La compañía británica emite el martes 5 de noviembre este programa dedicado a tres creadores esenciales de su patrimonio coreográfico, Kenneth MacMillan, Frederick Ashton y Marius Petipa. Lo protagonizan las estrellas Natalia Osipova, Vadim Muntagirov y la española Laura Morera, entre otros.
Cristina Marinero
Este triple-bill –término extendido en el mundo de la danza para denominar a un programa compuesto por tres obras de diferente cuño- inicia las emisiones de Live Cinema de The Royal Ballet el martes 5 de noviembre. La segunda y última emisión en directo de 2019 será Coppelia, el 10 de diciembre, protagonizado por Marianela Núñez y Vadim Muntagirov, en la versión de la fundadora de la compañía, Ninette de Valois, basada en las de Lev Ivanov y Enrico Cechetti.
Las estrellas de esta retransmisión en directo desde Covent Garden, que en España distribuye Versión Digital, son Natalia Osipova, también junto a Muntagirov, que lideran el acto tercero de Raymonda; la española Laura Morera, Christopher Saunders, Francesca Hayward y Matthew Ball, protagonistas de Enigma Variations, y, para Concerto, el casting está encabezado por la joven Anna Rose O’Sullivan -todo un descubrimiento cuando la vimos el año pasado en El cascanueces, en Covent Garden- James Hay, Yasmine Naghdi, Ryoichi Hirano y Mayara Magri.
Este programa mixto subraya la versatilidad de The Royal Ballet porque muestra tanto los orígenes del Royal Ballet, con las obras de Petipa, autor de la exquisita Raymonda, sobre la composición de Glazunov, como la importancia de los coreógrafos autóctonos que han puesto Reino Unido en el escenario internacional, ambos, además, nombrados «sir» por la reina Elizabeth II, Frederick Ashton y Kenneth MacMillan.
El acto III de Raymonda posee el más puro ballet clásico ruso resumido en un solo acto, realizado con la técnica más brillante y precisa de Marius Petipa, en una coreografía que el padre del ballet clásico creó para el Ballet Marinsky en 1898, cuando iba a cumplir los ochenta años de edad y después de medio siglo en la compañía de San Petersburgo.
Enigma Variations (1968), de Frederick Ashton, es la quintaesencia del ballet británico en todos los aspectos, desde la composición de Elgar y los diseños de época de Julia Trevelyan Oman, al estilo marca de la casa del coreógrafo que se incorporó a la compañía en 1935 y la dirigió entre 1963 y 1970. A esta etapa con Ashton al frente -a la que pertenece esta coreografía con diseños de época- se le suele denominar la edad de oro del Royal Ballet, cuando el estilo inglés alcanzó su cota máxima en pureza y su cuerpo de baile llegó a ser uno de los mejores del mundo.
Estrenado en 1966 por el Ballet de la Ópera de Berlín, Concerto se basa en la fusión de la técnica clásica con una concepción contemporánea del movimiento. Ballet sin argumento, está creado sobre el segundo Concierto para piano, op. 102 de Shostakovich y cuenta con diseños de Jürgen Rose. Fue la primera creación original de Kenneth MacMillan como director de la compañía alemana y completa este programa que se erige como ejemplo de la proyección que The Royal Ballet da a su patrimonio coreográfico.