Un viaje a Londres siempre ofrece interés, aparte de cuál sea el objetivo fundamental. En este caso no es otro que asistir a la representación de Meistersinger en el Covent Garden con Pappano en la dirección y Bryn Terfel como Hans Sachs. Ocurre en Londres, como en pocas otras ciudades, que la oferta musical es muy rica y así es posible asistir a otras representaciones de ópera en distintos teatros y. evidentemente, con calidad variable.
Empezamos, pues el periplo, con esta representación de Samson et Dalila por parte de la Chelsea Opera Group, organización encomiable, formada por auténticos aficionados, que todos los años ofrecen alguna ópera poco conocida, contando además con su propia orquesta y coro. Este mismo año han ofrecido ya una versión de concierto de El Príncipe Igor, siguiendo ahora la obra de Saint Saens. En Junio se anuncia el Nabucco de Verdi y, posteriormente, llegará el turno a Christmas Eve de Rimsky-Korsakov y al Moisés en Egipto de Rossini. Un programa de este tipo y a los precios que se practican por esta compañía es un auténtico milagro, que únicamente se explica por la gran presencia de voluntariado en su organización. Bueno sería que nuestras compañías de ópera volvieran a movilizar al voluntariado, del que parece que se ha venido huyendo últimamente como si de una plaga se tratara.
Samson et Dalila es sin duda la ópera más conocida de Camille Saint Saens y admite bien su representación en concierto, ya que es una obra que anda a medio camino entre la ópera y el oratorio. De hecho, ésta fue la razón para que no pudiera estrenarse ni en París ni en Londres, y hubiera de hacerse en Weimar, cuando al frente del teatro de esta ciudad estaba Liszt.
El concierto ha funcionado bien, con una dirección prometedora, una buena orquesta y un reparto vocal digno con algunas notas de interés.
La dirección musical estuvo encomendada al joven Matthew Scott Rogesrs, que todavía forma parte del Jette Parker Young Artists Programme del Covent Garden. Es, por tanto, un joven desconocido para el gran público y la verdad es que su dirección me ha resultado correcta y prometedora. Se trata de un director de gesto bastante comedido, lejos de los saltos que otros conocidos colegas suyos nos dedican en el podio. Su lectura me resultó un tanto superficial y rutinaria en el primer acto para ganar en dramatismo e intensidad en los dos siguientes. Para mi gusto, mejor que Roberto Abbado el año pasado en Valencia. A sus órdenes me produjo una buena impresión la Orquesta de la Chesea Opera Group, cuya edad media es un tanto elevada. Menos interesante la prestación del Coro, más bien deficiente en el primer acto para mejorar en el tercero.
El gran problema de esta ópera es poder contar con un Sansón adecuado, ya que estamos ante un personaje que exige un tenor dramático de los que apenas hay hoy en día. A esta dificultad hay que añadir el hecho de que el Sansón original canceló, creando un serio problema a la organización. Finalmente el sustituto fue Aaron Cawley. Hay que decir que la voz es adecuada para el personaje, poderosa y corriendo bien por la sala, lo que no es poco en este personaje. Otra cosa es que no hubo matices ni medias voces.
Dalila fue interpretada por la contralto británica Claudia Huckle, que ofreció lo mejor del concierto. La voz es atractiva, no excesiva en cuanto a volumen, y canta con gusto. No tiene problemas en la parte de abajo y resuelve con suficiencia las notas altas. Es una artista a tener en cuenta.
El Sacerdote de Dagón fue interpretado por el barítono brasileño Michel de Souza, a quien se le veía muy suelto, no en balde ya había cantado el personaje el año pasado en el Festival de Grange Park. La impresión es positiva, resultando expresivo, aunque la voz no sea excepcional ni en cantidad ni en calidad.
En los personajes secundarios, Nicholas Folwell cumplió con su cometido en la parte de Abimélech, mientras que el bajo coreano Jihoon Kim mostró un voz de calidad en el centro, aunque un tanto corta por abajo.
El Cadogan Hall estaba prácticamente lleno en sus cerca de 1.000 localidades. El público se mostró cálido con los artistas, siendo los mayores aplausos para Claudia Huckle y Matthew Scott Rogers.
El concierto comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 52 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 7 minutos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 38 libras, costando 15 libras la más barata.
José M. Irurzun