El Verdi de Sonya Yoncheva: caudal y desenfreno

El Verdi de Sonya Yoncheva: caudal y desenfreno
El Verdi de Sonya Yoncheva: caudal y desenfreno

Nos llega este recital en el sello Sony a cargo de la soprano búlgara Sonya Yoncheva en el que incluye algunas de las grandes heroínas de las óperas de Giuseppe Verdi, tras los precedentes Paris mon amour y el disco dedicado a Handel.

La voz de Yoncheva se nos exhibe aquí en toda su anchura y amplitud encarando unos papeles muy diferentes en carácter y expresión. Quizá esa variedad de exigencias vocales ha deslucido un punto esta monografía discográfica. Fruto de su evolución, la madurez vocal que atraviesa la cantante hace que esté abordando papeles de una mayor robustez, y la impresión general de todo el disco es que Yoncheva, pese a demostrar certera musicalidad y colocar todas las notas en su sitio, canta estas arias con homogeneidad de estilo y con escasas variaciones en la matización expresiva de cada uno de los personajes verdianos seleccionados.

Comienza el álbum un “Tacea la notte placida” de Il trovatore y su correspondiente cabaletta en donde se comprueba que la voz tiende a afilarse y a aristarse en exceso según asciende hacia el registro superior, algo que es una constante en todo el trabajo discográfico, con idénticos resultados en el “Pace, pace mio dio” de La forza del destino. Siguen dos arias (“Tu puniscimi” de Luisa Miller y “Liberamente or piangi” de Attila) en las que Yoncheva demuestra un pulido y controlado fraseo pero que se ven resentidas por su áspera incisividad.

Acentos un tanto excesivos se evidencian de nuevo en el aria “A te ascenda, o Dio clemente” de Stiffelio, la inclusión más desconocida de todo el compacto, donde se muestra una messa di voce algo forzada, un hecho que se mitiga un tanto en el aria de Amelia “Come in quest’ora bruna” de Simon Boccanegra, un papel que, junto a otros, se ve ya alejado de los mucho más consistentes moldes vocales de la búlgara. Al margen de todo ello, encontramos la recreación más interesante de todo el disco: el “Ave Maria” de Otello. Aquí la búlgara consigue realizar unas delicadas medias voces, y frasear y modular exquisitamente a la hora de aportar el consabido intimismo emocional que la página de Desdemona requiere.

El aria de Elisabetta “Tu che le vanità” de Don Carlo supone quizá el papel donde Yoncheva carga más las tintas a nivel dramático, exhibiendo su mayor morbidez vocal y mostrando unos acentos y matices que para algunos pueden parecer exagerados, pero cuya gama expresiva resulta innegable en la página más extensa de todo el recital. A continuación, y para coronar el disco, Sonya Yoncheva inserta el aria de Abigaille de la ópera Nabucco, “Anch’io dischiuso in giorno” y su dificultosa cabaletta “Salgo già del trono aurato”, en la que despliega su caudal más desenfrenado, una desbocada coloratura que contrasta con todo lo escuchado hasta ese momento y que deja sin aliento por su mismo esfuerzo pirotécnico. El acompañamiento de Massimo Zanetti al frente de la Münchner Rundfunkorchester cumple su labor, limitándose sólo a secundar y plegarse en todo instante a la cantante búlgara sin añadir demasiados matices expresivos, optando por tempi quizá de una exagerada lentitud. 

Germán García Tomás