Quintetos con piano de Mozart y Beethoven: armoniosos paralelos

 

Quintetos con piano
Quintetos con piano

Las figuras de Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven se hermanan a través de dos de sus obras de cámara más logradas en este primer trabajo discográfico del conjunto español aunque de nombre francés Harmonie du soir que edita el sello Play Classics. Los quintetos para piano y vientos de ambos autores son la carta de presentación del grupo liderado por el pianista Enrique Bernaldo de Quirós. Un par de obras deliciosas completamente hermanadas y paralelas entre sí, pues el Quinteto op. 16 de Beethoven estrenado en 1797 es heredero directo del Quinteto KV 452 de Mozart datado en 1784, y sigue en todo momento el modelo establecido por el salzburgués, desde la compartida tonalidad de mi bemol mayor hasta el interés por parte del compositor alemán de escribir también una introducción lenta en el primer movimiento, una característica que, en el caso del quinteto de Mozart, le acerca a los postulados románticos.

Ambas partituras, gemelas en lo estilístico y de un alarde melódico sin parangón, no cuentan con un extenso catálogo de grabaciones en el mercado y la presente viene a convertirse en una referencia insoslayable de estos dos quintetos. Defendidos con absoluto esmero por parte de Harmonie du soir, sus componentes brindan un riquísimo trabajo tímbrico que potencia la formidable toma de sonido que acostumbra a realizar Play Classics desde el punto de vista de la nitidez sonora. El carácter concertístico para el piano de las dos obras se diluye en ocasiones en favor de una participación colectiva en el reparto del material temático, y aquí el liderazgo discursivo de Enrique Bernaldo de Quirós es palmario y manifiesto a través de una pulsación ágil y fluida. A su toque elegante, preciso y matizado se amolda toda la belleza y calidez instrumental que llega a extraer cada uno de los vientos: el oboe de Carlos Fortea Balaguer, el clarinete de Silvia Insa Llopis, el fagot de José Vicente Tatay Llusar y la trompa francesa de José Francisco Fortea Balaguer, todos atravesados por un gran sentido de la cantabilidad. Un colorido juego de sonidos aéreos y cuidada textura instrumental que se convierte en una placentera y estimulante experiencia sonora, elevada a los más altos niveles en los movimientos lentos de estas dos joyas de la música de cámara de finales del siglo XVIII que aplaudimos por su puesta en valor.

Germán García Tomás