Tosca en el Teatro Real. La comercialización de la ópera.

Tosca en el Teatro Real Por Federico Figueroa

Las óperas de Puccini disparan al corazón. Eso lo sabe cualquier aficionado a la ópera y es una de las razones de la enorme popularidad de su corpus. Los programadores conocen que Madama Butterfly, La bohème o Tosca son éxitos seguros de taquilla. Si además a la producción se le añaden los ingredientes mercadológicos contemporáneos, el resultado puede ser un bombazo, con el consiguiente peligro de “morir de éxito”. He asistido a la decimoquinta representación de las dieciséis programadas en el cierre de temporada del Teatro Real, cuando la noticia de los cinco días del ‘bis’ del “Visi d’arte” de Radvanovsky y el de “E lucevan le stelle” de Kaufmann, la “histórica” noche de los dos “bises”, ya  habían hecho correr ríos de tinta en el micromundo lírico.

Un momento de la representación de Tosca en el Teatro Real                                                                (C) Javier del Real

Esta otra noche, en la que yo he podido asistir a Tosca, el público aplaudió larga y entusiastamente ambas arias, esperando que los artistas de esta función también se lanzaran al “bis”. Desde mi asiento yo podía ver al director musical, que había pasado página a su partitura e impertérrito esperaba con cierto hastío la lluvia de aplausos. En cuanto disminuyeron un poquito (solo un poquito), la acción en el foso y en el escenario continuó. Al final de la función, como suele ser mi costumbre, fui de tapas con un grupo de amigos que también estuvieron en la función. Dos de ellos habían estado una de las noches anteriores, donde sí se había “bisado”. Más allá de cómo fue la cuestión musical en una y otra noche, me aseguraron que la cantidad de aplausos había sido de parecida intensidad. Los demás oyentes en esta conversación, un tanto decepcionados, morían de ganas de vivir un “bis” y se culpaban por no haber aplaudido y gritado un poco más para arrancarles la repetición a los cantantes. Yo me quedé callado, algo raro en mí, y bebí otro sorbito de mi caña con limón.

Esa noche María Agresta había sido una auténtica Floria Tosca. Los celos casi enfermizos y su valentía los sentimos a través de su comedido histrionismo y el sonido de su amplia voz, con el metal justo y un caudal que sobrevuela sobre la orquesta, muchas veces sin una mano que tire de la rienda a los excesivos decibelios. El tenor Joseph Calleja también fue un Mario Cavaradossi de fuste. Su voz, con ese vibrato “stretto” que le caracteriza y que a mí nunca me ha gustado, ha ganado mucho en anchura y lo maneja con buena escuela. El Barón Scarpia fue bien dibujado por el barítono armenio Gevorg Hakobyan. Su voz rotunda y oscura generaban el miedo y la repulsa a “primera escucha” que podemos ligar a la imagen del perverso jefe de la policía romana. Su quehacer actoral tampoco le fue a la saga, creando las aristas necesarias para que el público acabara odiando al personaje. Valeriano Lanchas cantó y actuó muy bien como el glotón sacristán de la iglesia de Sant’Andrea della Valle y el Spoletta de Mikeldi Atxalandabaso se hizo notar. Los demás personajes cumplieron cabalmente con sus cometidos. El coro titular del Teatro Real y el de Pequeños Cantores de la JORCAM estuvieron precisos y la batuta de Nicola Luisotti se desempeñó con oficio, rayando lo ampuloso y tapando a los solistas en algunos momentos. La propuesta escénica de Paco Azorín, vista en el Liceu (2014 y 2019) y en el Maestranza (2015), propone una lectura que intenta salirse del sendero marcado por el libreto, anclado en un tiempo exacto de la historia, dándole cierta novedad con más o menos acierto a la historia. Me sorprendió la escala que usó en el diseño de la puerta central del retablo, por donde pasaban decenas de personas en el momento del Te Deum. En cualquier caso, la propuesta es interesante y trae un poco de aire fresco a esta obra tan trillada.

Maria Agreta (Tosca) y Gevorg Hakobyan (Scarpia). Tosca en el Teatro Real. (C) Javier del Real
Maria Agreta (Tosca) y Gevorg Hakobyan (Scarpia). Tosca en el Teatro Real.                                          (C) Javier del Real

Dicho todo lo cual, todavía queda una pregunta por contestar. ¿Qué es lo que hacía la diferencia entre las funciones con “bis” y las sin “bis”? Pongo en duda que haya existido una notable diferencia en la calidad de unas y otras. Según una de las personas que estaba en el corrillo de las tapas y cañas posteriores a la función, un famoso connaisseur, el factor principal para la creación del “bis” era las ganas de los asistentes de vivir algo “histórico”. No quiero añadir la palabra con la que describió a este público del teatro madrileño. Yo sonreí, finalicé mi caña y me marché a casa feliz de haber asistido a una muy buena función de Tosca.

Ficha artística

Madrid, Teatro Real, 23-7-2021. Puccini: Tosca. Dirección musical: Nicola Luisotti. Dirección escénica: Paco Azorín. Maria Agresta (Tosca), Joseph Calleja (Cavaradossi), Gevorg Hakobyan (Scarpia), Gerardo Bullón (Angelotti), Valeriano Lanchas (sacristán), Mikeldi Atxalandabaso (Spoletta), David Lagares (Sciarrone), Inés Ballesteros (Un pastor), Luis López Navarro (Un carcelero). Coro y Orquesta del Teatro Real y Pequeños Cantores de la JORCAM.