Salomé. Strauss. Budapest

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Operahaz de Budapest. 1 Junio 2014.

Termina mi estancia en Budapest con una representación en tono menor de Salomé. Una anticuada producción y una protagonista insuficiente no son mimbres suficientes para que esta ópera pueda triunfar.

La producción se debe a Janos Szikora, que nos ofrece un trabajo en las antípodas del que ofreció el día anterior en La Mujer Sin Sombra. Aquí estamos en una escenografía realista de Attila Csikos, que ofrece un escenario con columnas y balconadas, que dejan delante un espacio abierto, en el que se sitúa la Cisterna del Bautista. Vestuario de época y poco atractivo de Judit Schaffer. Todo parece salido de imágenes de libros de Historia Sagrada y resulta tan anticuada como ellos. Tampoco la dirección escénica aporta nada de particular. Ni siquiera la coreografía ofrece el más mínimo interés. Ya se sabe que las sopranos no son bailarinas, pero hay otras maneras de sacar un mejor partido a la Danza de los Siete Velos.

La parte musical fue lo más conseguido de la representación, aunque yo recuerdo mejores lecturas musicales por parte de Pinchas Steinberg, de quien he disfrutado en el pasado de estupendas direcciones en distintos teatros. Su versión fue buena, pero hacía falta más para que la representación levantara el vuelo, ya que el escenario esta vez no funcionaba debidamente. Hay que destacar nuevamente la prestación de la estupenda Orquesta de la Operahaz de Budapest.

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La soprano alemana Manuela Uhl fue la encargada de dar vida a la Princesa de Judea y su actuación se me antoja un tanto corta. Se trata de una soprano lírica de voz atractiva, lo que no va mal para Salomé. Es sabido que Richard Strauss fue girando en su visión de Salomé hacia una soprano menos dramática. Los problemas de Manuela Uhl comienzan con unos graves inexistentes y eso no es una buena tarjeta de presentación para Salomé. Las repetidas frases Quiero la cabeza de Jokanaam eran inaudibles. Por otro lado su voz queda corta en variedad de colores y su canto resulta excesivamente monótono. Tanto Szilvia Ralik como Eszter Sümegi podían haber sido unas Salomés más interesantes.

Jokanaam fue interpretado por el barítono húngaro Mihaly Kalmandi, uno de los más conocidos cantantes de su país. La voz tiene amplitud y cierto atractivo, pero ofrece signos de fatiga vocal en ambos extremos de la tesitura.

El tenor alemán Jürgen Sacher hizo un buen Herodes. Es uno de esos tenores de carácter que suelen prodigarse en personajes como Mime o el mismo Herodes. Lo hizo bien. La mezzo soprano húngara Andrea Ulbrich ofreció más cantidad que calidad en la parte de Herodías. Poco convincente o interesante.

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La mejor impresión vocal me la produjo el tenor Zoltan Nyari en la parte de Narraboth. La voz es amplia y atractiva, estando muy bien emitida. Es un tenor a seguir. Gabriella Balga ofreció una voz de formato muy reducido en el Paje de Herodías.

El teatro ofrecía una entrada algo superior al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones para Manuela Uhl y Pinchas Steinberg.

La representación comenzó con 8 minutos de retraso y tuvo una duración de 1 hora y 40 minutos. Seis minutos de aplausos.

La entrada más cara costaba 65 euros, habiendo butacas de platea por 50 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 6 euros. A pesar de esta Salomé de rutina, el balance de la visita a Budapest es muy positivo.

 

José M. Irurzun