«TOSCA» EN BOGOTÁ

TOSCA EN BOGOTÁ Por Juan David Giraldo

Entre el 17 y el 19 de diciembre el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo ofreció al público bogotano Tosca, de Giacomo Puccini, una coproducción de la Fundación La Compañía Estable y el TMJMSD, con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia dirigida musicalmente por Andrés Orozco-Estrada —director titular de la Orquesta Sinfónica de Viena, desde la temporada 2014-2015, de la Radio de Frankfurt y la Orquesta Sinfónica de Houston— y en la parte escénica, por Pedro Salazar y la participación de los coros juvenil e infantil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. 

El tenor Adam Smith y la soprano Martina Serafin
El tenor Adam Smith y la soprano Martina Serafin. TOSCA EN BOGOTÁ

De manera poco usual se contó con dos elencos: uno con solistas internacionales en el que participaron la soprano austríaca Martina Serafin, como Tosca; el tenor Adam Smith, como el pintor Cavaradossi; el barítono neerlandés Bastiaan Everink como Scarpia. En la de elenco latinoamericano los mismos roles los desempeñaron Daniela Tabernig, César Gutiérrez y Valeriano Lanchas. 

La puesta en escena del dramático día del 14 de junio de 1800 en el que se desarrolla la tragedia de del pintor y la diva tuvo tanto aciertos como desventuras pero, eso si, emoción continua, según el cerrado aplauso del público capitalino que disfrutó este retorno del gran arte en vivo al escenario magnífico que es el Teatro Mayor. 

“No voy a presentar una pieza de museo, quiero una obra que le hable a la audiencia de nuestro tiempo”, afirmó Pedro Salazar director escénico y de concepto. En mi opinión esta Tosca, tan acosada por los críticos como por Scarpia ha sido el más logrado de sus montajes operísticos: una escenografía muy limpia, audaz sin ser críptica, bien iluminada, planteó un paralelo entre la Italia sometida y con la sombra liberadora de Napoleón, y el mundo contemporáneo, de justa protesta social e iconoclasta. Por ejemplo, una estatua ecuestre es desmontada, trasladada y movida en diferentes momentos y puntos del escenario y grafittis actuales rayan los muros. ¿Desde cuándo hay que pedirle absoluta fidelidad a la ópera cuando —y esa es una de sus grandes virtudes— puede y debe ser revisada, reinventada, “travestida” como arte vivo que es? Este montaje no tuvo ni la odiosa iluminación de su ‘Barbero de Sevilla’, ni la repetición aburrida del montaje escénico de su ‘Florencia en el Amazonas’ por citar solo dos. Costó trabajo entender que la desdichada diva no se lanzara de lo alto del Castel Sant´Angelo sino que fuera muerta a balazos… En un principio acción totalmente contraria al espíritu libertario de Puccini. Pero también puede hacer referencia a los terribles falsos-positivos de este sufrido país que suman como combatientes dados de baja, asesinatos oficiales. 

La soprano Martina Serafin y el barítono Bastiaan Everink
La soprano Martina Serafin y el barítono Bastiaan Everink

Lo que si resultó un desatino absoluto fue un «Te Deum» bailable que restó mucho a las fascinantes y aterradoras declaraciones del jefe de policía, representado por Bastiaan Everink, barítono dramático de voz oscura que dio al malvado personaje un giro muy personal, fuera de estereotipos y muy acorde a su propio desarrollo profesional. La soprano austriaca Martina Serafin, logró una Floria Tosca muy bien actuada y conmovedora, pero quien se robó los aplausos fue Adam Smith, tenor británico que supo actuar con sutileza y cantar con el angustioso vigor que Cavaradossi exige. Andrés Orozco-Estrada al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia (OSNC) —al menos en la noche a la que este cronista asistió— supo dialogar con los cantantes, no los ocultó, como varias personas comentaron que ocurrió en otras funciones.

Pero la verdadera importancia de este enorme esfuerzo del Teatro Mayor puede resumirse, en medio de los aciagos tiempos de pandemia que vivimos con las palabras del maestro Riccardo Muti en el concierto de fin de año en Viena: “La música es importante no por ser entretenimiento, ni espectáculo, ni una profesión sino porque es una misión. Por eso es que trabajamos. ¿Qué misión? Hacer una mejor sociedad. Pensar en la nueva generación que lleva más de un año totalmente privada de pensamientos profundos, sólo pensando en la salud, La salud física es primordial, importantísima, pero también lo es la salud mental. Y la música ayuda… la cultura ha sido siempre uno de los primordiales elementos para proyectar una mejor sociedad hacia el futuro”.