Crítica: El debut de Regula Mühlemann en el Carnegie Hall

Regula Mühlemann en el Canegie Hall Por Carlos J. López Rayward

El escenario del Carnegie Hall de Nueva York continúa teniendo la mística de los grandes recintos de la música internacional, conseguida a través de décadas de interpretaciones legendarias.

El recital de la soprano suiza Regula Mühlemann y la pianista rusa Tatiana Korsunskaya concitó el interés del público de Nueva York, que llenó la más recoleta Weil Hall, paredaña con la legendaria sala principal, en una velada memorable para las intérpretes, llena de matices musicales y una interpretación que anticipa una carrera prometedora.

Canegie Hall. Regula Mühlemann, soprano. Tatiana Korsunskaya, piano. OW
Canegie Hall. Regula Mühlemann, soprano. Tatiana Korsunskaya, piano. OW

El programa, cuidadosamente seleccionado, abarcó un amplio espectro de la literatura vocal, desde el lirismo del clasicismo hasta la naturalidad expresiva del siglo XX.

La primera parte del concierto estuvo dedicada a las obras de compositores románticos. Mühlemann inició con una selección de lieder de Franz Schubert, incluyendo «Viola,» D. 786, «Die Gebüsche,» D. 646, y «Der Musensohn,» D. 764. La simplicidad melódica y profundidad emocional de estas piezas fueron interpretadas con atención y sensibilidad.

Regula Mühlemann atesora un timbre amabilísimo. La voz, que corre flexible en todo el registro, es por su juventud de una frescura floral, casi insolente. El estilo es, por lo común, desendafado y acaso superficial, pero su actitud ante la música es siempre atenta y respetuosa.

El recital se abrió con la emocional y alegórica «Viola», donde Mühlemann capturó al público con un canto directo y con su tono cálido y delicado. Fue un gran comienzo. Le siguió «Die Gebüsche,» sobre la excelente base pianística de Korsunskaya, la soprano se afanó en una dicción clara y matizó cada frase con una interpretación que dibujó con un canto lujoso y sincera emoción la belleza de la naturaleza y los sentimientos humanos. La alegre y vivaz «Der Musensohn,» permitió a Mühlemann mostrar su agilidad vocal y su encantadora presencia escénica, sin bien apreciamos una línea vocal algo apretada y más simple en la exposición.

Korsunskaya, al piano, ofreció un acompañamiento equilibrado y supeditado con generosidad al canto. La pianista rusa destacó en las secciones más complejas de «Die Gebüsche,» donde su habilidad para mantener la textura rítmica y melódica fue crucial para apoyar la narrativa vocal.

La soprano suiza Regula Mühlemann
La soprano suiza Regula Mühlemann. Foto: Shirley Suarez

Continuando con el programa, Mühlemann interpretó canciones de Richard Strauss, incluyendo el ciclo «Mädchenblumen» y «Ständchen,» Op. 17, No. 2. Strauss con su exuberancia lírica y sus ricas armonías, aumentó la intensidad musical del programa tras los aperitivos schubertianos.

En «Mädchenblumen,» Regula Mühlemann desplegó buen canto, desde la suavidad lírica hasta los momentos de gran intensidad emocional, más atenta a la técnica que a la expresión. En «Efeu» (Hiedra) Mühlemann se enfrentó a frases peliagudas en lo más bajo del registro. Esos territorios son terreno pantanoso para la soprano, cuya voz aún debe ensanchar en esa parte. No obstante, Mühlemann cantó con verdad, por derecho y sin esconderse, sin ensombrecer la línea ni engolar el sonido, desplegando un encanto sin artificio muy aplaudido por el público.

En la deliciosa «Ständchen,» con su carácter romántico y su melodia envolvente, disfrutamos de una versión atmosférica e intencionada de Korsunskaya al piano. A Mühlemann le faltó poesía y profundidad, pero salio al paso con donosura en los saltos vocales y las florituras melódicas de la canción de Strauss.

