Fabio Biondi dirigió un vibrante Il Corsaro de Verdi en el Palau de Les Arts de Valencia con un cuidado y brillante cuarteto protagonista si bien la parte escénica se quedo a medio gas de la mano de una relectura confusa entre el protagonista y Lord Byron autor del poema que inspiraría el numen de Verdi para esta ópera. La regista Nicola Raab no contentó a un público que se dejó llevar más por el oído que por la vista.
Si preguntamos a un melómano operista sobre las óperas de Verdi nos citará inmediatamente siete u ocho títulos que no son pocos, y alguno podría llegar a 10, pero seguramente entre los citados no estará esta ópera que acaba de estrenar Les Arts de Valencia en una nueva producción. Y es de agradecer que los teatros como el de Valencia más allá de las óperas de siempre nos permita contextualizarlas con otras composiciones que abren el prisma musical de lo que siempre escuchamos. He ahí el merito de la propuesta del desgraciadamente dimitido David Livermore que a lo largo de su gestión ha sabido ofrecer una programación en la que cabe todo, lo de siempre con nuevas tecnologías y propuestas junto a títulos como el que nos ocupa que raramente suben al escenario privándonos de los méritos de conocer a un Verdi joven.
Escuchando con atención la partitura se perciben, se intuyen, se anticipan, se escuchan giros melódicos que se desarrollarán en óperas de las posteriormente más conocidas como Traviata, Aida, Trovatore, Don Carlo, Rigoletto, etc, pero parte de eso cada obra se ha de valorar por si misma y es ahí donde Il Corsaro se reconoce como hija de su tiempo. Por una parte obra de un joven Verdi que está abriendo caminos al melodrama superando la herencia del repertorio y formas del Primo Ottocento pero que todavía no se aleja de las estructuras compositivas recitativo-aria-cavaletta, y por otra la temática absolutamente romántica que si bien ensalza el amor perfecto hasta el suicidio por solidaridad con la amada que se envenena ante la creencia de la pérdida del amado siguiendo la tradición shakesperiana, nos muestra una psicología femenina interesante con un personaje de segunda soprano eminentemente guerrera y que se revela a su suerte de objeto de belleza masculina llegando cual Judit a asesinar a su Holofernes para liberarse de un yugo sexual y de dominación, a la vez que liberar al héroe al que ama de las cadenas de la prisión. Por tanto Il Corsaro aunque sigue una tradición precedente en algunos aspectos ya apunta y muestra ideas novedosas que la hacen interesante de conocer y disfrutar en directo.
Vocalmente Il Corsaro es una obra exigente para los cuatro papeles solistas y en este caso ha estado muy bien servida por los solistas que lo han defendido si bien no en el mismo grado.
Vito Priante, barítono napolitano que debutaba en Valencia aunque ya es conocido por intervenciones notables en el Liceu, Real y Arriaga ofreció un Seid noble pero un tanto disperso y de poco carácter en cuantoa lo artístico y vocal, siendo el más flojo de los cuatro protagonistas si bien su aria de presentación “O prodi miei” fue donde más se apreció su musicalidad ya que en los dúos con Corrado y Gulnara se vió más en segundo plano.
Oksana Dyka conocida en les Arts por diversas intervenciones se enfrentó al heroico papel de la esclava Gulnara de una manera excesivamente generosa en volumen perdiendo un poco el carácter más lírico y delicado de su personaje. A su favor hay que señalar una interpretación muy pasional de un rol que así lo pide tanto en lo cocal como en lo teatral destacando la línea y legato de su primera aria “Né sulla terra creatura alcuna” asi como su capacidad para superar las difíciles coloraturas de su correspondiente cabaletta. Donde ya salió perdiendo su vocalidad fue en los dúos con Corrado por dar excesivo volumen perdiendo calidad de emisión en búsqueda de volumen injustificado.
La sorpresa de la velada fue la soprano Kristina Mkhitaryan que debutaba en Valencia y en España. Esta soprano nacida al amparo del Bolshoi de Moscu donde ha desarrollado su formación y primera etapa de su carrera ha ido ascendiendo de partiquinos a roles principales con calma pero con una gran seguridad y calidad que le permiten en la actualidad su debut en los principales teatros de Europa y América con roles de soprano lírico-ligera con gran éxito. De ahí que nuevamente tengamos que felicitar al coliseo valenciano por ofrecernos en este momento de frescura vocal a esta soprano en un rol desconocido y que debutaba con unos resultados fascinantes. Su voz mezcla la delicadeza de un registro agudo brillante y cristalino con una facilidad para los filados, medias voces y coloratura espectacular mezclándolo con un color vocal oscuro y aterciopelado que lo hace doblemente atractivo. Su aria del primer acto “Eglia non riede ancora” fue una carta de presentación inmejorable que siguió con una perfecta simbiosis en los dúos con Corrado hasta llegar a la dramática escena de su muerte con un”O mio Corrado” de absoluta antología que difícilmente se borrará de nuestra memoria por la delicadeza y seguridad técnica de una voz que esperemos no se malogré y nos ofrezca otros verdis de la misma o más calidad y madurez artística.
El protagonista de la ópera, el corsario Corrado fue interpretado por Michael Fabiano una de las voces más grande que he podido escuchar en vivo en esta década junto a Jorge de León y Gregory Kunde. Un tenor que más que dos cuerdas vocales tiene dos columnas dóricas en la garganta. Este tenor italo-americano sorprendió al público valenciano desde su primera aria “Fero è il canto de’ prodi miei consorti”. Hace unos meses le escuché en Bilbao en Des Grieux de Massenet y tal vez por su gran instrumento no me convenció tanto para un papel que necesitaba más línea y menos cantidad de decibelios. Sin embargo en este Verdi su voz resultó adecuada en estilo y volumen, con una rica paleta de colores combinando los momentos más líricos como en el primer dúo con Medora “ E pur mesto”.
Otra de las cualidades a destacar es su absoluta entrega desde la primera negra hasta la última, tanto musicalmente como escénicamente que en este rol ofreció una confusa mezcla entre el rol verdiano de Corrado y el capricho de la regista de que interpretara a la vez a Lord Byron creador del poema literario inspirador de la ópera.
La decisión de subir el nivel de la orquesta casi a ras de escenario por parte de Fabio Biondi no la podríamos calificar más que de capricho historicista ya que no aportó nada al resultado musical, que fue muy interesante y de calidad. Biondi supo concertar y acompañar a los cantantes y coro sin sobrepasar los decibelios adecuados para una buena emisión de los cantantes, y con una respuesta más que notable de los cuerpos estables de la casa, coro y orquesta.
Dejamos para el final de este repaso a un espectáculo oportuno y con buen cast la parte menos acertada que es la dirección escénica y el concepto escenográfico.
No por poner unos videos se consigue ser moderno, no por diseñar una escenografía minimalista y que nada tiene que ver con la acción dramática se enriquece una lectura literalista de la ópera. Nicola Raab es la responsable de esta puesta en escena con plásticos transparentes para separar los dos ambientes de la consciencia entre Lord Byron y su obra y amada Medora. Como idea podría ser interesante pero el resultado queda confuso y despista más que enriquece. Tampoco ayudó un vestuario entre pobre e inadecuado y una iluminación bastante básica y repetitiva en recursos.
En definitiva la música volvió a ser la protagonista por encima de la teatralidad de una velada de descubrimiento de una partitura y unas voces dignas de seguir.
Robert Benito