Este recital de Joyce DiDonato formaba parte desde un principio de la programación del Liceu. Lo que no formaba parte de dicha programación era su presencia en la ópera I Capuleti è I Montecchi, pero la cancelación de Elina Garanca ha traído consigo que la diva americana haya decidido tomar el lugar de la mezzo soprano letona, aunque eso le haya llevado a un programa de actividades muy exigente. Efectivamente, Joyce DiDonato cantó la representación del pasado Domingo día 25, para cantar el recital que nos ocupa dos días más tarde, volviendo a aparecer como Romeo en la ópera de Bellini mañana, dando un recital en Madrid el día 30 de Mayo, para acabar con su compromiso liceísta el próximo día 1 de Junio. En una semana 3 óperas y dos recitales se me hace una actividad un tanto excesiva y hasta peligrosa.
Todos los aficionados conocen la calidad de cantante que atesora Joyce DiDonato, pero lo que seguramente no conocen es su gran capacidad para comunicarse con el público, derrochando simpatía y naturalidad. Así lo hizo prácticamente en cada una de sus intervenciones, explicando cómo su recital supone una vuelta por la música del mundo, empezando con zarzuela española y terminando con el musical americano. Si cantar es muy importante en un recital, casi lo es tanto la capacidad del artista para conectar con su público y en eso la americana demostró una habilidad al alcance de muy pocos artistas.
El programa presentado por Joyce DiDonato comenzaba con música española (De España vengo), donde demostró que su español ha mejorado de manera más que notable y cantó con soltura y desparpajo. Siguió con tres canciones de Sheherazade de Maurice Ravel, donde cantó con delicadeza y buen gusto, aunque creo que no son piezas para un recital en un espacio tan grande como el Liceu, sino mucho más apropiadas para espacios mas reducidos. Supongo que funcionarán mejor en el Teatro de la Zarzuela pasado mañana. Terminó la primer aparte con Bel raggio lusinghier de la Semirámide de Rossini, donde mostró buena coloratura y alguna apreturas en las notas más altas.
La segunda parte la abrió nuevamente con música española, tres tonadillas de la Maja Dolorosa de Enrique Granados, bien cantadas y adecuadas a su voz. Quizá lo mejor del recital vino a continuación con una exquisita interpretación del aria de Almirena Lascia ch’io pianga, donde estuvo insuperable. Quizá lo menos apropiado del recital vino a continuación con una serie de canciones antiguas con arreglos del pianista acompañante Craig Terry, que fueron resueltas con más simpatía que brillantez.. Terminó el recital brillantemente con el aria de Elena en La Donna del Lago Tanti afetti, donde volvió a brillar con luz propia.
En las propinas volvió a meterse al público en el saco con su simpatía, tablas y canto brillante. Comenzó con una canción americana As a Child, de Irving Berlin, que inmortalizara Judy Garland. Siguió con una magnifica interpretación de Morgen de Richard Strauss, terminando con la muy conocida Over the Rainbow, de la película El Mago de Oz.
Le acompañó al piano de manera un tanto ruidosa Craig Ferry . Un recital que efectivamente cubrió músicas del mundo, ofrecido por una gran artista, que es una comunicadora excepcional.
José M. Irurzun
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