in maschera Scala Por Bernardo Gaitán
Un ballo in maschera es sin lugar a dudas una de las óperas más conocidas de Giuseppe Verdi. Del título se conocen todas las arias, por supuesto la historia de la trama y de la censura; pero por alguna extraña razón no se representa tanto como Traviata o Rigoletto. El Teatro alla Scala acaba de presentar en este mes de mayo una nueva producción con un elenco de primer nivel y que desde antes de su estreno sufrió algunos imprevistos. Por ejemplo, el director que debía dirigir originalmente la orquesta era Riccardo Chailly, el titular del teatro, pero por una indisposición durante los ensayos debió ser sustituido por Nicola Luisotti para las primeras 5 funciones y por Giampaolo Bisanti para las últimas dos. in maschera Scala

Esta nueva producción marcó el debut en el teatro milanés del director suizo Marco Arturo Marelli, quien firmó la puesta en escena, la escenografía y los vestuarios. Su trabajo es irregular. Por un lado, el ingenioso diseño escenográfico y el cuidado vestuario evidencian su talento y creatividad: refinados frescos renacentistas adornan el escenario en el primer acto, un místico bosque con luna llena, el segundo y una elegante villa europea con altos ventanales acoge la fiesta del acto conclusivo, donde el elegante vestido rojo de Amelia, la insinuante túnica de Ulrica o las soberbias y regias prendas de Riccardo envuelven la ópera del ambiente idóneo, justo como fue descrito por Antonio Somma en el libreto original. Por otro lado, la dirección escénica resulta burda, banal y por momentos ridícula. El cliché del cliché es la constante en esta propuesta de Marelli: poner al coro a bailar estilo can-can su parte en ‘Ogni cura si doni al diletto’, la forma casi ofensiva en que Riccardo esconde la nota en la bolsa del marinero, un mimo vestido de muerte que aparece de vez en cuando en escena y finalmente abraza a Riccardo mientras cae el telón demeritan el resto de su trabajo. Que una sola persona haga tres diseños tan importantes es riesgoso, pues como reza el dicho: “el que mucho abarca, poco aprieta”. in maschera Scala
En el foso de la orquesta estuvo Giampaolo Bisanti -a quien vimos concertando la Adriana Lecouvreur el pasado abril- quien demostró una vez más que es un gran director verdiano. Las dinámicas propuestas fueron óptimas, los tiempos enérgicos y electrizantes así como emotivos y melancólicos según lo requería el momento. Destacaron la obertura y el Prelude del segundo acto. La batuta del director milanés fue precisa y siempre cuidadosa de sus cantantes, sobre todo del tenor ,quien en un preciso momento necesitó un soporte adicional debido a una evidente indisposición. in maschera Scala

El tenor y consentido de la Scala Francesco Meli interpretó un sobrio y tradicional Riccardo. El color inconfundible del cantante genovés hace que su registro central sea muy apreciable, mientras que conforme asciende a los agudos y sobreagudos su voz se metaliza y un excesivo vibrato interfiere con el squillo que busca conseguir. Durante el aria del tercer acto y punto neurálgico de la ópera –‘Ah se m’è forza perderti’–, Meli sufrió algún tipo de malestar que le hizo palidecer y casi desmayarse en el escenario. No obstante, en vez de plantearse abandonar, aguantó el tipo, lo cual le honra, y logró terminar su aria –eso sí– visible y audiblemente en apuros. Finalmente hizo mutis de forma dramática para pedir ayuda médica tras bambalinas, y cuando le tocaba regresó, aún pálido pero un poco más estable vocalmente, para finalizar la ópera.
El rol de Amelia fue interpretado por la soprano Sondra Radvanovsky. La cantante estadounidense tiene muchas tablas en el personaje y su presencia escénica es innegable, así como su calidad en el registro agudo. Además, su fiato es envidiable y su limpieza vocal la consolida como un referente actual del repertorio. No obstante, cuando incursiona en el registro grave tiende a abandonar la depurada técnica, engolando y engrosando a propósito las notas por debajo de un Mi central. Probablemente de este modo intenta cargar de dramatismo su interpretación, emulando sufrimiento, y funciona, porque este placebo escénico parece gustar al público. Curioso. Mejores momentos: la interpretación de ‘Morrò, ma prima in grazia’ así como el dueto con Meli del segundo acto ‘Teco io sto…. M’ami, m’ami’.

Mención aparte requiere Ludovic Tézier encarnando al traicionero Renato en las últimas dos funciones (las primeras 5 fue Luca Salsi). Con su potente y elegante voz, el cantante marsellés cubrió las paredes de la Scala con sus armónicos brillantes que le valieron ser literalmente el más aplaudido de la noche. Aunando a su perfecta pronunciación italiana, su portamento inmaculado y su limpio fraseo verdiano, se revalidó como uno de los mejores barítonos del momento. El teatro ovacionó por varios minutos (se pensaba incluso en un bis) el ‘Eri tu che macchiavi quell’anima’, pues Tézier, con la elegancia y el buen gusto que lo caracterizan, verdaderamente brindó una versión de antología.
Igualmente aplaudido fue el paje Oscar de una chispeante y simpática Federica Guida, quien siempre entonada y atenta a la interpretación brilló con luz propia en sus arias ‘Volta la terrea’ y ‘Saper vorreste’, interpretadas sin pausas. Por su parte, el dueto de conspiradores Samuel y Tom, interpretados por el bajo-barítono rumano Sorin Coliban y el bajo sudcoreano Jongmin Park respectivamente, fueron a pesar de su corta participación igualmente muy bien interpretados. Mientras que la mezzosoprano alemana Okka von der Damerau ofreció en las últimas dos fechas una Ulrica clásica que pasó sin pena ni gloria (las anteriores cinco fueron de Yulia Matochkin).
El coro del Teatro alla Scala, dirigido por Alberto Malazzi fue -una vez màs- uno de los puntos fuertes de la noche. Como mera curiosidad, durante el curtain call desde el loggione algunos abucheos fueron dirigidos a Meli -probablemente por el inconveniente sanitario pues usualmente es vitoreado- y sin justificación alguna para Radvanovsky.
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Teatro alla Scala – 19 mayo 2022. Un ballo in maschera – Giuseppe Verdi. Giampaolo Bisanti, concertador. Marco Arturo Marelli, dirección escénica, escenografía y vestuario. Marco Filibeck, iluminación. Reparto: Francesco Meli, Riccardo. Ludovic Tézier, Renato. Sondra Radvanovsky, Amelia. Okka von der Damerau, Ulrica. Federica Guida, Oscar. Livia Holender, Silvano. Sorin Coliban, Samuel. Jongmin Park, Tom. Costantino Finucci, giudice. Paride Cataldo, servo. Nueva producción del Teatro alla Scala. Orquesta y Coro del Teatro alla Scala. Alberto Malazzi, maestro del coro. Opera World