Hablemos del sustantivo «Frauenschwarm». Lo he localizado a propósito de Jonas Kaufmann no tanto en las revistas de ópera como en la femeninas. Y no es fácil traducirlo al español. Acaso «rompecorazones», pero urge aportar a la definición el concepto de «inalcanzable». Para las mujeres que se excitan con sus poses de castigador. Para los hombres con pensamientos oscuros. Y para los cantantes. Kaufmann es inalcanzable porque los ha rebasado a todos hasta erigirse en la figura máxima de la ópera, con todos los síntomas de una hegemonía duradera.
Lo demuestra el éxito de su Fidelio (Beethoven) en el Festival de Salzburgo. Kaufmann abrumó con su voz abaritonada y oscura, pero también lo hizo desde su personalidad escénica, asumiendo el peso de la dramaturgia, ejerciendo una fascinación que sobrepasa las convenciones operísticas.