Tres grandes espadas de la música clásica como son la violinista Anne-Sophie Mutter, el director y pianista Daniel Barenboim y el violonchelista Yo-Yo Ma se unen en este sensacional álbum de Deutsche Grammophon para interpretar el Triple Concerto de Ludwig van Beethoven, que se ofrece junto a su Séptima Sinfonía. Los registros pertenecen a sendos conciertos efectuados en Berlín y Buenos Aires en 2019 para conmemorar el vigésimo aniversario de la West-Eastern Divan, la orquesta fundada por Barenboim y Edward Said en 1999 para hermanar a jóvenes músicos judíos y palestinos, un proyecto artístico que les hizo obtener a ambos el Premio Princesa de Asturias a la Concordia.
De esta manera, aparte del 20 cumpleaños de la formación que tuvo su sede en Sevilla, este disco aprovecha la ocasión para conmemorar los 250 años del nacimiento de Beethoven. Ya desde la introducción orquestal del Triple Concerto se intuye una interpretación excepcional por parte de la avezada orquesta, llevada con empuje y nervio por Barenboim desde el piano, marcando los ritmos con énfasis e imprimiendo flexibilidad a los tuttis. La entrada de Yo-Yo Ma es propia de un auténtico maestro, dotando al chelo de una irresistible calidez, a cuyo canto se unen los vigorosos intercambios de la Mutter, quizá la más entregada con diferencia, a los que secunda desde el piano un siempre discreto Barenboim, pero de un refinamiento y una sutileza musicales sin parangón. Estos tres titanes consiguen música de cámara con letras grandes, de alta combustión técnica en los movimientos extremos y de absoluta exquisitez en el eslabón íntimo que es el segundo movimiento, donde volvemos a disfrutar de la modélica frase inicial esbozada por Ma. Hay que destacar que existe una memorable grabación fechada en 1995 también en directo que había convocado ya a Ma y a Barenboim, quien dirigió a su vez a la Filarmónica de Berlín, ambos mano a mano con el violinista Itzhak Perlman. Aun hay otro registro referencial del Triple Concerto que junta a Mutter, Ma y Mark Zeltser con los filarmónicos berlineses dirigidos por Karajan, su titular por aquel entonces.
El veterano Daniel Barenboim viene a demostrar que es un director que comprende a Beethoven a la perfección, como pocos en la actualidad, y sus lecturas nos hacen ver la gran verdad que encierra su música. Es una evidente prueba de ello escuchar este registro bonaerense de la Séptima al frente de la West-Eastern Divan, donde ya el primer movimiento promete mucho, eludiendo la reexposición del tema en Vivace. El discurso es diáfano y el empaste de la orquesta, que suena pareciéndose a una de las grandes, está conseguidísimo. No le sobra ni le falta nada a una lectura que viene a mostrar el excelente nivel de sus jóvenes miembros.
Aun así, según avanza la interpretación resulta inevitable la comparación con la toma en estudio que Barenboim realizó dirigiendo a la Staatskapelle de Berlín, dentro de la integral sinfónica beethoveniana, sobre todo en el Allegro con brio final -también sin reexponer-, pues aquí no hallamos el impulso arrollador y todo el fuego que alcanzó con la orquesta berlinesa. Es esta otra concepción del argentino, menos explosiva y visceral de la Séptima, quizá más matemática y estilizada, como ese milimetrado y académico, pero escaso en patetismo, Allegretto viene a atestiguar. En todo caso, estamos ante dos magistrales versiones que satisfacen ampliamente las expectativas que de entrada podríamos tener depositadas en sus protagonistas, y que, aunando veteranía y juventud, consiguen un Beethoven en estado puro.
Germán García Tomás