12.03.2014
Una gratísima sorpresa y un éxito importante.
Se presentaba oficialmente la compañía privada de ópera Opera de Madrid después de 4 días de función con lleno y éxito.
Con un público entre el que se encontraban algunos críticos el éxito es aún mayor. Ya en los dos descansos se comentaba lo bien que iba todo y la magnifica sorpresa que suponía el inicio de una temporada de ópera en el Teatro Reina Victoria de la Carrera de San Jerónimo, en pleno centro de Madrid.
El teatro no es muy grande pero tiene una buena acústica y se pudieron escuchar a los solistas, coro y orquesta de forma espléndida.
Quién hay detrás de esta iniciativa? Pues un grupo de artistas que han aportado su dinero y el apoyo de Enrique y Alain Cornejo. Todo un reto.
Todos jóvenes –de esos que no saben cantar(¡!!!)- con una entrega total. El protagonista fue Marco Moncloa que perfiló un Rigoletto creíble y magníficamente bien cantado. Expresivo, musical, con una voz redonda y bien timbrada. Gilda fue la joven soprano Ruth González con medios sobrados, agudos espléndidos, timbre homogéneo y un físico totalmente adecuado al personaje. El Duca correspondió a José Manuel Sánchez quien posee una zona aguda brillantísima y un magnifico fiato; quizá la colocación sea un poco nasal en algunos momentos que le resta belleza a una voz bien timbrada.
Sparafucile lo interpretó el belga Piet Vansinchen de forma poderos y sobrecogedora. Finalmente Mª. José Trullu , con un timbre de auténtica mezzo, voz muy bien proyectada, asumió el rol de Maddalena.
Un coro de 10 voces masculinas, voces estupendas, dieron vida a la corte del Duca. Muy bien el resto, destacando John Heatn como Marullo.
La dirección escénica de Tom Baert demostró el intenso trabajo de ensayos. Todos comunicaron con el público también con su actuación. La producción procedía del Festival de Alden Biesen de Bélgica (Zomeropera). Sitúa la acción en los años ochenta del pasado siglo. Todo encaja perfectamente. El chulo y guapo Duca, su corte de amigos gamberros que le bailan y ríen todo, Una Gilda como estaba prevista por verdi y su libretista: muy jovencita, casi una adolescente enclaustrada por su padre. Un Rigoletto vital. Muy bien perfilados todos de forma que las emociones, sentimientos y reflexiones alcanzan a todo el público.
La orquesta creada para esta compañía sonó mejor de lo esperado –también se notaban los muchos ensayos y buena selección- aunque en algunos momentos se les notara un poco verdes. El trabajo que les espera los harán mejorar sin duda.
El maestro José Fabrá dirigió a todos con mucha inteligencia y tiempos equilibrados logrando momentos de gran intensidad como el acompañamiento del dúo de Rigoletto y Gilda del segundo acto. Magnifico el clarinete y excesivos los percusionistas.
El público aplaudió todos los números de forma cada vez más entusiasta hasta el final que, puesto en pié, aplaudió con fuerza y tiempo y braveó de forma considerable.
Éxito importante como tal y por la repercusión que puede tener en Madrid.
Francisco García-Rosado