Teatro Nacional. 25 de octubre de 2013.
El barítono madrileño Luis Cansino debutó con éxito en este bello escenario de la capital checa el personaje epónimo de esta obra, exhibiendo su potente y bien timbrado instrumento que avanza con firmeza en lo que se denomina como un barítono verdiano con una buena línea de canto y calidad vocal. Además posee el temperamento histriónico acorde a lo que demandan semejantes compromisos –en este caso mostrando la ternura en el recuentro con su hija María/Amelia, el odio ciego contra sus adversarios políticos o su patética muerte al final de la obra– cuestión indispensable para cerrar el personaje con lustre.
Su opositor, el patricio Jacobo Fiesco, fue encarnado por el bajo Jiři Sulženko correcto pero sin la autoridad vocal que el personaje necesita. La soprano Maria Kobielska también debutaba el papel de María/Amelia. Mostró una excelente compenetración con sus compañeros de escenario, con un notable caudal sonoro y algunas estridencias que le restaron atractivo al sensible trazo con el que dibujó su personaje. Contundente aunque no siempre perfecto fue el Gabriele Adorno del tenor mexicano Rafael Álvarez, una voz de temperamento meridional y valentía en el registro agudo.
El veterano Ivan Kunsjer fue un frío pero correcto Paolo Albiani, entregado a la causa de hacer subir el nivel general de la representación, de igual manera que los personajes comprimarios y el coro, de gran relevancia en este título.
La lectura musical de Jaroslav Kyzlink insufló calor a la genial partirura verdiana, logrando bellas piruetas en el vuelo al frente de la orquesta titular del Teatro Nacional de Praga. El aspecto visual que se presentó lleva la firma del prestigioso director escénico David Pountney (presente esa noche en los saludos finales) y fue estrenada en la Welsh National Opera en 1997.
Con estos datos la comprensión de su propuesta conceptual con un único escenario matizado con poquísimos elementos de atrezzo resulta más clara. Tres lustros más tarde todo eso se ha visto y revisitado de diversas formas. Sin embargo, ver una casi “genuina” es muy interesante, pues la tecnología teatral no utilizaba tanto el recurso de las proyecciones y el conseguir diversas atmósferas en un mismo espacio era labor de conjunto con un buen escenógrafo (aquí maravillosamente resuelto por el veteranísimo y respetado Ralph Koltai), los rasgos que pueden conseguirse con el diseño de una iluminación sugerente (Daniel Tesař) y el empuje visual de un vestuario acorde en la paleta de colores y su realización formal (Sue Willmington). El público aplaudió con gusto la puesta en escena, fuertemente al maestro Kyzlink, a todos los solistas y recibió con una gran ovación al barítono protagonista.
*Federico FIGUEROA.