Si bien inicia ahora las funciones de Giselle, la estupenda producción de Peter Wright, celebrando que el romántico ballet cumple 175 años, el primer esperado estreno de esta temporada de primavera del Royal Ballet en el escenario de Covent Garden ha sido Strapless, ballet narrativo de Christopher Wheeldon basado en el cuadro de John Singer Sargent Portrait of Madame X (1884). Luego vendrá Frankenstein, de Liam Scarlett, otro estreno absoluto para este año, en ballet de gran formato.
La nueva creación de Wheeldon se ha insertado en el presente programa firmado enteramente por quien es asociado artístico de la compañía londinense, en el que se incluía After the Rain, realizado en 2005 para el New York City Ballet, y Within the Golden Hour, estrenado por San Francisco Ballet en 2008, realizados mientras fue coreógrafo residente de la compañía neoyorquina que dirige Peter Martins. La Orquesta de la Royal Opera House ha estado magnífica en las tres obras, dirigida por Koen Kessels y con el violinista Sergey Levitin como solista, acompañado, para After the Rain, por el viola Andriy Viytovych y la pianista Kate Shipway.
Christopher Wheeldon (Somerset, Reino Unido, 1973), desde 2012 coreógrafo insignia en la compañía de la Royal Opera House, es uno de los creadores actuales más reputados de los que parten de la técnica académica para sus ballets contemporáneos, nombrado por muchos como seguidor de la línea neoclásica de maestros como George Balanchine y Jerome Robbins. Y es cierto que en sus piezas abstractas, como son el primero y tercero de los ballets de este programa, se saborea su neoclasicismo moderno, impetuoso, poético y elegante.
Protagonizado por tres parejas, After the Rain se compone de una primera parte en la que Zenaida Yanowsky y Reece Clarke, Olivia Cowley con Tomas Mock, y Tierney Heap junto a David Donnelly expusieron con brillo las dinámicas variaciones del coreógrafo sobre Tabula rasa, de Arvo Pärt. Es esta parte casi un preámbulo de la segunda, la más conocida internacionalmente, compuesta por un lírico paso a dos sobre la que seguro es la obra más conocida de Pärt, Spiegel im Spiegel, también de las más representadas con la danza. En este sentido dúo, Zenaida Yanowsky y Reece Clarke estuvieron magníficos, absolutamente musicales, atrapando por ello no sólo la mirada de los más de dos mil espectadores que abarrotaban el teatro de Covent Garden, sino también todos sus sentidos, con el alto grado de poesía que alcanzaron con su interpretación. La bailarina española, -nacida en Francia, de padre ruso y madre española, también bailarines, como sus hermanos Yuri y Nadia-, celebra quince años como primera figura en el Royal Ballet. Con cuarenta cumplidos en diciembre y tal como la vimos bailar, con una maestría que sólo poseen los grandes artistas cuando alcanzan la madurez, auguramos que su posición en la compañía está asegurada para muchas temporadas más.
Tras el primer intermedio, llegó Strapless y, con este ballet, el retrato no sólo pictórico de Amélie Gautreau, sino también vital. La historia que cuenta en cuarenta y cinco minutos Christopher Wheeldon está basada en la obra de Deborah Davis Strapless. John Singer Sargent and the Fall of Madame X, publicada en 2003. En ella, la autora investigó sobre la protagonista de la obra que, expuesta en 1884 en el Salón de París, fue la que catapultó al pintor y hundió a su modelo. Y todo porque en su primera exposición el cuadro se vio tal y como estaba en su inicio: uno de los tirantes con pedrería de la protagonista se había deslizado de su hombro y así la inmortalizó el autor de El jaleo.
Strapless tuvo su estreno en esta temporada que comenzó el 12 de febrero con Natalia Osipova como protagonista y en la función que vimos fue la inglesa Lauren Cuthbertson quien encarnó a la “It Girl” de finales del XIX. Realmente, un ballet narrativo en sólo cuarenta y cinco minutos, con tantos personajes y detalles que advertir es toda una heroicidad. Es complicado comprender la trama si no se ha leído profusamente toda la historia de cómo llegó John Singer Sargent a pintar a la solicitada Amélie Gautreau, ya que a su alrededor hay personajes secundarios esenciales. Y son, el marido de la protagonista, Pedro Gautreau (Erico Montes); uno de sus amantes, el famoso ginecólogo de la época, Samuel-Jean Pozzi (de nuevo, un estupendo Reece Clarke), cuya imagen pintada por Singer Sargent es también icónica; la esposa de éste, Thérèse Pozzi (a quien recreó aquí la española Itziar Mendizábal), o el amante del pintor, Albert de Belleroche (Calvin Richardson). Como diría Balanchine y, en nuestro país, repetía Gades, “en ballet no existen los cuñados, porque, ¿cómo identificas a un cuñado?”. En esta historia no había cuñados, pero la dificultad de presentar a todos los personajes, hacerles partícipes de una acción que marque sus personalidades y, lo que es más importante, hacer sentir al espectador conmovido por la tragedia de la historia de la joven Madame X es complicado. No consigue hacernos sentir identificados con el triunfo y caída de Amélie Gautreu/Madame X.
Y, de nuevo, cuando Wheeldon -que ha contado con la composición original de Mark-Anthony Turnage para ensamblar la historia- se vuelve más íntimo, en el solo final de la protagonista, es cuando se percibe más profundidad en su coreografía, sintiendo también que Lauren Cuthbertson, despojada de tirantes, vestidos y joyas, pudo desplegar su movimiento con más emoción.
Porque, durante la trama, además, quizás se ha elegido mal el color de los trajes de los hombres y mujeres -la sociedad de la época- que elevan al pintor y destronan a la hasta entonces princesa de los salones, vistiéndolos de negro a todos también, con lo que se hace difícil destacar a la protagonista, cuyo vestido negro del cuadro es su distintivo. El diseñador Bob Crowley, que ha previsto la escena de manera minimalista, en color crudo, también el linóleo del escenario, podría haber dado a esa multitud un tono diferente, en grises, por ejemplo, con lo que sumaría simbolismo ante lo que representan: estrechez de miras y machismo.
Con Within the Golden Hour, volvimos a deleitarnos con un Christopher Wheeldon en su salsa, comprendiendo por qué este ballet es uno de los más aclamados de su carrera. Creado para siete parejas sobre música del compositor Ezio Bosso (Turín, Italia, 1971), además del Andante del Violin Concerto en Si Bemol Mayor, RV583, de Vivaldi, traduce con verdadero deleite cada una de las siete piezas, interpretadas con brillantez, entre otras parejas, por Yuhui Choe (que sustituyó a la española Laura Morera) y Alexander Campbell, Francesca Hayward y Valentino Zucchetti, y Akane Takada con Tristan Dyer.
El próximo 6 de abril, los amantes del ballet podrán ver en cines, en directo, la función de Giselle que se emite a las grandes pantallas de todo el mundo desde la Royal Opera House. Sus protagonistas serán Marianela Núñez (Giselle), Vadim Muntagirov (Albrecht) e Itziar Mendizábal (Myta). En el foso, frente a la Orquesta de la Royal Opera House, Barry Wordsworth.
Cristina Marinero