Estos comentarios corresponden a la primera función de lo que podríamos llamar tercer reparto de Rigoletto, aunque bien podría considerarse también como el primero de ellos. Como es bien sabido, Leo Nucci era el Rigoletto del primero de los repartos programados, pero el barítono italiano estaba contratado para cantar únicamente 4 representaciones del título. Así pues, estamos ante el reparto titular, en el que simplemente se sustituye la figura de Leo Nucci por el barítono español Juan Jesús Rodríguez.
Nada tengo que comentar sobre la producción escénica de David McVicar. Simplemente, espero que los espectadores hayan salido del teatro con la idea clara de que la corte de Mantua es un puro burdel.
Tampoco hay nada nuevo que comentar sobre la dirección de Nicola Lusotti. Me resultó menos enérgica de lo esperado en el primer acto, aunque recobró toda la tensión dramática a partir del segundo acto.
El mayor interés de esta representación, al menos para mí, era la presencia de Juan Jesús Rodríguez como Rigoletto. No ha pasado todavía un mes desde que le vi en el mismo personaje en Pamplona y tenía interés por comprobar si era capaz de cantar e interpretar realmente el personaje del jorobado, ya que en Pamplona primó su exhibición de poderío vocal sobre cualquier otro aspecto. Efectivamente, la interpretación del onubense ha sido mucho más medida y cuidada que en Pamplona, sin alardes vocales gratuitos. No me cabe duda de que la suya es una de las voces actuales más apropiadas para los grandes papeles de barítono verdiano y en este sentido es más apropiada para el personaje de Rigoletto que las de Leo Nucci o Luca Salsi, que le han precedido en el personaje en el Teatro Real. Tengo la impresión de que el hecho de cantar Rigoletto por primera vez en Madrid le hizo estar más envarado que de costumbre durante el primer acto, que fue lo menos convincente de su actuación. Todo rodó mucho mejor en los dos últimos actos, destacando su interpretación de Cortigiani. En la Vendetta no le faltó sino mantener más la nota final para ser aclamado. A diferencia de lo que ocurrió en días precedentes con los otros Rigolettos, Juan Jesús Rodríguez no se escapó de ninguno de los agudos de tradición. En resumen, un notable Rigoletto, más matizado que en Pamplona, y que estoy convencido de que irá a más en las siguientes funciones.
Olga Peretyatko volvió a ser Gilda y volvió a encantar al público. Tiene todas las cualidades que hoy se exigen para ser estrella en la ópera. Una figura atractiva, buenas dores de actriz, bella voz y canto expresivo son sus ingredientes. No todo en su canto es sobresaliente a mi parecer. Su Caro nome está apretado en las notas altas, lo que vuelve a repetirse en el final de la Vendetta. Lo mejor fue su actuación en el último acto.
Stephen Costello me resultó tan poco interesante como hace unos días. En el primer acto parecía aburrido en escena y eso se transmite con gran facilidad al auditorio.
Andrea Mastroni volvió a resultar un destacable Sparafucile, cumpliendo con su cometido sin mayor brillantez Justina Gringyte en la parte de Maddalena. Repetían todos los comprimarios.
El Teatro Real volvía a ofrecer un lleno casi total. El público disfrutó con la representación, habiendo aclamaciones al final para Juan Jesús Rodríguez, Olga Peretyatko y Andrea Mastroni.
La representación comenzó con 6 minutos de retraso, debidos seguramente a los controles de entrada, que no parecen muy ágiles. La duración total del espectáculo fue de 2 horas y 51 minutos, con los dos consabidos y excesivos intermedios, de los que sobra claramente uno. Duración musical de 2 horas y 3 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 214 euros, habiendo butacas de platea al precio de 204 euros. La localidad más barata con visibilidad plena era de 35 euros.
José M. Irurzun
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