Una Beatrice et Benedict de Berlioz en Toulouse falta de vida escénica

Beatrice et Benedict de Berlioz en Toulouse. Foto: Patrice Nin
Beatrice et Benedict de Berlioz en Toulouse. Foto: Patrice Nin

No son pocos los teatros de ópera que han decidido recordar a William Shakespeare en el 400 aniversario de su muerte. Si hace unos días, el Teatro Real lo hacía con el Otello de Verdi, lo mismo ocurrió en A Coruña con Falstaff. A ellos se une esta misma semana el Liceu de Barcelona con Macbeth. Lo mismo ha ocurrido en Toulouse, donde se ha inaugurado la temporada con esta ópera de Héctor Berlioz, basada en la obra de Shakespeare Much Ado About Nothing, conocida en nuestro país como Mucho Ruido y Pocas Nueces.

Evidentemente, las cuatro óperas citadas no tienen la misma calidad y un motivo importante radica en el libreto. Si Verdi contó para musicar a Shakespeare con Boito y Piave, Berlioz escribió él mismo su propio libreto y la diferencia es clara. Tampoco musicalmente Beatrice et Benedict llega a la altura de otras óperas de su autor, especialmente Les Troyens y La Damnation de Faust. No es una obra maestra, aunque el dúo de Hero y Ursule es de altísima calidad, así como la romanza de Hero en el primer acto. Aparte de esto, podemos señalar el aria de Beatrice, ya a un nivel menor.

La producción escénica la ha llevado adelante el francés Richard Brunel, siendo su trabajo una coproducción con el Teatro de la Monnaie de Bruselas. La producción no tiene mayor relieve, trayendo la acción a tiempos más o menos actuales, en un escenario (Anouk Dell’Aiera), que arranca la acción en una Iglesia, donde está reunido el pueblo rogando por la vuelta de los soldados de la guerra. Dicho escenario es único para toda la ópera, convirtiéndose en una sala a base de elementos de atrezzo, consistentes en armarios y colchones, aunque siga estando presente el púlpito durante toda la representación. Cuenta con un vestuario adecuado (Claire Risterucci) y una iluminación sin interés (Laurent Castaingt). La trama se narra de manera suficiente, siendo lo menos conseguido de la producción la pura dirección de escena. Esta obra necesita auténticos actores y aquí ha faltado vida en escena, especialmente considerando que se trata de una ópera medio bufa.

La dirección musical ha corrido a cargo del italiano Tito Ceccherini, muy habituado a dirigir óperas modernas. Ha ofrecido una versión muy completa de la ópera en términos musicales, mientras que los muy largos diálogos se han reducido notablemente. Ambas decisiones me parecen muy correctas. En cuanto a su dirección, las cosas se han desarrollado bien, aunque sin excesivo brillo. Hubo momentos notables, especialmente el acompañamiento al delicioso dúo de Hero y Ursule, pero en general por debajo de la dirección de Michel Plasson, que fue quien la dirigió en el Capitole la ultima vez en que se representó aquí en escena y eso fue en 1991. La cosas funcionaron bien en el foso, donde estaba la Orchestre National du Capitole. Bien, no particularmente brillante, el Coro del Capitole.

Beatrice et Benedict de Berlioz en Toulouse. Foto: Patrice Nin
Beatrice et Benedict de Berlioz en Toulouse. Foto: Patrice Nin

El personaje de Beatrice fue interpretado por la mezzo soprano canadiense Julie Boulianne. La impresión global es buena, con una voz atractiva, que resulta un tanto apretada por arriba.

Benedict era el tenor puertorriqueño Joel Prieto, que mostró una voz atractiva, más bien reducida de tamaño, y que no brilló en el personaje.

Seguramente, la voz más atractiva del reparto era la de la soprano americana Lauren Snouffer en el personaje de Hero. Se trata de una soprano ligera, de voz bella y bien manejada, con el inconveniente de que su instrumento es de tamaño bastante reducido. En un teatro grande podría tener problema para llegar a la sala.

El personaje de Ursule no tiene importancia dramática, pero cuenta con un dúo con Hero, que es lo mejor de la ópera en términos musicales. La mezzo soprano Gaia Petrone lo hizo bien.

El resto de personajes tiene poca importancia. Eran Aimery Lefevre como Claudio, Bruno Praticò, sin interés en el personaje cómico de Somarone, y, finalmente, Thomas Dear en el episódico papel de Don Pedro.

El teatro ofrecía una entrada de alrededor del 75 % de su aforo. El público se mostró cortés en los aplausos finales, aunque no hubo entusiasmo.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 51 minutos, sin intermedio. Cuatro minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 109 euros, habiendo butacas de platea desde 100 euros. La localidad más barata costaba 51 euros.

José M. Irurzun