Salsipuedes, la ópera caribeña de Catán, triunfa en Texcoco

Salsipuedes, la ópera caribeña de Catán, triunfa en Texcoco
Salsipuedes, la ópera caribeña de Catán, triunfa en Texcoco. Foto: Luis Alberto López López

Daniel Catán (1949-2011) estrena postmortem una de sus óperas más logradas, SALSIPUEDES, nunca antes vista en su país natal. ¡Increíble pero cierto¡ Estrenada por la Houston Grand Opera el 29 de octubre de 2004. Se presentó en dos funciones en el CENTRO CULTURAL MEXIQUENSE BICENTENARIO, Texcoco, Estado de México, en el Teatro-Sala de Conciertos Elisa Carrillo el sábado 15 y domingo 16 de julio de 2017, con un éxito espectacular y sentido. Ya no lo vió el compositor aquí. Se cumple aquello de ”Nadie es profeta en su tierra”. Por algo será.

La ópera está escrita con sabiduría y sabor. De diseño y estructura clásica y lenguaje contemporáneo está estructurada y compuesta bajo los más estrictos cánones del género. Presentada en tres actos, dividida en cuadros entrelazados, la acción dramática discurre y transcurre con agilidad. Se va contando la historia, con un libretto muy logrado del poeta cubano Eliseo Alberto completado por Francisco Hinojosa. La acción se da en una isla del mar caribe, SALSIPUEDES, que simboliza cualquiera que podamos y queramos imaginar, en el siglo pasado, el XX, el año de 1943, en plena guerra mundial. Situada en ese terreno donde la ficción y la fantasía, cercano de cierta manera en lo real maravilloso o el realismo mágico puesto en música. Como en las historias latinoamericanas de dictadores tropicales, pensemos en Asturias, Carpentier, García Márquez, veremos aparecer en ella a personajes entrañables y veraces. Muy claro lo tenía el compositor: “El género bufo es muy delicado, del que no hay muchos ejemplos memorables en nuestro siglo XX que ha sido tan desastroso y solemne. Mi comedia tiene mucho de amargo también. Me importa mucho que los personajes sean claros y vivos que pueda el público identificarse con ellos y creer en sus alegrías y tristezas.” Esto se cumple cabalmente.

“La Ópera es la verdad” decía con insistencia el tenor italiano Giuseppe Di Stefano. Era su ley. Hay que creérsela. Un equilibrio perfecto debe existir entre el texto, la poesía, que debe armonizar en sincronía total con la música. Daniel Catán lo logra en esta ópera que podríamos colocar dentro de lo caribeño sinfónico. Ritmos variados y complicados, exuberancia en la orquestación, cambios de tiempo y creación de atmósferas, ambiente marino, tropical. Buen humor y desenfado. Nostalgia y sentimiento a flor de piel. Recuerdos y emociones íntimas de amor apasionado. Distanciamiento forzado. Dice Catán: “La ópera tiene que ver con la voz y las grandes líneas de canto, así que tuve que integrar lo caribeño con la tradición de ópera que tanto me gusta. Esto no me resultó fácil pues lo caribeño es muy rítmico y las grandes líneas vocales son muy líricas y expansivas. Había que encontrar una manera de escribir esas líneas sin destruir las pulsaciones sabrosas de “lo caribeño”. Una vez que encontré la manera de combinar esos dos polos, la composición empezó a fluir.”

Frescura luminosa. Aparecen en esta historia de amor y de muerte, ingredientes que no pueden faltar en la ópera, personajes entrañables. Los esposos amantes. Las esposas sufrientes pero valientes y arriesgadas. La fauna de los milicos. El Dictador vitalicio. Delfines y tiburones. Románticos decimonónicos. Generales, Capitanes, Tenientes almidonados y estáticos, patrioteros y patriotas. Rumberas y ficheras conviviendo con merolicos y gritones de lotería. Bailadores y cantantes. Tamborileros. Músicos de la legua. Flora y fauna variada.

