Roberto Prosseda y el piano de Gounod

Roberto Prosseda y el piano de Gounod
Roberto Prosseda y el piano de Gounod

En el año del bicentenario del nacimiento en París del compositor romántico Charles Gounod (1818-1893), el pianista italiano Roberto Prosseda recopila para el sello Decca Italy una selección de piezas, algunas en primera grabación mundial, que permite redescubrir y ahondar en esta infrecuente producción para el teclado del autor de la ópera Fausto, de quien también conmemoramos los 125 años de su fallecimiento.

Inician el recital varias miniaturas de corte salonístico: la encantadora Barcarolle que lleva por título La Veneziana (fruto de la fascinación romántica por Italia), el conciso vals que posee la improvisatoria etiqueta de Impromptu, o el evocador nocturno Souvenance, piezas todas ellas que conservan el encanto melódico y el expresivo carácter del universo chopiniano. La Marcha fúnebre de una marioneta, popularizada en su arreglo orquestal, adquiere aquí en su versión pianística nuevos mimbres, con un tempo más retardado y unas dinámicas entre el forte y el piano que Prosseda remarca deliciosamente para producir el deseado efecto tragicómico de la pieza. También son miniaturas pianísticas las sugestivas y sumamente melódicas Seis romanzas sin palabras, bajo el inevitable modelo de las de Mendelssohn, todas con títulos cinegéticos o de animales, tres de ellas inicialmente concebidas como canciones, como la religiosa “La Nonne Sanglante”.

Ese ambiente espiritual prosigue con una esmaltada lectura de la Meditación sobre el primer preludio de Bach (o sea, el celebérrimo Ave María de Bach-Gounod que aparentemente tuvo su origen improvisando este solo pianístico), que no obstante pierde su tono devocional sin la presencia de la voz pero sirve de prólogo perfecto a los Seis preludios y fugas del francés, aparecidos póstumamente, donde la herencia bachiana se hace evidente en unos estudios pianísticos preparatorios para la ejecución de El clave bien temperado del compositor barroco alemán. Junto a los tres corales de estilo clásico y académico, encontramos hallazgos realmente sorprendentes en la técnica de los preludios, con fugas de un especial cromatismo. En esta obra trasluce sin fisuras la admiración que Gounod profesaba por la majestuosa obra para tecla del de Eisenach.

El compacto concluye con una partitura más ambiciosa del legado pianístico de Gounod, escrita en sus años de juventud y que aquí disfrutamos en primicia discográfica: la Sonata para piano a cuatro manos, en la que Roberto Prosseda se acompaña magníficamente de su compatriota Enrico Pompili, en una conjunción de hábil y rítmica digitación. Escuchando el Allegro inicial, la referencia estilística conduce irremisiblemente a Schubert, en obras suyas como la Fantasía o el Gran Dúo, ambas para el mismo formato de piano a cuatro manos, cuyos modelos se aprecia que le eran muy familiares a Gounod, amén de trazas de un primer Beethoven, especialmente palpables en el caso del vertiginoso Presto final, con su recurrente y pegadizo tema, además de un schubertiano Adagio no exento de la impronta del músico de Bonn, que se recrea maravillosamente en la contraposición dramática entre sus materiales temáticos.

Insólito colofón, por no aventurar los modos y maneras del ulterior estilo de Gounod, para esta representativa e interesante muestra pianística de un compositor que, al margen de su distinguida, refinada y más que notable escritura para el instrumento romántico por excelencia, ha pasado a la historia de la música por su grandiosa vocación escénica.

Germán García Tomás