El maestro Ramón Tebar alcanzó, la semana pasada un memorable éxito en su comparecencia en la ópera de Cincinatti conduciendo Romeo y Julieta de Gounod, una obra de intenso romanticismo que permite a un director con inspiración, como es su caso, sugestionar la gama de contrastes desde los raptos liricos, singularmente las dos arias de los protagonistas o los dúos de amor de los actos segundo y cuarto o el de la muerte de los dos enamorados que cierra la obra, a las intensidades dramáticas, como la escena de la muerte de Teobaldo. Es una obra de gran belleza melódica y el director, inspirado como pocos, supo seducir a los músicos a sus órdenes para que con su sonido fueran el medio que enmarcase a las voces. A destacar la seda de los arcos en los dúos del segundo, cuarto y quinto acto, seduciendo el rapto embelesado de los amantes.
La prensa local destacó especialmente esta labor, singularmente el «Cincinatti Business Courier» que en la crítica firmada por Janelle Gelfand dijo: «En el foso, Ramón Tebar intensificó a la Orquesta Sinfónica de Cincinnati con un sonido de sangre roja en la obertura y proporcionó una dirección refinada durante toda la noche. Los momentos orquestales memorables incluyeron la calidad reverente de la música en las escenas de la iglesia, los solos orquestales finos y el impresionante cuarteto de violonchelo que introdujo la escena de la noche de bodas». Igualmente elogiosos para el maestro valenciano, fueron los comentarios on line de «Jay Harvey Upstage» y «Rafael’s Music notes». La prueba de este reconocimiento es que al joven director se le han propuesto nuevas actuaciones en el coliseo operístico de la destacada capital de Ohio.
Cabe alabar las voces de Nicole Cabell, una sugestiva Julieta de cristalina voz carnosa y cautivadora emisión, en un papel que ha interpretado en muchos de los mejores teatros del planeta. Especialmente significativa fue la presencia del joven tenor de 27 años Matthew White quien casi recién salido de la escuela de canto de Filadelfia, sustituyó a pie de escenario a Frédéric Autoun. Es evidente que la eficacia de la batuta permitió al joven solista de fértil agudo, frasear a placer, alcanzando un considerable éxito, a lo que contribuyó además su apostura física.
Junto a los dos protagonistas hay que hacer mención de Hadleigh Adams que encarnó a Mercutio, Piotr Buszewski que compuso un carismático Tibaldo y Kenneth Shaw que llevó a cabo una actuación profundamente conmovedora como el humano el fray Laurentio, que trata de ayudar a los enamorados.
La escénicamente, la obra presentada en Cincinatti fue una nueva coproducción con la Ópera de Minnesota con una puesta en escena de Matthew Ozawa, que hizo uso de una dinámica de impotente aspecto y un juego de grandes rosas rosas proyectadas en 3D, que cambiaron los colores de rojo a azul, en una apuesta del diseño escénico de William Boles. El simbolismo tenía una evidente significación en una ópera de tanta intención romántica.
Kenneth Grant Rosado