Termina la temporada de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Navarra con esta preciosa obra de Rossini. El concierto ha tenido calidad musical y coral, mientras que la parte de solistas ha resultado muy irregular.
El concierto ha constado de dos partes, estando la primera ocupada por el oratorio Jesucristo en la Cruz, del tudelano Fernando Remacha, que no es una obra excelsa, aunque cuenta con una orquestación interesante. En la segunda parte hemos asistido a la interpretación del Stabar Mater.
Al frente de la Orquesta Sinfónica de Navarra estaba su titular, el polaco Antoni Wit, cuya labor me ha parecido particularmente convincente en la obra de Rossini. Para empezar ha mostrado un gran conocimiento del Stabat Mater, no en balde lo ha dirigido sin partitura, controlando perfectamente todas las fuerzas a su cargo. Me ha parecido una lectura muy convincente, no exenta de emoción, sacando un buen resultado de la orquesta. Me parece que ha sido un acierto poner a este director al frente de esta orquesta, ya que me parece mucho más interesante que otros que han ocupado su puesto en el pasado.
En la parte coral estaba el Orfeón Pamplonés, que ha tenido una destacada actuación. Se encuentra este conjunto vocal en un muy buen momento y cantó siempre con gusto, ofreciendo unos bellos piani en la obra de Rossini, que tiene muchas oportunidades para el lucimiento del coro, en especial en los últimos minutos.
El cuarteto solista resultó modesto en su conjunto y muy irregular en cuanto a la calidad de sus componentes, dejando bastante que desear las dos mujeres, claramente por debajo de sus colegas masculinos.
La parte de soprano fue deficientemente resuelta por la soprano sevillana Ruth Rosique. Siempre han sido las notas altas el mayor problema de esta cantante, pero ahora dejan mucho que desear, ofreciendo sonidos claramente destemplados y de muy escasa calidad. Hacía tiempo que no tenía oportunidad de escucharla y la impresión no es positiva.
La mezzo-soprano Marina Rodríguez-Cusí tampoco fue muy convincente. Su centro es un tanto reducido y está también muy apretada en la parte de arriba.
Lo mejor del cuarteto fue de lejos el tenor pamplonés José Luis Sola, que ofreció una bella voz, bien timbrada y cantando siempre con gusto. Es una pena que sus notas más altas no tienen la misma calidad que el centro. De otro modo, su carrera sería mucho más importante.
Finalmente, José Antonio López ofreció una voz sonora y cumplió bien con su cometido.
El Baluarte ofrecía una muy buena entrada, superior al 90 % de su aforo. El público se mostró muy cálido con los artistas, siendo los mayores aplausos para el Orfeón.
El concierto comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración de 1 hora y 48 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 26 minutos. Cinco minutos de aplausos.