Teatro Real Jessica Pratt Sonnambula» Por Federico Figueroa
De las trece funciones de La sonnambula ofrecidas por el Teatro Real de esta nueva producción, seis correspondían al elenco protagonizado por Jessica Pratt. De esta manera, dos grandes sopranos se ponían al frente de este título tan exigente y relativamente poco frecuentado de Bellini, con el atractivo añadido para los verdaderos aficionados al género lírico de que Nadine Sierra, la otra Amina, y la ya mencionada poseen unas características vocales diferentes. Mientras Nadine Sierra es una soprano lírica con coloratura, Jessica Pratt tiene una voz de lírico-ligera, de modo que apetecía comprobar cómo el personaje de Amina puede cambiar en función del tipo de voz que se le presta. Finalmente, Jessica Pratt, en un tour de force que es de justicia reconocerle, terminó cantando siete funciones, dos de ellas consecutivas, las de los días 3 y 4, pues la estadounidense canceló su última actuación por enfermedad.
La soprano australiana, nacida en el Reino Unido, es dueña de un material vocal notable (hermoso timbre y volumen generoso) que ha sabido potenciar con un canto técnicamente óptimo (dominio de la coloratura, excelente uso de los reguladores, sobreagudos brillantes y siempre afinada) y defiende la interpretación del personaje principal, Amina, completamente desde el canto. Entre el abanico de posibilidades que tiene en su voz, de soprano lírico-ligera, me quedo con su capacidad de moldear el volumen para crear volutas de bellísimos sonidos y sus espectaculares agudos. Como actriz también se entrega a darle tridimensionalidad a Amina y uno acaba creyendo que efectivamente es la más bella del pueblo helvético en el que vive.Teatro Real Jessica Pratt Sonnambula»
Por su lado, Francesco Demuro, es un tenor que no se guarda nada para sí. Su timbre no es de una belleza que impacte en el primer minuto, pero canta con corrección y el suficiente arrebatamiento escénico para conquistar el público. Su Elvino se alzó al nivel de su adorada Amina en los dúos que mantiene con ella y dio relieve a sus partes solistas con unos agudos muy bien puestos y utilizados. Ambos tuvieron los merecidos aplausos al final de esta última función. Pratt, que en la Gala de los International Opera Awards del mes pasado cantó un dúo con Demuro, ha consumado su debut en el Teatro Real con uno de los personajes que más ha interpretado desde que lo añadió a su repertorio en Como en 2010, paseándolo por ciudades como Venecia, Roma, Bari, Melbourne, Bilbao, o Las Palmas. En un par de semanas volverá a cantarla, en otra producción, en la Ópera de Lieja.
También hubo doble elenco para los personajes de Lisa, Teresa y el Conde Rodolfo. La soprano ligera Serena Sáenz no tiene problemas con los sobreagudos de Lisa pero en los conjuntos, desaparece vocalmente. Tiene garra como actriz, el resorte que, sumado a lo anterior, catapulta a lo notable su participación. El Conde que presentó el bajo-barítono Fernando Radó resultó más interesante en lo visual, debido a su buen físico, que consistente en lo vocal. Su aria “Vi ravviso, o luoghi ameni” pasó sin pena ni gloria. La mezzosoprano Gemma Coma-Alabert se encargó de darle realce a Teresa, con un poco más de vitalidad gestual que la de su colega Bacelli, con quien se alternaba en estas funciones. Y es que hubo diferencias notorias y relevantes en detalles del movimiento escénico entre los intérpretes de un mismo rol. Teatro Real Jessica Pratt Sonnambula»
Esta libertad en la interpretación de los personajes pone en entredicho el mensaje global de la propuesta escénica que firma Bárbara Lluch. Por ejemplo, cuando la Amina de Sierra lanza, con cierto desprecio, el velo de su vestido de novia en la escena final lo interpretamos como un posible rechazo a la boda con Elvino, pues lo hace en la cabaletta, cuando ya está despierta. En cambio, Pratt hizo que el velo se le escurriera de las manos al tener un traspiés nada más aparecer en el alero del techo en su paseo como sonámbula, es decir, todavía dormida. Otro cambio notable es el carácter de Lisa, que da un bofetón a Alessio en la versión de la soprano Rocío Pérez mientras que la de Serena Sáenz solo hace un gesto de enfado controlado. También diverge la imagen que proyecta el Conde Rodolfo de Roberto Tagliavini, con camisa en la escena de la habitación, al de Radó, que muestra su esculpido torso y maneras más sexuales hacia Lisa y Amina, de quién abusa mientras ella está en estado sonámbulo. No obstante, Lluch logra, con economía de medios, contarnos la historia del libreto de Romani y mete algunos pequeños pero sustanciales cambios de concepto para actualizar una historia que contada superficialmente se quedaría en una enorme ñoñería. Un buen trabajo en el que se ha rodeado de un equipo creativo al que su trayectoria avala y su labor se hace notar, como la escenografía ideada por Christof Hetzer y el vestuario de Clara Peluffo. Teatro Real Jessica Pratt Sonnambula»
