The gold rush. Chaplin. Teatro de la Zarzuela

Chplin2.La-quimera.-Zarzuela

El día 30 de diciembre pudimos asistir en el Teatro de la Zarzuela a una nueva sesión de live cinema (cine con música en directo), esta vez de la obra de Charles Chaplin “La quimera del oro (The gold rush)” de 1925. Se trata de una cuidadosa restauración de la cinta original de cine mudo, a partir del pormenorizado trabajo de investigación llevado a cabo desde 2006 por el director y compositor Timothy Brock, que asumió la dirección de la animosa Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid. La reproducción de la película se enclava en un ciclo sobre Chaplin que comenzó con éxito en Madrid en el año 2012, y que supone un apoyo delicioso a las producciones líricas del teatro. La próxima cita será con “El Circo” de 1928 el 22 de abril de 2014, paralela al programa doble de Black, el payaso/I pagliacci. Sin duda, un gran acierto de Paolo Pinamonti.

En la articulación dramática de las obras musicales (una cinta de cine mudo, un musical, la zarzuela o la ópera), la música tiene la clave del éxito; por tanto, en su creación e interpretación los buenos compositores, cineastas y dramaturgos han puesto una atención exquisita. Chaplin se sirve de melodías orquestales de Brahms (el tema del amor está extraído de sus Piezas para piano op.118) y cita también a clásicos como Tchaikovsky o Rimski-Kórsakov. Con ello se asegura la conexión con el público, cuyo oído parece programado para responder instintivamente a los estímulos dispuestos por Chaplin.  Comenta Timothy Brock que  “En partitura de La quimera del oro hay música de tormenta, de lucha, de amor o de cabaret; pero también hay música escrita meticulosamente para el hipo, el hambre, el sueño, la comida, las alucinaciones, las guerras de bolas de nieve, la sospecha, la indignidad, el orgullo y la indiferencia […]”. La cinta plantea, en efecto, una historia más aquilatada que en otros títulos de Chaplin, y en sus músicas podemos descubrir al Chaplin más sensible, inteligente, instintivo y ponderado, gracias a la arqueología del propio Brock. El espectáculo resultante es de primer nivel.

La música en directo, en contraste y compañía con la imagen en blanco y negro filmada hace noventa años, tiene una fuerza evocadora y genera tal tensión en el público, que cada segundo es, no cabe describirlo de otra forma, pura magia. Piensen en lo especial que se siente un espectador de cine que participa de la misma experiencia que disfrutó aquel público que lucía sus mejores galas para ir al cine durante las primeras décadas del s.XX. Tras la resaca de películas recientes en blanco y negro, y en un momento de cultura de consumo (fast-art), donde las salas cine convencional agonizan heridas de muerte por el pirateo, la obra de Chaplin llenó sin dificultad el teatro de la Zarzuela. El público seguía entusiasmado el espectáculo e iba del estruendo de la carcajada al silencio tenso de la lucha o la inminencia de un peligro mortal. La orquesta despertó aplausos espontáneos tras la escena de la cabaña en el precipicio, tocada con un vigor y una precisión fascinantes.

Chaplin1.-La-quimera.-Zarzuela

Cuando las palabras The End aparecieron blancas sobre el fondo negro de los últimos fotogramas, seguidas por una foto de Chaplin, el público de Madrid, tal vez sugestionado por la novedad o llevado por una catarsis difícil de explicar, prorrumpió en copiosos aplausos y bravos. Los palcos y gran parte del patio de butacas se pusieron en pie para continuar con la ovación. Sin duda, reflexionar acerca de esa respuesta del espectador puede arrojar mucha luz entorno a lo que el público demanda hoy al acontecimiento artístico y musical.

No deja de tratarse de una obra creada, en su día, para ser producto de entretenimiento. Sin embargo, resulta curioso que lo que hace 90 años era puro entretenimiento reciba hoy ovaciones propias de las más importantes obras musicales; y el público la acoja con el entusiasmo reverencial de las grandes óperas o musicales. Por tanto, no resta sino aceptar La quimera del oro como una obra maestra de Chaplin, que lo coloca como el cineasta total (escenas como la danza de los panecillos, o en la que cenan una bota por Acción de Gracias son sencillamente geniales).

Sin lugar a dudas, la buena música en el Teatro de la Zarzuela seguirá despertando en 2014 un interés artístico que va más allá de los géneros y las épocas.

Teatro de la Zarzuela de Madrid. La quimera del oro de Charles Chaplin (versión muda de 1925) con música en directo por la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid dirigida por Timothy Brock, autor de la restauración (2006-2007) de la partitura original del Charles Chaplin.

Carlos Javier López Sánchez

@CarlosJavierLS