Tras el intermedio, la segunda parte del recital ofreció una paleta diversa de obras de compositores del siglo XX y XXI. Destacó la interpretación de «Six Elizabethan Songs» de Dominick Argento, un ciclo de canciones que combina textos poéticos elisabetanos con un lenguaje musical moderno y accesible. Mühlemann demostró su versatilidad al abordar este repertorio más moderno y técnicamente desafiante. Su habilidad para adaptarse a diferentes estilos quedó patente en estas piezas, así como su capacidad para transmitir las emociones subyacentes en cada obra.

Las canciones de Argento fueron bien servidas con nuestras dos solistas, destacando la infalibilidad de la pianista, así como la habilidad de Mühlemann para navegar por los cambios de carácter y tempo. Será interesante comparar esta versión de juventud con la Mühlemann del futuro, cuando los años y la experiencia hayan dejado en la voz y en la intérprete su irremediable poso de sabiduría.

Canegie Hall. Regula Mühlemann, soprano. Tatiana Korsunskaya, piano. OW
Canegie Hall. Regula Mühlemann, soprano. Tatiana Korsunskaya, piano. OW

El clímax de la noche llegó con una selección de canciones de Frank Bridge. Estas piezas, representativas del estilo lírico y por momentos introspectivo e hiperrealista de Bridge, ofrecieron una exploración de texturas sonoras más atrevidas y armonías complejas. En la bella y elegante, «Golden Hair,» Mühlemann capturó la atmósfera etérea y onírica de los textos de James Joyce, mientras que en «Mantle of Blue», nana fúnebre, su interpretación evocó una sensación de profunda melancolía y belleza. «Isobel» fue cantada de manera expansiva y apasionada, y «Berceuse» sonó algo plana e inexpresiva.

Tras una encantadora versión «Go Not, Happy Day», con su carácter más vivaz y optimista, llegamos a la pieza final, «Love Went A-Riding,» un cierre espectacular aunque la voz parece no estar aún en la cúspide de sus posibilidades. El tiempo corre, empero, a su favor.

El agradable y variado concierto de Regula Mühlemann y Tatiana Korsunskaya en el Carnegie Hall fue una celebración del innegable talento de ambas. El público de Nueva York las arropó en su estreno desde el comienzo a los bises finales. Este éxito neoyorkino agura alegrías futuras para las intérpretes, y despierta en el público el interés de seguir los próximos pasos en la prometedora carrera de esta joven soprano.

Regula Mühlemann, una soprano en ascenso

La soprano Regula Mühlemann, nacida en 1986 en Adligenswil, cerca de Lucerna, estudió en el conservatorio local con Barbara Locher. Ganó reconocimiento en 2011 al interpretar el papel de Ännchen en «Der Freischütz» de Weber en la producción cinematográfica «Hunter’s Bride», dirigida por Daniel Harding.

Debutó en el Festival de Salzburgo en 2012. En 2013, Sir Simon Rattle la contrató como Papagena en «La flauta mágica» de Mozart en el Festival de Pascua de Baden-Baden, y luego interpretó el mismo papel en la Opéra National de París, el Festival d’Aix-en-Provence y la Ópera Nacional de los Países Bajos. Ha actuado como Susanna (Le nozze di Figaro) y Blonde (Die Entführung aus dem Serail) de Mozart, Adina (L’elisir d’amore) de Donizetti y Adele (Die Fledermaus) de Johann Strauss en la Staatsoper de Viena; como Echo en «Ariadne auf Naxos» de Richard Strauss en La Scala de Milán; y como Bellezza en «Il trionfo del Tempo» de Handel con Cecilia Bartoli en el Festival de Pentecostés en Salzburgo.

En el verano de 2022, Mühlemann regresó al Festival de Salzburgo como Pamina en «La flauta mágica». En la temporada 2022-23, interpretó a Euridice en «Orfeo ed Euridice» de Gluck en el Théâtre des Champs-Elysées en París, Gilda en «Rigoletto» de Verdi en el Theater Basel, y Fiorilla en «Il turco in Italia» de Rossini en la Staatsoper de Hamburgo. Debutó en el festival de Lucerna en 2023 y en 2024 ha cantado la Marie de «La Fille du régiment» en Monte Carlo.

OW 


Weil Hall, Carnegie Hall, a 8 de mayo de 2024. Regula Mühlemann, soprano. Tatiana Korsunskaya, piano.

Obras de Franz Schubert, Richard Strauss, Dominick Argento, Frank Bridge.