Un Così fan tutte muy gamberro en el Liceu

Escena de Così fan tutte en el Liceu
Escena de Così fan tutte en el Liceu

Tras un poco afortunado Così fan tutte dirigido por Flotats en la época Matabosch nos llega esta propuesta del regista italiano de moda, Damiano Michieletto, que debuta en el Coliseo barcelones con una producción procedente de la Fenice. Un  Così fan tutte moderno y muy gamberro que hizo las delicias del público. (leer crítica del segundo reparto).

 Così fan tutte es un verdadero vodevil, y como todo vodevil tiene una parte buffa y así lo intitularon sus autores, Mozart en la música y Da Ponte en el texto , cuya pluma se inspiró en obras anteriores con tema parecido de la infidelidad entre amantes de autores como Boccachio, Shakespeare o nuestro mismo Cervantes.

Pero esta parte buffa no esconde la acidez y amargura del final donde cada personaje está tocado por sus pecados e inseguridades: la in-fidelidad, la presunción, la libido, la fácil diversión, las aventuras ocultas, el soborno,…etc

Y al ser estas “virtudes” universales y atemporales, el regista lo ha situado en un hotel de cierto glamour con una plataforma giratoria que nos permite dar variedad y rapidez a los cambios de escena. No vemos Nápoles, ni el mar, ni los jardines, pero no es problema para entender y seguir la trama a través de habitaciones, recepciones, bares y pasillos de este hotel giratorio lleno de acción trepidante.

Este ritmo trepidante es el que se impuso igualmente desde la batuta de Josep Pons que fue acertado en la obertura pero a veces no permitía a los cantantes mantener la línea de canto por seguir unas indicaciones excesivamente rápidas desde el foso. La prestación de la orquesta fue correcta, clara, diáfana en su mayoría destacando las maderas y sobretodo Véronike Werkle en los recitativos, verdadera maestra.

Dos repartos han configurado las nueve funciones programadas de la obra. Cada uno de ellos ha tenido como una lectura sino diferente, sí de acentos o subrayados.

El cast encabezado por Banse-Beaumont-Prieto-Martín Royo-Puértolas y Spagnoli ha destacado más la reflexión y la seriedad de la obra desde una calidad musical aceptable, aunque no excelsa como a priori se podía esperar.

Julian Banse se escuchaba fatigada, con una voz no brillante en los agudos que oscureció su recuerdo de gran liederista en estas tierras catalanas.

Por su parte Maite Beaumont fue una Dorabella que no entendemos la razón al querer oscurecer la voz perdía cierta afinación que malogró una actuación que podía haber reafirmado sus éxito en el pasado en el mismo escenario como su magnífico Sexto de hace años.

Escena de Così fan tutte en el Liceu
Escena de Così fan tutte en el Liceu

Ferrando y Gugliermo tuvieron buenos defensores en la escena pero en el ámbito canoro no consiguieron llegar a esa excelsitud mozartiana ni Joel Prieto en su “un’aura amorosa”, ni Martín Royo supo hacerse audible en dúos y concertantes.

Los que sí brillaron con luz propia fue el magnífico Pietro Spagnoli con una recreación de Don Alfonso, alcohólico y amargado, en cada una de sus múltiples intervenciones de recitativo, así como la magnífica Sabina Puértolas que con su Despina se llevó el gato al agua de la función tanto por su buen hacer como cantante como con su picardía de escena.

El segundo cast fue en un 90% de cantantes españoles, lo cual ya es un acierto teniendo en cuenta el resultado. Evidentemente no fueron los mejores cantantes mozartianos que podemos escuchar, pero consiguieron implicar a un público con su arte y su vivencia de la trama.

Fueron mucho más creibles, más humanos, más cercanos.

A Maite Alberola la hemos visto en otros Mozarts mejores, pero supo salvar los obstáculos de sus dificilísimas arias con expresividad y buena línea de canto. Igualmente se puede decir de la mezzo Gemma Coma-Alabert que configuró una Dorabella, pícara, sin por ello perder calidad en el aspecto musical. David Alegret demostró nuevamente su gran bis cómica y se ganó grandes aplausos igualmente en “Un’aura amorosa”. Borja Quiza subrayó la parte más gamberra de la producción con su Gugliermo si bien aquí si que habría de cuidar más su línea de canto ya que Mozart es muy difícil de cantar y fácil de traicionar.

La Despina de Anna Tobella fue igualmente genial si bien a veces el registro agudo tendría que estar más cubierto. Es de esos papeles que es difícil de elegir entre soprano o mezzo.

En este cast el Don Alfonso fue también todo un descubrimiento, William Berger, nos mostró un filósofo a camino entre Pedro Almodovar por sus tics amanerados con un aspecto de Santiago Segura que hizo la diversión constante del público.

En definitiva un equipo más compacto y de acuerdo con la propuesta escénica en este último cast.

No habrá sido el  Così fan tutte mozartiano mejor musicalmente pero sí, nos ha hecho subrayar ese aspecto de comedia divertida aunque con un final absolutamente amargo en cuanto a las relaciones sentimentales rotas

El público disfrutó y premió a los dos cast con aplausos correctos y prolongados.

Robert Benito