Stemme y Davidsen Elektra en el Met Por Carlos J. López
- La Metropolitan Opera de Nueva York recupera la producción de Patrice Chereau para la Elektra de Richard Strauss. Stemme y Davidsen Elektra en el Met
- El espectáculo contó como principal reclamo con la presencia de dos de las mejores voces dramáticas del momento, la veterana Nina Stemme en el papel titular y la nueva estrella del Met, Lise Davidsen como Crisótemis.
Pese a tomar como materia prima la tragedia de Sófocles, Hoffmannsthal rehace el cuento: mira la venganza bajo una luz moderna y la expone de forma descarnada, casi morbosa; desnuda la trama de mitología, de manera que los protagonistas no se ven empujados a su destino por ningún dios, sino que persiguen su final como en una angustiosa carrera de autoafirmación. Con el Olimpo enterrado bajo el manto de los siglos, el libretista pone en escena unos personajes tan humanos que asustan, de tan a flor de piel que llevan sus pasiones. Ante Elektra, el espectador se abruma necesariamente, y debe mantener la cabeza fría para no dejarse llevar por ese torrente de odio que, sanguinolento y brutal, va dictando Hoffmannsthal, por boca de sus criaturas.
Poco de todo ello se pone de manifiesto en la flácida e insípida puesta en escena de Patrice Chereau; aburrida de tan aséptica, inane de tan esquemática. El vestuario de Caroline de Vivaise ni suma ni molesta, mientras que la iluminación de Dominique Bruguiere desconcierta al espectador, y falla al no subrayar momentos clave de la partitura. Stemme y Davidsen Elektra en el Met
La ópera Elektra, que partía bajo la estela de la sorprendente y exitosa Salomé (1905), asentó el patrón compositivo straussiano y ahormó los oídos del público de principios del siglo XX, acomodándolos al atonalismo que habría de venir después, pero sin renunciar a la expresividad de la melodía lírica. El compositor bávaro es un genio en el manejo rítmico, atraviesa al espectador con algunas frases, y hace que cada vez que se escucha un leitmotiv, parezca como oído por primera vez. Stemme y Davidsen Elektra en el Met
La orquestación en esta obra es un lujo de proporciones monstruosas servido por 111 músicos que, sin pretenderlo y si no están finos, pueden hacerle pasar a uno dos horas horribles… Nada que temer, empero, en el Met, con un foso preparado a conciencia por el ordenado maestro escocés Donald Runnicles, que pocas veces deja su cuartel general berlinés para subirse al cajón del Lincoln Center. Su aparición supone un aliciente más en una temporada neoyorkina que no deja de sorprender por su calidad musical.
La soprano sueca Nina Stemme sigue cantando muy bien. El papel de Elektra cobra vida cuando lo canta la Stemme, con una seguridad apabullante y sin apuros vocales. El instrumento se va agostando con el tiempo, como es natural, y acusa cierta pérdida de brillo y ductilidad, pero nada de eso afecta al resultado final de una interpretación sobresaliente, también en lo actoral. La soprano, dramática hasta las cachas, sostiene el aire que corta la respiración y berrea divinamente, con una proyección en la zona aguda que sólo tienen las voces juveniles que crujen al sonar, colocando el sonido con limpieza en lo alto, en una explosión púber que busca apagar sus fuegos en la marea orquestal.
La cantante dramática del momento, Lise Davidsen, sigue campeando a sus anchas en el Met. Su Crisótemis, aunque descuidada e inefectiva en lo actoral, sobresalió de nuevo en lo musical. La pujanza del sonido de Davidsen no tuvo problemas para sobrepasar la barrera orquestal, y perforar el asiento del último espectador del Met. Sus dúos con Stemme tienen la tensión de los grandes duelos vocales del pasado, y ambas artistas en escena personifican el ayer y el hoy del olimpo de la vocalidad straussiana.
La mezzo Michaela Schuster, que ya cantó el papel en la misma producción en Nueva York en 2018 junto a Christine Goerke, cumplió sin grandes lujos como Clitemnestra. Con un timbre algo plano, aunque con reflejos perlados, Schuster tiene una voz de un tamaño apreciable que no se desarrolla en plenitud y una línea de canto estilizada que encuentra acomodo sin dificultad en la orquesta de Runnicles. Da la sensación de que tanto su técnica como sus recursos artísticos podrían alumbrar una interpretación más brillante.
Greer Grimsley defendió con solvencia el papel de Orestes. En su voz, el hermano perdido de Elektra sonó misterioso y asertivo. Su timbre sigue teniendo esa atractiva rocosidad, con sonidos varoniles, oscuros y terrosos, lo que le viene de perlas al papel. La voz de Grimsley pierde enteros en la zona aguda, como pudimos ver en su Wotan antes de la pandemia. El barítono americano seguirá defendiendo con oficio estos papeles escabrosos del repertorio dramático, a la espera de voces de mayor trapío.
Los secundarios siguieron sin problemas las indicaciones de Runnicles y contribuyeron con su canto al éxito de la ópera. El resultado habría sido incluso mejor si la dirección escénica no hubiera soslayado las oportunidades que el libreto brinda a los comprimarios.
Esta Elektra del Met tiene, por tanto, el atractivo musical de escuchar a Runnicles frente a la orquesta del Met y a dos de las mejores sopranos dramáticas de hoy, que no es poco. Por desgracia lo visual fue mera comparsa, cuando no decepción.
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Metropolitan Opera de Nueva York, a 5 de abril de 2022. Elektra, ópera en un acto con música de Richard Strauss y libreto en alemán de Hugo von Hofmannsthal, basado en el mito griego de Elektra según la tragedia de Sófocles. Estrenada el 25 de enero de 1909 en la Königliches Opernhaus de Dresde. Dirección Musical: Donald Runnicles. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: Patrice Chéreau, Diseño escénico: Richard Peduzzi, Vestuario: Caroline de Vivaise, Iluminación: Dominique Bruguiere, Dirección del Revival: Peter McClintock. Reparto: Nina Stemme (Elektra), Lise Davidsen (Crisótemis), Michaela Schuster (Clitemnestra), Greer Grimsley (Orestes), Stefan Vinke (Aegisto), Tichina Vaughn (Primera Doncella), Eve Gigliotti (Segunda Doncella), Krysty Swann (Tercera Doncella), Alexandria Shiner (Cuarta Doncella), Hei-Kyung Hong (Quinta Doncella), Alexandra LoBianco (una celadora).
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