Una Flauta Mágica en Viena que demuestra que la ópera goza de buena salud

La Flauta Mágica en Viena. Foto: Barbara Pálffy
La Flauta Mágica en Viena. Foto: Barbara Pálffy

Llega Septiembre y los teatros de opera comienzan la nueva temporada. El primero en inaugurar su nueva temporada en Viena ha sido la Volksoper, que lo hizo el pasado día 1 de Septiembre, mientras que la Staatsoper lo ha hecho ayer. Voy a estar casi toda la semana aquí y les tendré al corriente de lo que acontezca, que tiene buen aspecto, especialmente en el día de hoy en que se anuncia un Lohengrin en la Staatsoper con un reparto de altos vuelos y bajo la dirección de Yannick Nezet-Seguin.

La Volksoper de Viena es consecuente con su nombre de Ópera Popular y ofrece espectáculos a precios módicos, bien presentados, con adecuado nivel musical y repartos vocales con miembros de la propia compañía. Este año han inaugurado la temporada con La Flauta Mágica y la representación ha sido interesante, en general, debiendo destacar el hecho de la importante presencia de niños entre el público. Nunca había visto tanta gente menuda en una representación de ópera y, por cierto, su comportamiento ha sido ejemplar.

La producción escénica ofrecida es obra del desaparecido Helmuth Lohner y se estrenó en este teatro en Diciembre de 2005, habiendo llegado con ésta a las 159 representaciones, lo que significa un promedio de más de 15 por año, lo que pone en evidencia la popularidad de La Flauta Mágica en Viena y hasta la buena salud de la ópera en esta ciudad. La producción cuenta con una escenografía atractiva de Johan Engels, que ofrece un escenario circular, en el que se mueven las paredes para dar los ambientes precisos a las distintas escenas. El vestuario de Marie-Jeanne Lecca mezcla estilos y épocas y tiene su toque de fantasía. Cuenta también con una buena iluminación de Friedrich Rom. En suma, se trata de una producción tradicional de la ópera, en la que no hay relecturas, sino una buena narración de la trama.

La dirección musical estuvo en manos de Guido Mancusi, director muy habitual en este teatro. Su lectura fue correcta, aunque me resultó un tanto ruidosa, a veces con tiempos muy acelerados, y, en general, con cierta falta de ligereza, tan necesaria en las óperas de Mozart. A sus órdenes estuvo una buena Orquesta de la Volksoper Wien, así como el adecuado Chor de la Volksoper Wien.

Los repartos vocales en este teatro no ofrecen nunca nombres de relumbrón, sino más bien cantantes jóvenes y poco conocidos para el aficionado de a pie, salvo que uno viva en Viena.

Tamino fue el tenor coreano JunHo You, que forma parte de la Volksoper desde hace 5 años. Cumplió bien con su cometido, aunque se me antoja excesivamente ligero y algo monótono, ya que su timbre es bastante impersonal y hay una falta evidente de colores en su canto.

La Flauta Mágica en Viena. Foto: Barbara Pálffy
La Flauta Mágica en Viena. Foto: Barbara Pálffy

Mejor impresión la que me dejo la soprano Anita Götz en la parte de Pamina. La había visto anteriormente y me ha vuelto a dejar una buena impresión, ya que la voz es atractiva (un tanto ligera), pero canta con gusto y sabe expresar bien.

El barítono Michael Havlicek fue un desenvuelto Papageno en escena, simpático y granándose las simpatías del público, como tiene que hacer cualquier pajarero. La voz es más bien reducida y se queda un poco atrás, pero en conjunto fue un buen intérprete.

La soprano Beate Ritter fue una notable Reina de la Noche, mejor que otras que cantan el personaje en teatros de mayor importancia que éste. Superó todas las dificultades, se desenvolvió bien en agilidades y su voz tiene algo más de amplitud que las puras ligerísimas que tantas veces hemos visto en este personaje.

El bajo Stefan Cerny fue un sonoro Sarastro, aunque su voz resulta un tanto basta y su canto es impersonal y monótono.

En los personajes de menor relieve Christian Drescher fue un Monostatos de escaso interés. Elisabeth Schwarz fue una desenvuelta Papagena. Yasushi Hirano fue un Orador demasiado abaritonado para mi gusto. Desenvueltas y adecuadas la Damas de la Reina de la Noche, que eran Birgid Steinberger, Elvira Soukop y Martina Mikelic. Los tres Genios eran miembros de la Wiener Sängerknaben y lo hicieron bien, aunque por debajo de otros colegas suyos, como los Tölzer Knabenchor.

La Volksoper ofrecía una ocupación algo por debajo del 80 % de su aforo en una tarde muy calurosa. El público se mostró cálido con los artistas, especialmente con Beatte Ritter y Michael Havlicek.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 47 minutos, incluyendo un intermedio de 22 minutos. Siete minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 89 euros, habiendo butacas de platea por 42 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 25 euros. Como siempre en Viena, había entradas de pie a 3 euros.

José M. Irurzun