Una producción de Vísperas Sicilianas en Munich sin sentido que no respeta ni la música de Verdi

 

Vísperas Sicilianas en Munich
Vísperas Sicilianas en Munich. Foto: W. Hösl

Es ésta una de las nuevas producciones que la Bayerische Staatsoper ha programado para esta temporada de ópera. Podría empezar diciendo que la representación ha sido decepcionante, si no fuera por el hecho de que tuve ocasión de verla hace unos días en una transmisión en directo por internet. La producción escénica de estas Vísperas Sicilianas en Munich. deja mucho que desear, mientras que la dirección musical resulta un tanto irregular y el reparto vocal tampoco levanta el vuelo en su conjunto, lastrado por sustituciones de última hora.

La nueva producción se debe a Antú Romero Nunes, que ya había presentado aquí Guillaume Tell y no había gustado su trabajo. La escenografía de Matthias Koch es casi inexistente, ya que no hay sino unas telas y algunos elementos de atrezzo, con un escenario siempre desnudo y en el que la iluminación de Michael Bauer ayuda a dar un mínimo de credibilidad. Únicamente, en el tercer acto se añade una especie de tríptico o altar, en el que se ven unas figuras de vírgenes sumergidas, que resultan particularmente absurdas. El vestuario es sorprendente e inexplicable, debido a Victoria Behr, respondiendo quizá a la época de composición, salvo Procida que parece ir vestido de legionario o romano o vaya a saber usted de qué. Coro y solistas van con caras pintadas y los sicilianos llevan caretas, como si fueran calaveras.

La dirección escénica en lo que se refiere a los cantantes es prácticamente inexistente, ya que los cuatros solistas principales parecían abandonados a su suerte. Lo del ballet es puro esperpento, no ya por lo bailarines o lo que fueran aquellos, sino por ofrecer la música de Verdi acompañada de sonidos tipo discoteca, que hacen todo irreconocible. Bueno será decir que el director usaba cascos para dirigir la mencionada música en el foso.

La dirección corría a cargo de Omer Meir Wellber y su labor resultó más bien irregular. Junto a momentos en los que su dirección ofrecía fuerza y consistencia, había otros en los que la tensión decaía de manera evidente. Comprendo que no es fácil dirigir una ópera, cuando uno tiene delante de sus ojos lo que había en esta ocasión. Sacó un buen partido de la Bayerisches Staatsorchester, habiendo algún exceso de volumen en ocasiones. Correcto el Coro de la Bayerische Staatsoper.

Henri tenía que haber sido interpretado por el tenor americano Bryan Hymel, pero ya en la función de estreno se tuvo que retirar enfermo en el último acto. Su sustituto fue el tenor italiano Leonardo Caimi, que, como siempre, ofreció un centro atractivo, con el inconveniente de que la voz se estrecha mucho en la parte de arriba. A esto hay que añadir una falta de expresividad notable, apreturas en las notas más altas y su cortedad como intérprete escénico, mal ayudado también por la producción.

Vísperas Sicilianas en Munich. Foto: W. Hösl

La Duquesa Hélène fue interpretada por Rachel Willis-Sorensen, que sustituía a la inicialmente anunciada Carmen Giannatasio. Creo que salimos ganando con el cambio. Su actuación fue para mi gusto lo mejor del reparto, cantando con voz potente, bien timbrada y con gusto, destacando en la segunda parte de la ópera, pasando más desapercibida durante la primera.

Procida fue interpretado por el bajo uruguayo Erwin Schrott, que me pareció un tanto monótono y aburrido, aunque la voz resulta adecuada. En general hubo vociferaciones que sobraban, estando también muy poco ayudado en escena por la producción. Le había visto anteriormente en este personaje en Londres y me gustó más que ahora.

Guy de Montfort era el barítono George Petean que tuvo una actuación correcta, cantando con voz adecuada y expresando bien, aunque no me pareció nada excepcional, ofreciendo algún cambio de color en la parte alta de la tesitura, que tampoco ayudaba mucho al entusiasmo.

Los personajes secundarios, irreconocibles con las pinturas y caretas, lo hicieron bien. Eran Helena Zubanovich (Ninetta), Matthew Grills (Danieli), Alexander Milev (Béthune), Johannes Kammler (Vaudemont), Long Long (Thibaut), Galeano Salas (Mainfroid) y Callum Thorpe (Robert).

El teatro había prácticamente agotado sus localidades, aunque había oferta de entradas en el exterior. El público dividió sus opiniones en el ballet. Hubo notable frialdad a escena abierta, donde ninguna de las arias pasó de la pura cortesía. En los saludos finales los mayores aplausos fueron para Rachel Willis-Sorensen.

La representación comenzó con los consabidos 5 minutos de retraso en Munich y tuvo una duración de 3 horas y 23 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 45 minutos. Siete minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de platea desde 91 euros. La localidad más barata costaba 39 euros.

José M. Irurzun