Auditorio El Baluarte 31 Octubre 2013.
En estas fechas El Baluarte de Pamplona celebra el décimo aniversario de su inauguración con una serie de conciertos, en los que no ha faltado el homenaje a Giuseppe Verdi con su Misa de Réquiem. Además lo ha querido hacer en un concierto que podríamos llamar foral, ya que tanto orquesta y coro como los solistas eran todos navarros. La única excepción ha sido la mezzo soprano, que sustituyó a última hora a la previamente anunciada, que habría completado la nómina foral. Me adelanto a decir que la idea me parece digna de elogio, pero no deja de ser más un deseo que una realidad, ya que Verdi requiere unas voces que no son precisamente las que los solistas forales pueden ofrecer, por buena voluntad que pongan en el empeño y por notable que pueda ser su calidad y musicalidad.
Al frente de todas las fuerzas musicales estuvo el polaco Antoni Wit, actual director de la Orquesta Sinfónica de Navarra. El maestro Wit ha demostrado ser un director muy experimentado, capaz de controlar perfectamente las numerosas fuerzas colocadas bajo su inexistente batuta. Me pareció una dirección más brillante y adecuada en los conjuntos, especialmente en el Dies Irae y en el Sanctus, que en los momentos de mayor recogimiento, donde el interés y la tensión decaían. Me da la impresión de que el polaco está haciendo un notable trabajo con la Orquesta Sinfónica de Navarra, cuyo sonido me ha resultado mejor que en otras ocasiones. Notable también la actuación del Orfeón Pamplonés, mejor en las mujeres que en los hombres y en el caso de estos últimos, mejor las voces graves que los tenores. En resumen, una buena versión musical.
El cuarteto solista ofrecía tres voces navarras, al haber causado baja Francisca Beaumont. Vayamos por partes.
Sabina Puértolas es una soprano ligera de voz atractiva y una notable técnica, pero su campo natural de actuación es el de la ópera barroca, para la que es muy solicitada por destacados maestros especialistas en ese tipo de música. Nada que objetar, por tanto, a su canto ni a su musicalidad, pero del barroco a Verdi hay una gran distancia y Sabina Puértolas no puede cubrirla, independientemente de que ponga toda su mejor voluntad en el empeño. No tiene graves, el agudo en forte es problemático y le falta peso en el centro para cantar esto.
La mezzo soprano Renata Lamanda sustituyó a Francisca Beaumont, quien canceló por enfermedad. La italiana se encontraba en Pamplona, donde había participado en las representaciones de Il Trovatore, y nada más lógico que contar con ella para la ocasión. Su voz es adecuada para cantar Verdi, aunque no esté sobrada de calidad tímbrica. Cumplió con solvencia.
Tampoco Jose Luis Sola es un tenor verdiano. No pasa de ser un tenor ligero y aquí se necesita un lírico pleno, si no un tenor spinto. A pesar de su escasa adecuación, José Luis Sola estuvo francamante bien, ya que su voz corría bien en el auditorio y nunca le faltó musicalidad. Cantó un buen Ingemisco.
Iñaki Fresán no está para estos trotes. No es una voz de bajo, el tamaño es reducido, tiene un molesto vibrato en el centro y por abajo es inaudible. Todavía habría que añadir que entró a destiempo en Tuba mirum.
El Baluarte ofrecía una entrada de alrededor del 90 % del aforo. El público se mostró cálido con los artistas en los saludos finales, donde no hubo mucho entusiasmo.
El concierto comenzó con la proyección de un video relativo a los 10 años de vida del Baluarte. El Réquiem tuvo una duración estrictamente musical de 1 hora y 24 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante 5 minutos.
El precio de la localidad más cara era de 38 euros, habiendo también localidades por 32 y 26 euros. Buena la relación precio-calidad.
José M. Irurzun