Rocío Molina y su homenaje a la guitarra: absoluta belleza

Por Cristina Marinero Rocío Molina y su homenaje a la guitarra: absoluta belleza

26 y 28 de febrero. Teatros del Canal. Qué belleza Inicio (Uno) y Al fondo riela (Lo otro del uno). Ha sido como asistir a un rito sagrado dividido en dos partes. A una comunión espiritual. A un sobrecogedor acto de amor entre el baile de Rocío Molina y la música de los guitarristas Rafael Riqueni, Eduardo Trassierra y Yerai Cortés.

Rocío Molina y Rafael Riqueni en Inicio (Uno)_Foto-Oscar Romero
Rocío Molina y Rafael Riqueni en Inicio  /  Foto: Oscar Romero Rocío Molina y su homenaje a la guitarra: absoluta belleza

Los Teatros del Canal, abarrotados, han vuelto a convertirse en templo del arte con la sensibilidad de los cuatro artistas y los profesionales que han colaborado en la puesta en escena de estos solos de baile que son, en realidad, un paso a dos y un paso a tres con los músicos.

Desde aquí pedimos que vuelvan a representarse en Madrid, en breve y durante más días. Dos jornadas, cada uno de ellos, han sabido a poco. Los que han ido, repetirán. Como lo hará quien esto escribe. Como también, seguro, Pedro Almodóvar, que asistió el viernes 26 a Inicio (Uno) y nunca se pierde una actuación de la Molina. Y vio Al fondo riela (Lo otro del uno), el sábado 27. Su querencia por la autenticidad de este arte ya la habíamos comprobado cuando muy a principios de los años noventa compartíamos veladas viendo, por ejemplo, a las viejas bailaoras de Triana en el Centro Cultural de la Villa. No estaba abarrotado, no estaba tan “de moda”, pero el director que ya había triunfado con Mujeres al borde de un ataque de nervios se empapaba de esta tradición, absorbiendo la autenticidad carnal/espiritual del baile expresivo, individual, casi un grito o una risa o un llanto, que es el flamenco. Las raíces bien asidas son las permiten despegar hacia una nueva creatividad, como es el caso de nuestra protagonista.

Rocío Molina, Eduardo Trassierra y Yerai Cortés en Al Fondo Riela (Lo otro del uno)_FotoOscar Romero
Rocío Molina, Eduardo Trassierra y Yerai Cortés / Foto: Oscar Romero Rocío Molina y su homenaje a la guitarra: absoluta belleza

Rocío Molina demuestra con estos dos montajes que el talento verdadero, tal cual, en el escenario, sin más alharacas, es lo que le hace a un artista subir al cielo.

Sencillos ambos en su puesta en escena, con proyecciones de video sobre el suelo blanco, en el primero, y en pantalla trasera, en el segundo, la bailaora se regodea en su movimiento de raíz para extenderlo con su autenticidad y energía de hoy.

La melodía de la guitarra alimenta la paz y el sosiego que priman en el primero, con un Rafael Riqueni en estado de gloria, y se revuelve en su némesis, Al fondo riela (Lo otro del uno). Vibran aquí baile y toque como productos de una desazón interior que se desvela desde esa aparición en la oscuridad y el baile vestido de negro de la Premio Nacional de Danza 2010, azuzado por la guitarra de los magníficos Trassierra y Cortés.

Las proyecciones en blanco y negro de éste, donde las olas del mar emergen llenas de espuma subrayando la tormenta interior, tornan a la mitad hacia una luz azul en la línea de las filmaciones experimentales granadinas de José Val del Omar de los años cincuenta. Al final, Rocío Molina aparece cubierta por completo de un traje-guantes-máscara-capucha fucsia oscuro estampado, parece un ser de otro mundo que ríe, juega, se regodea en su crisálida… Se ha transformado en una persona diferente, en esa “otra” del título, y se quita la máscara para seguir jugueteando, ya con mucha luz, mirando al público mientras baja el telón. Rocío Molina y su homenaje a la guitarra: absoluta belle

Dos caras de una misma moneda -en espera del tercer montaje, que ya titula Vuelta al uno, de esta Trilogía de la guitarra-, dos estados espirituales, dos obras maestras. Rocío Molina nos hizo estremecernos, permanecer hipnotizados por el deleite de su movimiento, de su sentir profundo y de las celestiales melodías de las guitarras. Hacía mucho que no sentíamos tanto viendo danza.