Salsipuedes, la ópera caribeña de Catán, triunfa en Texcoco. Foto: Luis Alberto López López
Salsipuedes, la ópera caribeña de Catán, triunfa en Texcoco. Foto: Luis Alberto López López

La puesta en escena y música fue feliz. Sorprendente el trabajo arduo y fuerte rindió frutos sabrosos. El casting no pudo ser mejor: buenos músicos, excelente la dirección y concertación del talentoso músico y director, orgullo local de la tierra del Rey Poeta Nezahualcóyotl, Rodrigo Macías que brilla en el foso de la Orquesta Sinfónica Mexiquense reforzada en la espacial orquestación cataniana que prescinde la cuerda aguda, ayuna de violines y violas, pero con múltiples instrumentos de percusión que le dan a la obra ese sabor afroantillano, ese sonido cercano a la Sonora, con múltiples ritmos negros, tropicales, pegajosos y calientes, variados y sensuales. Ha crecido en sapiencia e instinto este joven a quien hemos visto crecer y madurar artísticamente. Su labor fue entusiasta, apasionada, ejemplar. Iván Ávila Dueñas, cineasta y comunicador, artista plástico, dirige la escena con maestría, el uso de los espacios y la escenografía funcional de Jesús Hernández y la iluminación de Tania Rodríguez dotan de agilidad y movilidad a los solistas y a los conjuntos numerosos donde interviene toda la compañía completa incluido el Coro de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, dirigida por el cantante Manuel Flores y el cuerpo de baile Grupo Dancístico YUKA a cargo de Penélope Vargas. Gran ópera donde todos cantan y bailan esa música espectacular y colorida.

Inmejorables los cantantes que dan vida, sentimiento y piel a estos personajes entrañables. Todos sobresalientes y selectamente escogidos por sus características vocales histriónicas además del dar el carácter y la psicología de su personaje. El General García, Dictador por treinta años de la Isla de Salsipuedes, quien al mismo tiempo declara la guerra a los Nazis y pacta con ellos para venderles ron, anchoas afrodisíacas y bacalao, lo personifica espléndidamente el tenor José Medina quién tiene uno de los momentos más difíciles y complejos de la genial partitura. El corrupto personaje tiene una escena de monólogo acompañado de percusiones y coro interno de dificultades tremendas que logra superar con maestría extrema. Los héroes de la comedia son los cantantes amigos, “Los Delfines”, que celebran sus bodas: Ulises, el tenor Dante Alcalá, dotado de una bella voz notable y Chucho, el barítono Omar Lara, pareja de gran simpatía y buenos actores. El destino les juega una mala pasada. Sus sufridas y amantes esposas las cantan la soprano guatemalteca Jéssika Arévalo, de timbre bellísimo y técnica depurada, y la mezzosoprano Ligia Cedillo, quienes interpretan a las hermanas Lucero y Magali respectivamente. Ambas mujeres tienen sus arias además un dueto emotivo que cuenta entre los mejores compuestos por el autor. Supuestamente abandonadas por los maridos salen a buscarlos tristes y desesperadas. Otro personaje muy importante lo es otro militar: el Capitán Magallanes, cómplice corrupto y eterno enamorado viudo de María del Mar, nombre del barco al cual cambiaron el nombre por “El invencible”. El bajo-barítono Genaro Sulvarán caracteriza a este personaje con su voz grave y oscura, embarnecida y madura, elocuente y riguroso. Aparece en el primer acto, en una sola escena memorable, un vendedor de lotería a quien llaman “El Chino” que canta un aria de extrema dificultad, con adornos y colores, número del que hace una creación el tenor Alan Pingarrón. Dos jóvenes ficheras encantadas por los amigos músicos fugitivos están a cargo de Darenka Chávez como “La China” y Elizabeth Rodríguez como “La Orquídea”. Tomás Castellanos tiene dos papeles en el drama: el Coronel, padre de Ulises, y “Colette” dueña del bar donde se divierte la tripulación. Otros dos militares, Guzmán, sucesor y asesino corrupto del General García es Ricardo Zárraga y el Teniente el tenor oaxaqueño Rodrigo Petate.

Extraordinario e importante suceso lo es el llevar a la vida escénica esta ópera maravillosa en la patria del compositor. Presentada con éxito en Alemania, en el Theater Hagen en 2009 y en el Moores Opera Center de Houston, en 2012, ahora triunfa en México donde fue recibida con ovaciones y el público puesto de pie. Considero que esta ópera, divertida y emotiva, trágica y bufa, reúne todos los elementos para ser conocida y presentada en los mejores teatros. Apenas comienza su largo camino. Su tiempo empieza a llegar.

Manuel Yrízar