Sommernachtskonzert: animada noche italiana en Schönbrunn

Sommernachtskonzert: animada noche italiana en Schönbrunn
Sommernachtskonzert: animada noche italiana en Schönbrunn

El sello Sony presenta la grabación discográfica del Sommernachtskonzert de 2018, o Concierto de la noche de verano (igualmente disponible en Blu-Ray y DVD), protagonizado por la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida en esta ocasión por el maestro ruso Valery Gergiev, una tradicional cita anual celebrada al aire libre en los jardines del lujoso Palacio de Schönbrunn, y que en este año tuvo lugar el 31 de mayo. Como invitada de excepción, se contó con la participación de la soprano Anna Netrebko, que prestó su voz en tres de las piezas en programa. Un programa elaborado en torno a Italia, ya que gran parte del mismo alberga fragmentos de ópera italiana.

Son por tanto las piezas instrumentales las que dominan este concierto, y en las que más se puede disfrutar del brillante sonido al que nos tienen acostumbrados los filarmónicos vieneses, conducidos por un director de elevada talla artística que domina plenamente los entresijos del arte operístico, ofreciendo lecturas de vehemente impronta. La toma de sonido conseguida por los ingenieros es sensacional, escuchándose un leve susurro de fondo en los pianissimi de algunas obras que describe a la perfección la exclusiva ambientación cinegética. Un enclave que cada año abre sus puertas al público de forma gratuita, cuyos aplausos y vítores entusiastas se escuchan en la lejanía con respecto a los micrófonos.

Destila vena e impulso teatral Valery Gergiev en las dos páginas verdianas seleccionadas: la obertura de La forza del destino o la Marcha triunfal y la música de ballet de Aida (y donde se echa en falta el coro). Del repertorio verista encontramos los respectivos intermezzi de dos óperas contemporáneas entre sí: Manon Lescaut de Puccini y Cavalleria rusticana de Mascagni, donde la contención y el recogimiento que imprime a éste último contrasta con el apasionado vuelo lírico que infunde a la sección de cuerdas en aquél. Como prólogo a la velada, una vibrante y marchosa lectura del Galop final de la obertura de Guillermo Tell de Rossini. Las demás piezas orquestales nos llegan del mundo del ballet, por la relación que ambas tienen con Italia. De un lado la Danza Napolitana de El lago de los cisnes de Tchaikovsky, y de otro los “Montescos y Capuletos” de la suite nº 2 de Romeo y Julieta de Prokofiev (de ambientación en Verona), una versión quizá un punto agresiva en timbales en el tema principal. 

De las tres propinas ofrecidas en este concierto, dos son para la orquesta, y como no podía ser de otra forma, miran inevitablemente al 1 de enero en la Musikverein. En primer lugar Gergiev y la Filarmónica vienesa exhiben auténtico empuje en la muy festiva Florentiner Marsch, pieza breve y de contrastantes episodios musicales, del impopular compositor checo de música de bandas Julius Fucik, así como una lectura digna pero no demasiado paladeada y con escaso rubato del vals Sangre vienesa de Johann Strauss (hijo). Y es que dirigir un vals dista mucho de dirigir una obertura o un intermezzo de ópera.

En el apartado vocal, y aunque no se puede emitir un juicio demasiado exacto ante una participación tan escasa, Anna Netrebko se limita a salvar todas las páginas de ópera verista que canta, sin excesiva carne dramática y arropada en todo momento por la atenta batuta de su compatriota. La cantante rusa luce la morbidez vocal de su instrumento en las dos declaraciones de servicio al arte que representan “Io son l’umile ancella” de Adriana Lecouvreur de Cilea y “Vissi d’arte” de Tosca de Puccini. Un carácter más extrovertido se muestra en el aria de Nedda, “Stridono lassù” de I pagliacci de Leoncavallo. La soprano no arriesga en la elección de su propina, ofreciendo el previsible y socorrido “O mio babbino caro” del Gianni Schicchi pucciniano, donde alarga más de lo acostumbrado la nota final a media voz en la palabra “pietà”. 

Tras la escucha de esta exquisita velada estival, y a la vista de las propinas, una mejor resuelta que otra, sólo resta preguntarnos cuándo se le brindará la oportunidad a Valery Gergiev de dirigir su primer Concierto de Año Nuevo a la Filarmónica de Viena y así juzgar con pleno conocimiento de causa.

Germán García Tomás