La meteórica carrera de Bárbara Lluch (Barcelona, 1977), hija de Alicia Moreno (actriz, empresaria teatral y política) y nieta de Nuria Espert (primerísima actriz de España y directora teatral) es llamativa. Tras un inicio en el mundo de la actuación (en la película Brumal ya aparece actuando, con 10 años de edad), su debut como directora de ópera arrancó en enero de 2017 con Le Cinesi de Manuel García, en una coproducción del Teatro de la Zarzuela y la Fundación March (diseño de escenografía de Carmen Castañón; vestuario de Gabriela Salaverri e iluminación de Fer Lázaro). En 2021 esa producción se presentó en al Teatro de la Maestranza y en el diseño de iluminación hubo un cambio: lo firmó Urs Schönebaum, un nombre importante en estos menesteres y que ahora ha hecho en La sonnambula un trabajo exquisito. En 2018, Lluch ya estaba estrenando una gran producción de ópera (La casa de Bernarda Alba) en la sala principal del Teatro de la Zarzuela, con escenografía de Ezio Frigerio, vestuario de Franca Squarciapino e iluminación de Vinicio Cheli. Y por esas fechas recibió el encargo para que este diciembre de 2022 se estrenara en el gran escenario del Teatro Real y en una coproducción internacional (Barcelona, Tokio, Palermo). Antes, en 2021, se vió un bonito trabajo de ella, El rey que rabió, en el Teatro de la Zarzuela (con Juan Nova, Clara Peluffo y Cheli en su equipo creativo) y en Les Arts, en otra opera de salón de Manuel García (Un avvertimenti ai gelosi) en coproducción con la Fundación March (en el equipo creativo contó con Daniel Bianco, Clara Peluffo y Nadia García) y la zarzuela La del manojo de rosas en el Teatro Solís de Montevideo, en el que el alemán Schönebaum también ha diseñado la iluminación. Lluch confiesa que empezó en la dirección de escena lírica en 2008 «por enchufe, por que su tía trabajaba en el Teatro Real» y ella misma menciona que fue en una puesta en escena de Lohengrin, aunque yo les aseguro que no hubo un Lohengrin en el Teatro Real en ese año. Lo hubo en 2004 (en una propuesta escénica de Götz Friedrich) y en 2014 (dirección de escena de Lukas Hemleb). En la biografía de Lluch se habla de su «dirección de reestrenos» de Don Giovanni, La traviata o Die Zabuerflöte en la Royal Opera House (ROH). Y sí, ella fue asistente de los directores de escena que crearon esas propuestas: Francesca Zambello, Richard Eyre y David McVicar. Son reposiciones que como asistente en la ROH (los medios de comunicación dicen que durante una década) se habrá ganado a pulso. Allí trabajó con grandes directores, desde Robert Carsen hasta Elijah Moshinsky pasando por Robert Lepage, Jonathan Miller y Bob Wilson. De este último Lluch podría haber tomado nota para controlar a los cantantes de ópera de tal forma que los movimientos ensayados no cambien tanto entre función y función. Teatro Real Jessica Pratt Sonnambula»
En su propuesta, en la que el barítono Issac Galán y el tenor Gerardo López dan vida convincentemente a Alessio y al Notario, Lluch utiliza a nueve bailarines que representan esos «demonios» internos que Amina, y casi todos, tenemos. Son los encargados de dinamizar al espectáculo, dado el estatismo impuesto al coro, y transmitir la idea de que algo bulle en la mente de Amina. Sin embargo me parece impropio levantar el telón en una ópera y tener dos largos minutos de una coreografía a capela o, mejor dicho, a resoplidos. No hay necesidad de eso pues existe preciosa música de Bellini en ese arranque de la ópera. Sobre ella pueden hacer la coreografía, que con 20 segundos ya se entiende la idea. Y donde sí podían estar, por lo menos entreteniendo al respetable, es en la pausa técnica entre la primera y segunda escena del acto segundo. Ese casi minuto en el que, con telón bajado y sala oscura, el público se desconecta del espectáculo porque al no tener qué observar en el escenario sacan el móvil del bolsillo y responden whatsapps o charlan con el acompañante.
El maestro Maurizio Benini ofreció una lectura bien articulada, con tempi variables y en estilo belcantista, obteniendo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, la titular del Teatro Real, un sonido balanceado con los solistas y los miembros del Coro Intermezzo, también titular del teatro, que estuvieron afortunadamente moderados en el caudal sonoro.
Aplaudo que el Teatro Real haya asumido el riesgo de invitar a dirigir a alguien que aún no es un nombre que resuene en todo el orbe operístico, y que haya conseguido coproductores para que la puesta en escena, y el trabajo de su directora, se vea en otras ciudades. Hay muchas mujeres y hombres con una carrera de dirección escénica en teatros de España esperando una invitación a la sala principal en un gran título, como el que aquí nos ocupa, para dar el salto a otras alturas. Porque el Teatro Real puede ser una catapulta de talento y no solo importador de los nombres consagrados. Pienso, rápido y en desorden, en Susana Gómez, Rita Cosentino, Amelia Ochandiano, Carme Portaceli, Marta Eguilior, Alfonso Romero, Raúl Vázquez, Tomás Muñoz, Emilio López y Rafael R. Villalobos, por poner solo algunos nombres. Todos los mencionados han trabajado en algunos de los teatros de la Asociación Ópera XXI, algunos hasta en las salas pequeñas del Teatro Real o en espectáculos infantiles o en salas externas al Real.
En conclusión, quienes hemos tenido la suerte de asistir a varias funciones de este quinto título de temporada del Teatro Real, no solo hemos podido constatar las diferencias de registro entre las dos estrellas protagonistas, Nadine Sierra y Jessica Pratt, lo cual, lógicamente, moldea a dos Aminas diferentes, sino que nos hemos llevado la sorpresa de que la escena también varía de función en función.
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6 de enero de 2023, Madrid (Teatro Real). La sonnambula Música: Vincenzo Bellini. Libreto: Felice Romani.
Director musical: Maurizio Benini. Dirección de escena: Bárbara Lluch
Solistas: Jessica Pratt, Francesco Demuro, Fernando Radó, Sáenz, Gemma Coma-Alabert, Isaac Galán, Gerardo López.
Orquesta Sinfónica de Madrid y Coro Intermezzo.