo.

Complementan el trabajo discográfico con otras páginas menos conocidas del autor ruso. Así, encontramos ejemplos de música incidental, como la inquietante y tenebrosa pieza “El fantasma del padre de Hamlet” del Hamlet op. 77, o las amables Mazurka y Polka de Eugene Onegin op. 71. En esa línea bailable que rige gran parte del álbum se enmarca el segundo Vals Pushkin en do sostenido menor op. 120, escrito para el 150 aniversario del nacimiento del dramaturgo ruso en 1949. No falta otro vals, el de Natasha y Andrei de la magna ópera Guerra y Paz, un nuevo ejemplo de la asombrosa adaptación de ambos intérpretes a los ritmos de salón que jalonan gran parte de la producción musical de corte “realista” de Prokofiev, como el de Polonesa en la banda sonora para La dama de picas op. 70, que se completa con la “Idea fija” de dicho film.

En suma, una auténtica delicia para la escucha este “Prokofiev for two” que viene a convertirse en un documento antológico de la discografía mundial. Absolutamente recomendable por dos motivos: por lo bello y sincero de la dedicatoria de Babayan hacia su colega Argerich y por la oportunidad de asistir a la íntima comunión interpretativa de dos figuras únicas y difícilmente superables en el arte pianístico.

Germán García Tomás