Un ballo in maschera en Oviedo: Verdi siempre es una garantía

Un ballo in maschera en Oviedo. Foto: Ópera de Oviedo

Verdi vuelve a la Ópera de Oviedo con las representaciones de Un ballo in maschera, con las voces de José Bros, Ana Pirozzi y Juan Jesús Rodríguez en los papeles principales, bajo la dirección musical de Gianluca Marcianò y la escénica de Fabio Ceresa.

Para estas funciones la institución se ha propuesto realizar un recuerdo/homenaje a la primigenia idea del compositor –la ópera inicialmente se titulaba Una vendetta in domino– recuperando para la ocasión el nombre original de Gustavo para el protagonista (rey de Suecia asesinado en el siglo XVIII en los salones de la ópera de Estocolmo durante un baile de máscaras), nombre que Verdi se vio obligado a cambiar por problemas con la censura, e incluso tuvo que trasladar la acción desde Europa a Boston. La puesta en escena viene firmada por Fabio Ceresa. Muy cuidada, se basa en una ambientación más o menos clásica –si exceptuamos el trasladar el segundo acto a un fumadero de opio– que siempre se muestra funcional y cumple su objetivo de enmarcar una historia qué se beneficia de los juegos de luces y sombras de Rodrigo Ortega y del ampuloso vestuario diseñado por Giuseppe Palella.

En el foso el maestro Gianluca Marcianò se presenta una vez más en Oviedo demostrando su profundo conocimiento de la partitura, que respeta en todo momento y se sirve de ella para conseguir un sonido en la OSPA pleno, con empastes muy trabajados y niveles equilibrados en todo momento entre el foso y el escenario.
En el apartado solista José Bros debutaba el papel de Riccardo/ Gustavo. Algo afectado todavía por problemas vocales que se dejaron notar en el agudo, algo sucio y falto de su brillantez habitual, supo suplir este inoportuno inconveniente a través de un elegante fraseo y una gran musicalidad. A su lado la soprano Ana Pirozzi se presentaba por primera vez en Oviedo con una Amelia muy convincente, que destacó especialmente en la plegaria del tercer acto. Muestra un timbre muy bello dónde destacan especialmente unos límpidos agudos.

Un ballo in maschera en Oviedo
Un ballo in maschera en Oviedo. Foto: Ópera de Oviedo

Juan Jesús Rodríguez como Renato es siempre una garantía en los complicados papeles de barítono que escribe Verdi, que exigen una gran flexibilidad en la voz por desarrollar tesituras muy amplias (en esta ópera debe alcanzar con solvencia un sol) y unos potentes graves. Toda esta exigencia quedó plenamente satisfecha en la voz de Rodríguez, que se exhibió especialmente en su «Eri tu».

El papel de Ulrica en esta ópera es siempre comprometido. Reducido al segundo cuadro del primer acto, su aparición es complicadísima desde el comienzo para la contralto, y Judit Kutasi, a través de una voz ancha con gran apoyo en los graves consiguió extraer del todo el carácter tétrico y ominoso que se le supone a un personaje secundario pero esencial en la producción.

El paje Óscar, claro deudor de la tradición dieciochesca en la que se basa el Cherubino mozartiano, es un papel de alivio cómico que requiere de facilidad para las agilidades escritas por el compositor, y fue interpretado con éxito por Inés Ballesteros con una contagiosa vitalidad.

Los conjurados Horn y Ribbing, interpretados por Gianfranco Montresor y Kenneth Kellog, fueron una de las grandes sorpresas de la noche y demostraron que son papeles que se quedan cortos para sus intérpretes. Nos hubiese gustado escucharlos más.

Otro de los grandes pilares de la noche, que no por habitual merece menos reconocimiento, fue el coro de la Ópera de Oviedo dirigido por Elena Mitravska, omnipresente a lo largo de la representación, demostrando un gran empaste sobre todo en los momentos más delicados y consiguiendo momentos de gran espectacularidad.

Alejandro G. Villalibre