Tenía yo muchas dudas sobre el resultado artístico de este concierto bajo la dirección de Jean-Christophe Spinosi y su Ensemble Matheus. Las dudas me venías precisamente por la figura del director y de la propia orquesta. Tanto uno como otra me han hecho disfrutar muchas veces con la música barroca, pero no tengo el mismo recuerdo con las incursiones que han hecho en la música de Mozart. Con estos antecedentes no es difícil entender que mis dudas fueran importantes, cuando se tata de ofrecer una de las obras capitales del músico de Bonn.
Pues bien, mis dudas no se han disipado tras el concierto o, si prefieren, lo han hecho en sentido negativo. Hemos asistido a una especie de versión de cámara de la Missa Solemnis, que no es lo que mejor puede hacer justicia a tan magna obra. Una orquesta de apenas 40 músicos y un Coro de otros tantos miembros, no me parece lo más adecuado para esta obra.
Jean Christophe Spinosi siempre me ha llamado la atención por la gran energía que imprimía a sus versiones barrocas, alejadas del academicismo de otros de sus colegas. Beethoven es otra cosa y aquí la dirección de Spinosi me ha parecido mucho menos brillante que en el barroco. Ha sido una versión aseada, pero escasa de brillo. Su Ensemble Matheus tampoco es la orquesta más adecuada para Beethoven. El Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana ofreció musicalidad, pero lo encontré un tanto desequilibrado, más corto que lo debido en voces graves. En resumen, una versión que no pasará a la historia.
Los solistas tampoco pasaban de la mediocridad, resultando en general sus voces muy reducidas. La mejor impresión me la produjo la soprano Adriana Kucerova, cuyas notas altas eran brillantes y limpias. La mezzo-soprano Jose Maria Lo Monaco volvió a mostrar su voz de tamaño escaso. Algo parecido se puede decir del tenor Topi Lehtipuu y del barítono Florian Boesch.
El Palau de la Música Catalana estaba prácticamente lleno y el público se mostró cálido en los saludos finales sin mayor entusiasmo.
El concierto comenzó con nada menos que 10 minutos de retraso, lo que me parece inaceptable. La duración del concierto fue de 1 hora y 19 minutos. Cuatro minutos de aplausos,
El precio de la localidad más cara era de 100 euros, costando la más barata 30 euros.
A mis amigos que no conozcan el Palau, les diré que la sala es muy original y bella y con buena acústica, pero es muy incómoda para los espectadores. Si van a acudir a algún evento, les recomiendo que huyan de cualquier localidad lateral. Yo estaba en el segundo piso en la fila 8, aunque ladeado, y les puedo decir que de la orquesta veía únicamente a los contrabajos, no llegando en ningún momento a ver ni al director ni a ninguno de los solistas. Estas dificultades se ven acentuadas por el hecho de que muchos espectadores se levantan a ratos para poder ver algo.
Jose M. Irurzun
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