Trío de ases: Sellars, Viola y Warner vuelven a París con Tristan e Isolda

Trío de ases: Sellars, Viola y Warner vuelven a París con Tristan e Isolda
Trío de ases: Sellars, Viola y Warner vuelven a París con Tristan e Isolda

Trece años después Tristan e Isolda vuelve a casa de la mano del trio Sellars, Viola y Wagner.

Se considera que el papel de Tristán es el comienzo del fin de la armonía convencional y abre camino a la nueva música clásica del siglo XX. Verdi decía que “El segundo acto de Tristán e Isolda es una de las creaciones más sublimes del espíritu humano”. Y es que, Tristán e Isolda de Richard Wagner, en lo musical, es sin duda una de las óperas más complejas de todos los tiempos, por eso no nos resulta extraño que Gerard Mortier confiara en Peter Sellars para idear la puesta en escena a la altura.

Una fusión entre lo clásico y lo moderno, la escenografía es como dos óperas en una, la que nos cuenta Sellars con los personajes de carne y hueso y la que nos cuenta Viola sobre la pantalla a través de sus alter egos. Sellars considera que Wagner estaba creando el arte del futuro con la composición de Tristan e Isolda, por ello quiso contar con la colaboración y mano de Bill Viola para crear la puesta escénica definitiva de la obra de Wagner.

Tristán e Isolda, la historia de un amor que trasciende a la muerte y que ningún poder puede impedir. Dolor, deseo, pasión, una tragedia romántica cuya culminación sólo es posible, precisamente, en la muerte. Dividida en tres actos, la ópera nos muestra la purificación, el despertar y la disolución de los personajes. Seguimos este viaje por medio de la música de Wagner y de las escenas plagadas de metáforas e ilusiones propuestas por Sellars y Viola. Como aclaraba éste en una entrevista, “Desde el principio del primer acto está claro que Tristan e Isolda caminan hacia su última muerte, disolución y transformación, y en su preparación necesitan limpiarse y purificarse. Su gradual transformación adquiere la forma de una travesía desde el mundo físico a un ámbito espiritual, atravesando lo que parece ser la realidad, pero que de hecho es una ilusión. En el tercer acto, Isolda se aproxima con el fuego, pero cae en el agua, haciéndose añicos su propio reflejo y disolviéndose en una ardiente ola tras la caída. Poco después, Tristan asciende por una cascada invertida, también una ilusión.”

Aunque Sellars convierte toda la sala en escenario y nos sorprende con la aparición de personajes en patio de butacas y palcos, el conjunto escénico es oscuro, el vestuario liso (ideado por Martin Pakledinaz) y los movimientos medidos y poco exagerados que van al compás de sus compañeros en las pantallas, interpretaciones de Tristán e Isolda ideadas por Viola e inspiradas en San Juan de la Cruz.

Para la interpretación de los papeles principales los elegidos son Andreas Schager como Tristán y Martina Serafin como Isolda, dos de los papeles más difíciles de todos los tiempos. El tenor Andreas Schager es una joya en bruto interpretando a Tristán. A pesar del papel agotador al que se enfrenta termina perfectamente el tercer acto sin que parezca que lleva casi cinco horas cantando. Impecable en graves y agudos, está lleno de juventud y energía, algo a lo que no estamos acostumbrados a ver en un Tristán. Una energía, eso sí, que hace que su potencia de sonido sea a veces excesiva. De metálicos agudos la soprano es pulcra en técnica y sonido. Martina Serafin cuida más su fuerza en escena, se nota que aún no está acostumbrada al papel.

Los que sí están más que acostumbrados son sus compañeros secundarios. Curtido en roles dramáticos y exigentes vocalmente, René Pape ya había interpretado anteriormente el papel. Impresionante como el Rey Marke, llena el escenario con su gran potencia. También lo hace Ekaterina Gubanova interpretando a Brangäne, su color oscuro nos envuelve en cada intervención y la convierte en un gran acierto siempre para interpretar el papel. Matthias Goerne, el maestro de la canción alemana, destaca por sus graves redondos y potentes en su papel como Kurwenal.

Como una de las estrellas de la noche cabe destacar a Philippe Jordan, y su orquesta en el foso. Interpretar a Wagner no es fácil, y menos si se trata de Tristán e Isolda. Limpio, sabe llevar a la orquesta de aquí para allá entre el entramado musical lleno de cromatismo.

El público de París va a tener que hacer hueco a esta maravilla del siglo XXI a pesar de la persistente presencia de abucheos cada vez que Peter Sellars se la presenta.

Rebeca Blanco Prim