Sokolov regala seis propinas en Bruselas, ante un público entregado
El pianista ruso Grigory Sokolov se presentó el 14 de junio en la sala de conciertos Henry Le Boeuf de la capital belga con la expectación lógica de las grandes ocasiones. Si no cancela (cosa que suele hacer demasiado a menudo), sus intervenciones se cuentan por éxitos. En frente, un público dispuesto a disfrutar, con un buen número de espectadores jóvenes, a los que se les brinda la oportunidad de asistir a este tipo de conciertos por tan sólo 10 euros. Conviene aclarar aquí que, habitualmente, la oferta cultural en Bruselas es desbordante, y el público joven es muy dado al eclecticismo. Lo mismo escuchan a Sokolov que a un grupo de música maorí, o acuden a uno de los festivales internacionales de cine, fotografía, pintura… Esta oferta obliga a los programadores a bajar los precios.
En el programa, obras de Chopin, la Sonata número 3 en Si menor op. 58, que el maestro ruso interpretó con rabia y desgarro, y una colección de 10 mazurkas en la segunda parte, donde el público pudo disfrutar del paisaje chopiniano en pequeñas dosis, que iban construyendo un todo coherente que parecía siempre inacabado, como falto del siguiente matiz. La música fue servida con exquisitez y con la personalidad, siempre presente, del artista.
El triunfo fue rotundo. Y Sokolov respondía siempre a las ovaciones con música. Seis propinas seis para una tarde mágica donde el público belga parecía insaciable, ebrio como terminó de romanticismo chopiniano. Tras el concierto, cada cual habría de recordar algún momento especial en el que sintió que estaba justo en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Carlos Javier López Sánchez
@CarlosJavierLS