Tristan und Isolde (Selección). Wagner. Buenos Aires

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En el contexto del Festival de Música y Reflexión que, con la presencia del Mtro. Daniel Barenboim, la West-Eastern Divan Orchestra, la pianista Martha Argerich y el conjunto Les Luthiers; viene desarrollándose en el Teatro Colón de Buenos Aires y, paralelamente, dentro de la temporada lírica 2014 se está presentando esta selección de la magistral obra de Wagner en versión de concierto ante una sala colmada como hacía tiempo no veíamos por aquí.

Más allá de lo discutible de la inclusión dentro de la temporada oficial de una versión tan fragmentada de una obra que precisamente se destaca por su desarrollo y continuidad, máxime cuando se cuenta con intérpretes del calibre de los que ocuparon el escenario en esta velada; y más allá, también, de que se optó por una versión de concierto y que aún no se ha escuchado ninguna explicación plausible que justificara ambas decisiones por parte de la Dirección del primer coliseo argentino; quienes tuvieron la fortuna de ocupar alguna de las localidades de la sala no podrán olvidar por mucho tiempo la experiencia de este maravilloso Tristán.

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Las razones musicales las iremos desgranando a su tiempo, pero déjeme confesarle antes amigo lector, que poder sentir la maravilla de que son capaces los miembros de la West-Eastern Divan Orchestra, compuesta mayoritariamente por músicos israelíes y palestinos, quienes se abrazan tras la ejecución  bajo las interminables ovaciones de la sala; en tiempos como estos, donde la muerte y la desdicha parece haberse adueñado de su tierra natal no puede menos que emocionarnos hondamente y enseñarnos que siempre podemos ser mejores de lo que somos, aún con nuestras diferencias y nuestras distancias.

Hecha esta confesión, pasemos a la crítica.

El Mtro. Barenboim tiene con Tristán e Isolda una relación de muchos años y en tanto tiempo su lectura de la obra se ha ido enriqueciendo y madurando hasta alcanzar grados de profundidad e inteligencia, de concepción y matices de los que ha dado prueba en esta velada. Verlo dirigir es en sí mismo un espectáculo aparte y no porque tenga veleidades de «estrella» o de actor, nada de eso, sino porque cada gesto, cada movimiento tiene una razón docente sumada a la musical. Está junto a sus músicos señalando, marcando, acariciando, respirando; según sea necesario y los deja libres de marcación, confinándose casi en la inmovilidad, cuando llega el caso… y la orquesta responde dúctil y efectiva brindando una variedad de matices y colores que parecen no tener límites al servicio de una partitura magistral.

Desde el pianísimo del acorde inicial del Preludio a las cromáticas oleadas que envuelven al auditorio; desde la transparente lectura de los temas que se funden y entrelazan dando cuerpo al tejido orquestal, todo se presentó con tal exquisitez que cautivó con armas justísimas y limpias.

Por su parte Waltraud Meier fue una Isolda conmovedora, con una voz que sabe manejar para responder a las exigencias infinitas del rol. Su timbre más oscuro que el de otras memorables antecesoras en el rol, le brindan una humanidad más cálida y dolorida, y la profundidad espiritual del personaje queda a flor de piel. Si sus agudos no son clarines como los de la Nilsson, bienvenida sea la diferencia, cuando sabe ponerlo al servicio del transmitir su propia visión de la protagonista. 

Su participación en el dúo del Acto II tuvo momentos de belleza inolvidables y su Muerte de Amor quedará en nuestro recuerdo.

Peter Seiffert contruyó un sólido Tristán, dotado de una voz que se impone por un grato y cada día más heróico timbre (sin ser un auténtico heldentenor de los que ya no quedan) y un caudal con el que traspasa la masa orquestal, pero que sabe matizar para volverlo expresivo plegándose a un texto tan rico en connotaciones.

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La Bragania de Ekaterina Gubanova cautivó por una voz de frondoso caudal sólido centro, bello timbre y asombroso fiato. Tal vez algún asomo de vibrato pueda notarse aquí y allí, pero su participación fue garantía siempre de bellos resultados.

René Pape impuso su autoridad como un seguro Rey Marke al que supo transmitirle toda su dolorosa decepción, toda su honda tristeza. Cantó con una oscura y bien templada voz de bajo que corre sin fisuras. Un traspié vocal casi al final de su expresivo monólogo (tal vez la garganta se secó más que lo deseable) no opacó en nada una prestación que fue saludada con una sostenida ovación.

Gustavo López Manzitti tuvo lucida participación en el rol de Melot haciendo honor a sus dotes y su talento.

Durante la función la sala, salvo contadísimas excepciones, se mostró hipnotizada alcanzando esos elocuentes silencios que dan cuenta de cuánto pudo la música, cosa que, ciertamente, parece cada día menos frecuente en nuestros teatros, y tras el final desbordó en interminables ovaciones a los intérpretes, a la orquesta y al Director.

Buenos Aires ha conocido sin duda uno de los picos más altos de su actual temporada, y fuimos afortunados testigos de ello.

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Tristan und Isolde

Música y libreto de Richard Wagner. Preludio – Acto II – Muerte de Amor

Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, Función del 6 de Agosto de 2014

 

Elenco

 

Tristán….. Peter Seiffert

Isolda…… Waltraud Meier

Bragania.. Ekaterina Gobanova

Rey Marke… René Pape

Melot…. Gustavo López Manzitti

 

West-Eastern Divan Orchestra

Director… Mtro. Daniel Barenboim

 

Prof. Christian Lauria