Recital de compositores argentinos en Buenos Aires con Víctor Torres (Barítono) y Tomás Bellicora (Piano)



El final del año coincidió también con el cierre de una serie de aniversarios que tuvo como protagonistas a dos reconocidos compositores argentinos: Carlos Guastavino y Alberto Williams, de quienes se cumplieron 100 y 150 años de sus nacimientos, respectivamente. Por tal motivo y bajo la coordinación de Tomás Ballicora hemos tenido el gusto de disfrutar en Buenos Aires de un Festival que a lo largo de todo el 2012 presentó una amplísima gama de obras de los dos creadores, incluyendo piezas para piano, para conjuntos de cámara y para canto y piano, muchas de ellas verdaderos reestrenos.  Esa mala costumbre que tenemos los argentinos (y creo que no sólo nosotros) de no valorar en su justa  medida el talento de nuestros artistas, condenando a muchas de sus obras a caer en el más injusto olvido, ha provocado que mucho del corpus de nuestros autores no haya sido programado más que esporádicamente, cuando no permanece inédito..
El ciclo llegó a su fin y lo hizo con un recital de campanillas que brindó el reconocido barítono Víctor Torres, de destacadísima actuación en Europa tanto como en la Argentina, acompañado al piano por el propio Tomás Ballicora.
La solvencia de Torres como cantante de este repertorio no es un secreto. Lo conoce, lo gusta y lo estudia y sus versiones han quedado registradas en varios Cds a lo largo de su carrera, pero esa frecuentación no le ha restado un ápice de frescura y de sinceridad en sus interpretaciones, creciendo en cada presentación para entregar una gama de matices siempre equilibrada y de tan buen gusto que vuelve una gema a cada pieza interpretada.
El repertorio afrontado en esta ocasión en la camarística sala del teatro La Scala de San Telmo, incluyó obras de Carlos Guastavino, Felipe Boero, Julio Perceval, Andrés Gaos, Carlos López Buchardo, Ariel Ramirez y Alberto Williams; algunas de ellas verdaderos descubrimientos, interesantes exponentes de los diversos estilos y de las evoluciones estéticas del género.
 Verdadero placer brindaron su interpretación del «Soneto II de Quevedo» de Guastavino de quién, además de otras obras, cantó como bis, una memorable «Pampamapa» plasmada con un nivel de matices y de riqueza nada común; la deliciosa «Triste me voy a los campos» de Perceval; «Silence» de López Buchardo con su espíritu tan Belle èpoque; y la bellísima «Vidalita» de Williams con la que emocionó sin ambages a la sala, mientras que otro tanto logró con «Alfonsina y el mar» de Ramirez, incluida también como bis.
Un uso exquisito de medias voces, un fraseo sin fisuras, clara dicción y un registro que se mostró parejo y afinado en toda su extensión fueron las armas con las que el artista ganó el reconocimiento del público que lo ovacionó.
Tomás Ballicora fue en la ocasión un acompañante de lujo, sacando del piano las sonoridades justas y amalgamándolo con la voz, dando el paisaje sonoro que cada pieza y cada texto exigen.
El final de este 2012, tan pródigo en incertidumbres en tantos aspectos, nos regaló esta certeza de contar con artistas capaces de entregarse al arte y enriquecernos a fuerza de talento.
Prof. Christian Lauria