La discográfica Enchiriadis nos presenta The Purcells, un disco en el que la soprano Delia Agúndez, junto con Manuel Minguillón en el archilaúd y la guitarra barroca, Laura Puerto en el clave y el órgano y Ruth Verona en el violonchelo, recoge una serie de piezas vocales de los hermanos Purcell.
La presencia de los hermanos Purcell en las discotecas ha corrido una suerte desigual; si bien Henry Purcell es bien conocido por un amplio número de aficionados, su hermano Daniel Purcell es mucho menos popular entre el público. Este interesante trabajo, sin embargo, contribuye a valorar las figuras de ambos hermanos Purcell, confirmando el gran talento y capacidad musical de Henry y reivindicando la figura de Daniel como un compositor a tener en cuenta en la música vocal inglesa del Barroco. Y es que las características de esta etapa están presentes en esta selección de piezas de los hermanos Purcell, el omnipresente bajo continuo, el contraste y la ornamentación son obviamente rasgos constantes en este disco que alterna indistintamente piezas de los dos hermanos Purcell, llenas de vida, de riqueza melódica y que reflejan fielmente mediante la música el contenido de los textos.
Siete son las obras seleccionadas de Henry, las seis piezas vocales y la Almand de la Suite nº 2 en Sol menor interpretada por Laura Puerto, y cuatro las de Daniel. El disco comienza con una breve pieza de Henry, She loves and she confesses too, una canción alegre, muy bella, en la que, con el acompañamiento de la guitarra, el clave y el violonchelo, Agúndez luce su hermosa y ágil voz de soprano lírico-ligera, transmitiendo la frescura y viveza que piden la música y el texto. La Cantata Whithin a verdant grove, escrita por Daniel, nos presenta dos arias y dos recitativos en los que su autor demuestra también una destacada habilidad para expresar musicalmente el contenido del texto, reflejando bien la tristeza primero y la alegría después, tratadas en el mismo.
En esta selección de los hermanos Purcell volvemos de nuevo a Henry con su obra, esta vez en latín, Incassum Lesbia, una página llena de dramatismo, pausada y casi deprimente que da paso a otra pieza del mismo autor, Ah, How pleasant, una jovial canción, muy hermosa, con una bellísima melodía muy bien cantada por Agúndez, llena de musicalidad y expresividad e igualmente bien acompañada por los instrumentistas. A continuación la Almand, sumamente ornamentada, muy en la línea de la escritura para clave de los siglos XVII y XVIII, de Henry conecta directamente con la cantata de Daniel She whom above myself I prize, tres recitativos y tres arias que describen, con contraste en su aire, el problema de un amor no correspondido, con una Delia Agúndez muy eficaz en los agudos y en la expresividad del mensaje. Una melodía muy cantábile, lírica pero con un aire optimista es la protagonista de If Music be the food of love de Henry que da paso, en esta combinación de piezas vocales de los hermanos Purcell, a la cantata de Daniel Apollo and Daphne, que musicaliza un texto referente al mito griego, con claros contrastes de aire en sus dos arias. An Evening Hymn es una pieza muy espiritual en la que la reposada y hermosa melodía es cantada con muy buen gusto por Agúndez quien, en un registro más intermedio, está muy bien acompañada en todo momento por el órgano. Y el carácter recogido e íntimo es la característica de la hermosa canción O solitude en la que el violonchelo y el archilaúd apoyan en un acompañamiento ostinato la expresiva voz de la soprano. Este disco dedicado a música vocal de los hermanos Purcell se cierra con la cantata de Daniel Septimius and Acme, obra en la que de nuevo las dos arias contrastan claramente, buscando con la música una eficaz expresión del texto. Con el buen soporte de los músicos, especialmente el violonchelo en este caso, Agúndez se muestra eficaz en su interpretación, expresiva y con musicalidad.
Creo que debemos destacar el buen criterio de Delia Agúndez y los tres instrumentistas en este trabajo sobre los hermanos Purcell por varias razones, por ejemplo la valentía que supone elegir un repertorio no muy conocido por el gran público, apostando por algo menos convencional pero digno de ser tenido en cuenta. De igual manera me parece destacable el buen hacer de los músicos en lo interpretativo, con una Delia Agúndez muy expresiva en todo momento, desde las canciones alegres con aire de danza campestre, ágiles, frescas y exigentes para la voz, hasta los fragmentos más recogidos o incluso espirituales. Muy bien la soprano en los registros agudos y en los ornamentos, eficaz en la dinámica y cantando con musicalidad y buen gusto. También es serio y eficaz el trabajo realizado por Manuel Minguillón, Laura Puerto y Ruth Verona en el acompañamiento, constituyendo un solvente apoyo para la cantante. En mi humilde opinión, este es un disco que debe tener sitio en la discoteca de un aficionado pues no sólo supone un rato de agradable escucha sino que supone también un acercamiento a un repertorio vocal no muy explotado como son las piezas inglesas de finales del siglo XVII y los primeros años del XVIII en las figuras de los hermanos Purcell.
Emilio Lacárcel Vílchez